“El 66 por ciento de la red vial se encuentra en estado regular o malo”, según el informe de la Universidad Tecnológica Nacional. En casi el 30 por ciento de los caminos, el sobrepaso implica “dificultades serias” o “frecuentes”. El estudio señala la necesidad de hacer más autopistas y de aumentar el ancho mínimo de los caminos de 6,70 a 7,30 metros, lo cual “brindaría un margen de seguridad para las unidades de doble piso”.

Con relación a la prevención de choques frontales –“los que más se repiten y registran un 39 por ciento de las víctimas fatales”–, el informe observa que en la Argentina sólo hay dos kilómetros de autopistas por cada mil kilómetros de carretera: en España, la proporción es de 28 kilómetros de autopista por cada mil de carretera; en Estados Unidos, 14 de autopista por mil de carretera; Brasil duplica a la Argentina; 4,1 de autopista por cada mil de carretera. El informe recomienda “desarrollar una red de autopistas acorde al tránsito de cada tramo”.

Al examinar la red vial nacional no concesionada, “un 35 por ciento requiere intervenciones importantes inmediatas para recuperar las condiciones de servicio apropiadas”; “el 32 por ciento presenta un estado regular, por lo cual en un futuro cercano requerirá obras”, y sólo “un 33 por ciento se encuentra en buen estado”. En cuanto a los tramos concesionados con peaje (el 27 por ciento de la red), hay “un 81 por ciento en estado bueno y un 19 por ciento en situación regular”. Y el 50 por ciento de la red, correspondiente a las jurisdicciones provinciales, “presenta un cuadro similar o más deteriorado que el de la red nacional”.

Concretamente, “casi un diez por ciento de la red nacional presenta serias dificultades para el sobrepaso de vehículos” y, en un 17 por ciento de la red, las dificultades para el sobrepaso se registran “con frecuencia”. O sea que en casi un tercio de la red, el sobrepaso es un peligro.

Y es un peligro la estrechez de las rutas. “En nuestro país existen rutas pavimentadas con anchos de 6,70 metros.” Según recomienda el informe, “sería conveniente que el ancho mínimo sea de 7,30 metros”. También hay que mejorar las banquinas, que deben tener “un ancho no menor al metro”, con tratamiento asfáltico. “Estas acciones contribuirían a la disminución del choque frontal y los vuelcos” y, “para las unidades de doble piso, ese sobreancho brindaría un margen de seguridad importante frente al desplazamiento lateral en situaciones de entrecruzamiento de vehículos o de sobrepaso, especialmente bajo viento transversal”.

El informe, citando estudios efectuados en Suecia, advierte que “el viento es un factor importante en el comportamiento del vehículo”, ya que “las fuerzas laterales tienden a hacer girar el vehículo” y además al circular se generan fuerzas de elevación que “disminuyen la maniobrabilidad”. Por esto, hay que “aconsejar a los conductores, en caso de viento fuerte, reducir la velocidad del ómnibus y eventualmente detener la marcha si existe baja adherencia por presencia de agua en la calzada”.

En su tarea, los investigadores de la UTN tropezaron repetidas veces con la falta de información oficial adecuada. De todos modos, “a partir de las estimaciones realizadas y teniendo en cuenta la falta de datos oficiales a nivel nacional, se obtuvo que en nuestro país se registran 1,7 ocupantes de automóviles fallecidos por cada cien millones de pasajeros-kilómetro”: entre cinco y diez veces más que en los ómnibus de uno o dos pisos.