SOCIEDAD • SUBNOTA
Los terrenos que la empresa Rumbo Norte ocupó y empezó a alambrar en septiembre del año pasado para comenzar su desmonte son parte de Campo El Suncho, “uno de los últimos espacios de bosque chaqueño que quedan en el país”, según afirma Noemí Cruz, coordinadora de la región NOA de Greenpeace.
Los habitantes de Algarrobal Viejo basan su subsistencia en la cría de ganado vacuno, ovino, caprino y porcino, recolectan frutos y se abastecen de madera en pequeña escala. Con la llegada de Rumbo Norte y sus alambrados, eso cambió. Por eso, Greenpeace apoya la lucha de los campesinos contra el desmonte.
Por tal motivo, el gobierno salteño, Juan Carlos Romero, dispuso una custodia policial permanente en el lugar. Los vecinos denuncian que “cuando intentamos cruzar al monte, nos amedrentan con tiros al aire”. Además, los policías “matan nuestros animales, se los comen y después venden sus cueros. Nosotros escuchamos desde el pueblo el grito de las cabras cuando ellos las matan”, aseguró José Veleizán.
Campo El Suncho, ubicado en la frontera entre Santiago del Estero y Salta, fue el centro de un conflicto limítrofe entre esas dos provincias, que se zanjó cuando la última dictadura decidió ubicar la mayor parte de su superficie en Salta. Eso nunca se consultó ni comunicó a los campesinos, sus pobladores originales.
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