Dom 25.08.2002

SOCIEDAD • SUBNOTA

Los secretos de la cría

La vida sexual de los caracoles nunca será motivo para un best seller. Pero su conocimiento resulta esencial para quien pretende vivir de la crianza de estos moluscos. Hermafrodita atípico, el caracol no es macho ni hembra peso sí necesita de un compañero/a para acoplarse y generar descendencia. La cópula resulta un acto bastante discreto: ambos se unen por el cuello, mediante unos tubitos por los que intercambian el material reproductivo. Animal paciente como pocos, así como se lo ve, el caracol no le pone límite a ese momento de placer: la cópula puede durar más de 10 horas.
Cada individuo pone de 70 a 140 huevos, de los cuales será útil apenas un puñado. Los entierran en un hoyo, donde permanecen de 15 a 20 días, hasta que nacen los pequeños caracolitos. Suelen tener dos reproducciones al año: una en primavera, la otra en otoño. El período de crecimiento varía según el método de crianza: en el extensivo, lleva de uno a dos años; en el intensivo, de seis a siete meses.
La temperatura ideal en que se desarrollan es de 18 a 25 grados, con una humedad del 70 al 90 por ciento, condiciones que sólo se logran en un invernáculo, con paredes de plástico, techo de media sombra y un generador de vapor. Sobreviven, de todas maneras, si están en una quinta al aire libre, siempre que se los proteja con una red (para que no se escapen) y un tabique de chapa, para que no los coman las ratas. Allí se alimentan con productos de huerta: acelga, achicoria, espinaca. Comida que en otras circunstancias podría valerle una drástica condena al exterminio.

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