SOCIEDAD • SUBNOTA › LA EXPERIENCIA ESPAÑOLA DESPUES DEL ATENTADO
› Por Andrea Ferrari
De las distintas formas de identificación biométrica, las huellas digitales son las más usadas, por accesibilidad y costos. Y, tal como apuntó en el congreso Raúl Cueto Puruyero, inspector jefe de la Policía Científica española, permiten por ejemplo diferenciar a dos gemelos idénticos, algo imposible con el ADN, que en ese caso sería igual. “Nosotros estudiamos a cientos de gemelos que se reúnen anualmente para compartir experiencias. Y nunca encontramos huellas iguales: es más, ni siquiera se parecen.”
En España, el Registro de las Personas tiene una base con todas las huellas digitales. Pero únicamente puede ser usada con fines de identificación civil: la policía sólo puede acceder a esa base con autorización de un juez.
Por medio de esa base fue posible lograr una muy veloz identificación de las víctimas de los atentados de Atocha, el 11 de marzo de 2004. De los 190 muertos, 155 fueron identificados en 36 horas. En 144 casos, la identificación se hizo por las huellas. Cuando no fue posible se utilizó el ADN o piezas odontológicas.
Días más tarde, cuando la investigación había avanzado, la policía rodeó una casa donde estaban reunidos parte de los terroristas que habían intervenido en los atentados, quienes al advertirlo volaron el lugar. Siete de ellos murieron, al igual que un policía. Sin embargo, en la casa encontraron luego la huella de una octava persona, que al parecer había salido a sacar la basura y al ver la policía escapó. “Por la huella fue posible identificarlo y fue capturado tiempo después en Serbia”, relató Cueto.
El español explicó que al utilizar la base de huellas, el sistema identifica los parecidos y arroja varias posibilidades. Luego es un experto que los examina y determina si hay una identificación positiva. Aun en casos de huellas deterioradas (en la exhibición mostró algunas con heridas o quemaduras), a veces es posible hacer la identificación.
Cueto también contó el caso de un narcotraficante que se sustituyó los pulpejos de los dedos índices por los de los pies. Al ser detenido negó ser la persona buscada “e insistió mucho en que le reseñaran todos los dedos”. Fue cuando la policía advirtió que dos huellas no coincidían con su identificación. Recién más tarde se detectó la operación que se había realizado. “Y en España ya hemos visto tres casos así.”
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