SOCIEDAD • SUBNOTA
› Por Mariana Carbajal
El taller de composición musical es parte de un proyecto muy amplio de integración “socioeducativa y laboral” de adolescentes de barrios pobres del conurbano, que diseñó la Fundación de Organización Comunitaria (FOC) en alianza con organismos gubernamentales (Dirección General de Escuelas de la provincia y Ministerio de Trabajo de la Nación), Unicef y algunas empresas. Se trata del Programa Desafío, que se desarrolla desde 2005 en siete distritos del sur del conurbano: Lomas de Zamora –donde comenzó en 2002–, Almirante Brown, La Matanza, Avellaneda, Lanús, Quilmes y Florencio Varela. El proyecto consiste en “abrirles la puerta de las escuelas” a chicos que en su mayoría no van a clase regularmente, a través de diversos talleres. También se dan en algunas ONG o instituciones de la comunidad.
Les ofrecen una amplia oferta de cursos de formación laboral, arte, deporte y salud. Actualmente están “enganchados” al proyecto unos 1100 jóvenes, de 15 a 24 años, según informó a Página/12 Juan Amichetti, director Institucional de FOC. “Muchos son un núcleo duro que no estudia ni trabaja, algunos en conflicto con la ley o con problemas de adicciones. En la mayoría de los casos son pibes cuyos padres viven de planes sociales”, contó Amichetti. “La metodología de trabajo con los adolescentes y jóvenes y también con docentes estrán siendo sistematizada para poder ser transferida a otros territorios. Desafío demuestra, entre otras respuestas, que la formación profesional es un incentivo relevante para los adolescentes que vuelven a la escuela para culminar estudios”, destacó Elena Duro, oficial de Educación de Unicef Argentina. El organismo internacional apoya el proyecto y varias empresas participan en el diseño de la formación laboral.
Una característica del programa es que se les da un lugar primordial a las inquietudes de los mismos adolescentes, señaló Amichetti. “Se toma en cuenta lo que ellos plantean como necesidades”, precisó y contó que la evaluación “más fuerte” que han hecho de los resultados del programa tiene que ver con el cambio de expectativas de los chicos una vez que se incorporan. “Cuando se suman les preguntamos cómo se ven en un año y muchos dicen: ‘muertos’, ‘tirados en una zanja’. En los talleres se trabaja la autoestima, se los ayuda a valorarse, trabajan sobre sus derechos. Y después, ellos mismos empiezan a hablar de proyectos, de trabajo, de una mejor relación con sus familias, pueden ver más claro un proyecto de vida”, subrayó Amichetti.
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