Mar 13.03.2007

SOCIEDAD • SUBNOTA

Amparo por una vacante

› Por Horacio Cecchi

A Martín el fin de año escolar le llegó antes de que finalizara y ya en ese momento siquiera tenía principio el nuevo año. Martín, que no es su nombre porque tiene 7 años, es un chico platense y es o era (depende del momento y el punto de vista) desde los tres años alumno del prestigioso y antiguo Colegio de la Misericordia de La Plata. En noviembre pasado, la institución decidió comunicarles a sus padres que en 2007 Martín tendría que buscar aprendizaje por otro lado ya que no le reservarían la vacante. Como argumento, diagnosticaron problemas de conducta, un término que en sí mismo es tan amplio como aplicable a cualquier tipo de circunstancias. Por no quedarse colgados a la buena de Dios, los padres pidieron amparo ante la Justicia para evitar que su hijo perdiera el año. Un juez civil platense dispuso a fin de noviembre una medida cautelar para que se le reservara la vacante hasta que se resolviera la cuestión de fondo, que no es la conducta del chico sino si se trata de una arbitrariedad o un derecho el de fijar límites a la admisión escolar. Las clases comenzaron hace una semana, pero el colegio no le permitió el acceso. Los padres insistieron ante la Justicia y el juez directamente ordenó que se le permitiera inscribirse y cursar. El fallo fue el viernes, pero hasta ayer en el de la Misericordia estaban inmisericordes.

El Misericordia está ubicado en 4, entre 43 y 44, de la ciudad de La Plata. Martín cursaba desde hacía cuatro años en la institución y en 2007, con 7 años, supuestamente debía pasar del segundo al tercer grado de la escuela primaria. Supuestamente porque a fin del segundo grado, el 6 de noviembre pasado, los padres de Martín recibieron una notificación del colegio en el que se les anunciaba que por motivos de conducta Martín ya no sería de la partida. En definitiva, estaban haciendo uso del polémico derecho de admisión que ya generó reacciones y debates cada vez que un instituto educativo puso peros de conducta a una inscripción (ver nota principal).

Existen antecedentes de casos como el de Martín, tanto desde lo institucional como desde la intervención judicial. “Un mes antes de que terminaran las clases de 2006, en el mes de noviembre, el colegio informó a los padres que el niño no tendría su vacante en 2007 –dijo a Página/12 el abogado de la familia–. Los padres fueron a averiguar al colegio y allí les explicaron que la no inscripción obedecía a problemas de conducta.”

Los padres inmediatamente consultaron a un abogado y comenzaron a analizar la presentación de algún tipo de reclamo ante la Justicia. Finalmente, el 29 de noviembre presentaron un pedido de amparo ante la Justicia civil. El pedido recayó en el juzgado civil y comercial 9 de La Plata. En su pedido solicitaban que se admitiera la inscripción a Martín para el año siguiente (2007) para evitar la pérdida del ciclo lectivo. En términos del reclamo judicial, el amparo venía a anticipar el debate sobre si la admisión es una arbitrariedad o un derecho. El juez, en ese momento, entendió que el debate de fondo debía avanzar, pero que resultaba de urgencia resolver sobre el pedido de amparo. Y dispuso que hasta tanto se resolviera la cuestión de fondo, el Colegio de la Misericordia debía hacer “reserva de un banco”.

El lunes 5 de marzo se iniciaron las clases en territorio bonaerense, lo que incluye al Colegio de la Misericordia. Pero a Martín le prohibieron la entrada por el sencillo motivo de que no estaba inscripto. En pocas palabras, que los directores del instituto decidieron tomar la medida cautelar con cautela. Con urgencia, los padres regresaron al amparo de la Justicia. Esta vez, el caso recayó en el juzgado civil y comercial 19, de José María Paredes, subrogante del juzgado 9.

El juez levantó la medida cautelar de “reserva de banco” y dispuso taxativamente que el colegio reinscribiera sin más a Martín, siempre como medida cautelar, y siempre a la espera de la resolución de fondo, o sea, si la capacidad de admisión es arbitraria o de derecho. Con esa medida, el juez Paredes consideraba que quedaba salvado el inicio escolar y que Martín no deambularía entre instituciones buscando vacante. Aunque en la Misericordia decidieron no salir a declarar a los medios, allegados al instituto dejaron entrever que “el colegio va a hacer lo que la Justicia indique”.

No aclararon a qué justicia se referían. Ayer, Martín seguía como autodidacta.

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