SOCIEDAD • SUBNOTA › OPINION
› Por Guillermina Tiramonti *
Algunas escuelas privadas son muy discriminatorias para chicos de determinadas condición social o cultural, o aquellos rotulados como chicos problemas. Las escuelas privadas desarrollan una serie de estrategias en este sentido. Una es privilegiar a los hermanos de los que están. Así se aseguran mantener un circuito más o menos cerrado de clientela para sus escuelas.
Ahora, esto mismo lo hacen escuelas públicas y resulta más urticante. Esto pasa básicamente en la ciudad de Buenos Aires, donde hay una clase media que todavía sobrevive y aparece el fenómeno que se denomina de “colonización de escuelas públicas”: hay estrategias de escuelas y de la familia para que no se admitan chicos de otra condición social o cultural. Entonces, aunque las escuelas tocan por sorteo, primero se admite a los hermanos, primos, a los recomendados. Se conforma una red familiar que garantice a la escuela que se mantiene el mismo sector. Y después se sacan a sorteo algunas vacantes, con lo que se legitima lo democrático del asunto.
Tales estrategias de selección aparecen presentes, más abiertamente, en las escuelas privadas: por ejemplo, por la condición de católicos o no de los padres, o por criterios que tienen que ver con la condición social. Pero también las escuelas públicas lo hacen.
En las escuelas públicas el Estado debería intervenir para asegurar un sistema democrático y que no haya discriminación. En la escuela privada el Estado debe regular cuáles son los criterios que puede haber de selección y cuáles no. Que las escuelas utilicen como criterio de selección criterios raciales, por ejemplo, no es lo adecuado. Básicamente, el Estado tiene la obligación de regular en aquellas escuelas que reciben subsidio estatal bajo la concepción de que son escuelas públicas de gestión privada.
Además, aun cuando las escuelas admiten determinados chicos, muchas veces desarrollan estrategias institucionales discriminatorias para mantener cierta homogeneidad social: “A este chico la cabeza no le da”, dicen. Todo es muy sutil. Son también estrategias de los docentes, por sus propios prejuicios, no solo de las instituciones. Hace mucho que está probado. Por el año ’85, cuando Daniel Filmus era director de la Flacso, desarrolló una investigación que tenía que ver con el paso de los chicos de primaria a secundaria y demostró que con la democracia, se anularon los exámenes de ingreso a las secundarias y entonces chicos pobres que eran buenos alumnos en escuelas primarias y querían ir a escuelas secundarias más prestigiosas rápidamente desertaban, eran expulsados por la escuela. Se requiere un trabajo muy fuerte en las escuelas, con los docentes, para evitar las estrategias discriminatorias que no pasan solo por regulaciones formales, porque una vez que el chico está adentro también la escuela desarrolla estrategias.
* Directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
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