Durante el proceso a Hugo De Tres Letras, las contradicciones son parte del proceso. En el acta policial, el sargento Eduardo Metivier empieza diciendo que “nos hallábamos recorriendo este ámbito en prevención y represión de ilícitos y faltas en todas sus gamas, haciéndolo a bordo del móvil identificable orden 8093, es que al llegar a las calles España y Leandro Alem de este medio, somos interceptados por una persona de sexo femenino la cual se hallaba solamente con una remera colocada (...)”. Se trataba de la denunciante, CRV. Un par de horas después, en su declaración en la comisaría, la mujer contradijo el acta policial. Mencionó que corriendo encontró a tres chicas que llamaron al 911. Debería figurar en el registro de llamadas. Ante el fiscal, la mujer dijo que fueron dos las chicas a las que encontró. De todos modos, fueran tres o dos, nunca aparecieron ante el fiscal a declarar. Tampoco fueron citados testigos del pool. El acusado, sin intérprete que lo entendiera, y sin tener noción de qué representaba firmar, firmó y marchó preso. Le tomaron una pericia psiquiátrica, sin intérprete que lo entendiera, sin que se sepa si realmente entendió lo que estaba sucediendo, y lo declararon imputable.

Hay otros casos en los que la imputabilidad, la noción de lo que está bien o está mal no implica nada más que su imputabilidad. Entre los anales de la sordera jurídica figura el caso de un sordomudo despedido sin indemnización sólo porque el último día en su trabajo le dieron a firmar el telegrama. Y el sordomudo firmó. Está el caso de un hipoacúsico, que sin noción del momento, detenido con arresto domiciliario, y a una semana del juicio, se escapó porque se había peleado con la novia. Su situación, procesalmente, empeoró. En el caso de la chica violada en Misiones, sólo se enteraron del ataque cuando la madre notó el embarazo. En el fiscal dudaba de la joven y no investigó el delito sino si la joven quiso quedar embarazada. Además de sufrir ser mujer, la violada sufría de hipoacusia.