El líder del ANC fue uno de los presos célebres que pasaron por el Fuerte de Johannesburgo cuando era usado como una suerte de penal de encausados para casos políticos. Al llegar, se encontró con que lo llevaban a una celda en el pabellón de blancos, el más lejano posible del Cuatro y el Cinco. “Yo soy negro”, remarcó Mandela con ironía. “Es que el hospital está en este pabellón y si se siente mal lo queremos lo más cerca posible”, le explicaron, con falsa amabilidad. “Por supuesto que no era eso –explica Darryll Petersen–. Lo querían lejos de los demás presos políticos. Pero igual logró comunicarse con ellos. Como en la ESMA, siempre hay manera de comunicarse en una prisión.”