Dom 11.02.2007

SOCIEDAD • SUBNOTA

Alaska se derrite

La Coalición para la Reubicación de Shishmarief, un pueblo de 600 habitantes del noroeste de Alaska, fue creada hace cinco años por la comunidad indígena inupiak, que vive desde hace siglos en la isla de Sarichef (5 kilómetros de largo, 400 metros de ancho). Tratan de llamar la atención de los poderes públicos y los medios de comunicación sobre los costos sociales y humanos que produce la progresiva erosión de su costa. Durante una tormenta de cinco horas, sus vecinos vieron desaparecer bajo las aguas muchos de sus hogares, la cancha de básquet y los cuatro diques construidos en 20 años. Antes, el hielo se formaba en el mes de octubre, pero ahora en diciembre todavía no pueden usar las motos y tienen que seguir recurriendo a los botes. Los meteorólogos y geólogos les aconsejan marcharse definitivamente antes de 15 años. El Estado de Alaska y la Agencia de Financiación Federal de Estados Unidos aportarán los 140 millones de dólares que cuesta desplazarlos a una de dos poblaciones vecinas (Nome, a 200 kilómetros al sur, y Kotzebue, a 160 hacia el noreste). Pero ellos prefieren crear un asentamiento nuevo a 20 kilómetros, en un lugar virgen y resguardado de la costa, denominado Tin Creek, lo que tendría un sobrecosto de 39 millones sobre la oferta gubernamental. Integrarse en otra cultura para ver desaparecer la propia es un precio que el alcalde de Shishmarief no parece dispuesto a pagar.

La situación actual es resultado de cambios que comenzaron hace 50 años; desde entonces, la temperatura ha aumentado 2,4 grados en su región, lo que produce fuertes tempestades y la fundición de casi una tercera parte de la capa de hielo. Por eso en 1997 el alcalde ya decidió desplazar 18 casas sobre esquíes gigantes, y en 2002, el 88 por ciento de la población votaba a favor del desmantelamiento a medio plazo del pueblo, porque el dique de hielo que lo protege de las olas ya no se forma en otoño y las tempestades que llegan con esa estación erosionan la costa de forma cada vez más amenazante.

Pero la opción de ser transferidos dentro de otra comunidad atenta contra su sentido de la supervivencia porque, aunque se les asegura que podrán cazar como antes, ellos saben que la razón por la que las comunidades inuits de Alaska se instalan tan alejadas unas de otras es precisamente para poder repartirse de modo equitativo los recursos animales sin agotarlos. Si los insertan en otra comunidad, alterarán el ecosistema de aquélla. “El Estado no pagará nunca la diferencia económica de la opción de Tin Creek; así que tendremos que encontrar nosotros mismos la financiación que falta. Si encallamos, desapareceremos”, apunta un vecino.

Shishmarief es sólo el primero de los cientos de pueblos de la costa que tendrán que movilizarse en los próximos años. Miles de inuits sufrirán en su piel los arrebatos del calentamiento del planeta.

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