SOCIEDAD • SUBNOTA
La vasectomía es el equivalente masculino a la ligadura de trompas. Consiste en cortar los conductos deferentes, a través de los cuales viajan los espermatozoides, a nivel de la bolsa escrotal. La técnica más común es hacer una incisión en el escroto, aislar el conducto, dividirlo y producir una pequeña quemadura en cada punta para obstruirlo. Se trata de una cirugía menor, que no requiere internación y cuya realización no demanda más de una hora. “No afecta la capacidad del hombre para alcanzar orgasmos, eyacular y lograr erecciones. La producción de semen en la eyaculación continúa normalmente; lo único que cambia es que no contendrá espermatozoides”, explicó a Página/12 Mario Mas, tocoginecólogo de la localidad rionegrina de Villa Regina, pionera en la realización de vasectomías, desde 2003 cuando se legalizó la práctica en esa provincia. Mas se ha especializado en México en una técnica menos invasiva conocida como vasectomía sin bisturí. “La gente debe saber que es una cirugía de difícil reversión”, aclaró Mas, quien desde la ONG Aspas impulsa la participación del hombre en la salud reproductiva de la pareja. “Hay varios mitos en torno de este procedimiento que hay que desterrar: no causa impotencia, cáncer u otros peligros para la salud, no se asemeja con la castración ni le hace perder fuerza física, desarrollar una voz más aguda o aumentar de peso al hombre ni afecta sus rasgos masculinos ni la función sexual de ninguna manera. Puede, incluso, aumentar el placer sexual al reducir la ansiedad de que ocurra un embarazo accidental o al eliminar la necesidad de interrumpir el acto sexual para usar un método de barrera”, explicó Mas.
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