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“Juntá la plata, loco”
“Juntá la plata loco, mirá que esa plata la vas a usar para el velatorio de tu pibe... Loco, 4.000 pesos invertí yo para esto”, fue uno de los aprietes que recibió Luis Peralta, en su teléfono particular, de parte de los secuestradores, en una de las 12 llamadas recibidas entre el 5 y el 19 de julio en la casa familiar. Las comunicaciones se hicieron desde teléfonos públicos ubicados en San Miguel, Ituzaingó, Guernica, Ezpeleta, Don Bosco, Quilmes, Monte Grande y en barrios de la Capital Federal (Cabildo 762, Cerrito 782, Libertador 8420). Una fuente dijo que llamaron tres de los detenidos: César Rotela, David Pereyra y Marcelo Cejas.
Las últimas llamadas, en la etapa final del pago del rescate de 9.000 pesos y 2.000 dólares, fueron hechos desde los celulares que estaban a nombre del detenido Ernesto Allende. “Buscá una bolsa blanca y poné la plata adentro”, fue una de las últimas directivas que recibió Luis Peralta antes de arrojar el dinero desde un puente de la avenida Monteverde, en Claypole. Como Peralta había llevado una bolsa negra, tuvo que conseguir una en un comercio de la zona. La bolsa blanca era fácil de encontrar entre los yuyales donde tuvo que ser arrojada. En una de las llamadas, uno de los secuestradores dijo que necesitaban “100.000 dólares por lo menos”. –¿De dónde lo saco? –preguntó Luis.
–Vendé el reparto, vendé todo– fue la respuesta. Diego ya había sido asesinado.
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