SOCIEDAD • SUBNOTA › UN PRESO EN LA MIRA DEL SERVICIO PENITENCIARIO
› Por Horacio Cecchi
La Red Provincial de Derechos Humanos de Corrientes solicitó a Amnesty International su intervención en la tremenda situación por la que pasan los alojados en las unidades penales 1 y 6 de Corrientes. La situación se agudizó con el combate entre bandas desatado el lunes pasado, en el que murieron tres internos, pero que se producen por una extensa cadena de corrupción de las autoridades penitenciarias. En el pedido también se incluyó el resguardo a los presos que están dispuestos a hablar sobre las cadenas de corrupción y al interno Mario Alberto Escobar Quintana, custodiado en una celda de aislamiento porque entre 2005 y 2006 denunció el principio de una cadena de crímenes que concluye el lunes pasado con la muerte a hachazos de Arnold Centurión y Huevo Frito Ramírez.
Escobar fue el primero de los presos que se decidieron a hablar sobre los métodos empleados para el asesinato de Carlos Soto, el mandamás del penal 1, en noviembre de 2004. El interno declaró que Soto tenía el dato de que se tramaba su asesinato y pidió un traslado hasta aclarar. Escobar sostuvo que la Cámara del Crimen concedió el traslado, y que Soto tenía todas sus cosas preparadas para cambiar de lugar, pero que el SPC cajoneó la orden y una hora antes de que se efectivizara lo asesinaron. Escobar sostuvo que la banda de Arnold y el Moncho Tuama se encargaron de matarlo, con el sistema de la zona liberada provisto por la guardia del penal. Escobar también describió cómo funcionaban los negocios internos, las salidas para robar, el control del kiosco, la venta de drogas y alcohol, la distribución de dinero y favores, los encargos para matar a otros presos y la anuencia de la superioridad.
Se abrió una causa en el juzgado 4 para investigar el crimen de Soto, y dos causas más por la corrupción en el juzgado 4 y en el 6. Este último juzgado es el que además abrió una especie de paraguas protector sobre Escobar. En marzo de 2006 lo trasladan entonces a la comisaría 6ª de la capital correntina y en julio fue trasladado a la granja Yatay, de régimen semiabierto. “En la granja Yatay se le apareció el comisario inspector Luján, de la jefatura del servicio que había sido denunciado por Escobar –-dijo Presman a Página/12–. Luján fue con la excusa de revisar la armería y allí condujo a Escobar. Probando las armas empezó a disparar. Dos balas rozaron la oreja del preso.” Terminada su revisión y sus recomendaciones, Luján se retiró. Un rato después, Escobar se fugó del lugar. Un mes después fue detenido en Buenos Aires y regresado nada menos que a la Unidad 1, donde están los denunciados por él mismo.
“Desde hace 40 días está en huelga de hambre –dijo Presman–, para que lo cambien a otra jurisdicción, como prevención antes de que lo maten. Hoy lo llevamos al hospital y seguramente va a quedar internado.”
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