› Por Fernando Krakowiak
El predominio de la economía
brasileña sobre la argentina no sólo se evidencia en el desequilibrio
comercial y la falta de coordinación macroeconómica. Durante los
últimos años, el socio mayor del Mercosur comenzó a invertir
en sectores clave del mercado argentino para ampliar su plataforma productiva
y poder competir con mayores posibilidades a escala global. La decisión
constituye una apuesta a largo plazo que contrasta con la retirada de varios
grupos económicos argentinos que vendieron sus empresas para administrar
activos líquidos o recluirse en el negocio agrícola, situación
que dificulta la complementación productiva al interior del bloque. Ese
comportamiento rentístico de la burguesía nacional
explica en parte la actual crisis del Mercosur por la debilidad del modelo industrial
argentino. El desembarco de las transnacionales brasileñas ya se concretó
en combustibles, energía, siderurgia, petroquímica, textiles,
alimentos, bebidas y en el sector aerocomercial. En estos días se especula
con nuevas inversiones en la industria del cemento a través de la compra
de Loma Negra. Según datos del Centro de Estudios para la Producción,
desde 1994 los brasileños invirtieron 3732 millones de dólares
en el país. El período de mayor auge fue entre 1994 y 1998 cuando
se realizó el 50 por ciento de esas inversiones. Luego el proceso se
desaceleró por la devaluación del real y la recesión argentina.
Sin embargo, desde la salida de la convertibilidad las operaciones recuperaron
dinamismo.
Durante la década del 90, las inversiones brasileñas en
Argentina fueron protagonizadas por empresas que estaban dando sus primeros
pasos a nivel internacional y tenían como estrategia principal vender
en el mercado regional. Algunas inversiones fueron de tamaño mediano,
como las realizadas por las autopartistas Copaf y Sogefi, la productora de Packaging
Dixie Toga en American Plast y la empresa de medicina prepaga Amil. También
se concretaron operaciones de mayor magnitud, como la compra del Banco Buen
Ayre por parte del Itaú, la construcción de la planta de Brahma
en Luján, la adquisición de Grafa por Textil Santista y la participación
de la siderúrgica Gerdau en la empresa Sipar.
A comienzos de 2000, las empresas grandes comenzaron a tener más participación
en el total de las inversiones brasileñas en el país, evidenciando
la consolidación de un puñado de jugadores que ganaron masa muscular
para competir a nivel mundial. Petrobras desembolsó 500 millones de dólares
para quedarse con la cadena de estaciones de servicio EG3 y la siderurgia Belgo
Mineira adquirió acciones de Acindar por 100 millones de dólares.
Luego de la devaluación del peso, el desembarco de las transnacionales
se aceleró por el cambio de precios relativos. Petrobras le compró
a Pérez Companc la empresa Pecon Energía, con intereses en petróleo
y distribución eléctrica, por 1125 millones de dólares;
Brahma se quedó con una parte de Quilmes; Belgo Mineira pasó a
controlar Acindar al quedarse con las acciones de la familia Acevedo y Grafa
fue rebautizada como Santista para aprovechar el posicionamiento internacional
del grupo brasileño, el cual cambió su composición accionaria
pasando a ser controlado por la transnacional Camargo Correa. Esta compañía
también tiene intenciones de quedarse con la cementera Loma Negra perteneciente
a Amalia Lacroze de Fortabat. El último movimiento lo protagonizó
la aerolínea brasileña Gol que el miércoles pasado comenzó
a ofrecer vuelos a bajo costo entre San Pablo y Buenos Aires, mientras proyecta
volar a otros destinos como Córdoba y Rosario.
La contraparte argentina no tuvo el mismo desarrollo. En los noventa, varias
empresas invirtieron a nivel regional, destacándose las compras de Techint
en Brasil (Confab), México (Tamsa) y Venezuela (Sidor), la expansión
de Arcor en Brasil (dos plantas), Chile (tres plantas) y Perú(una planta),
la participación de Pérez Companc en Bolivia, Ecuador, Perú,
Venezuela y Brasil, las inversiones de la empresa de telecomunicaciones Impsat
(familia Pescarmona) en una red óptica de transmisión de datos
en varios países de América latina y las inversiones de YPF, Socma
y Quilmes. Sin embargo, varios de esos grupos fueron vendidos y otros retrajeron
su nivel de inversión. Andrés López, investigador del Cenit,
señaló a Cash que hace algunos años realizamos un
trabajo sobre multinacionales latinoamericanas y detectamos cerca de diez grandes
grupos argentinos que se habían expandido al exterior vía inversiones,
pero si volvemos a mirar esa lista la mitad desapareció. Petrobras
se quedó con Pecon; Repsol compró YPF; Impsat pasó a manos
de sus acreedores (ahora es controlada por Morgan Stanley); Brahma (Ambev) presiona
para adquirir el control total de Quilmes y Socma disminuyó su exposición
en Brasil (venta del frigorífico Chapecó). Sólo Techint
y Arcor se mantienen como jugadores de peso a nivel regional y se proyectan
globalmente.
Muchos empresarios argentinos evaluaron la creciente apertura y transnacionalización
de la economía como un riesgo que no estaban dispuestos a afrontar y
se dedicaron a administrar activos líquidos millonarios o se replegaron
hacia negocios seguros en el campo, como hizo Pérez Companc y como se
especula que hará Amalia Lacroze de Fortabat si vende Loma Negra y se
queda con sus trece establecimientos rurales. Otros no pudieron afrontar el
peso de sus deudas en dólares y decidieron ceder sus empresas a grupos
con mayor respaldo financiero. La burguesía nacional ni siquiera
planteó una estrategia de alianzas con el capital brasileño en
un papel secundario. Sin duda ésa es una de las causas por las que los
grupos locales se retrajeron mientras los depósitos de argentinos en
el exterior crecieron. Ese desequilibrio complica las estrategias de complementación
productiva al interior del Mercosur porque los brasileños no tienen del
lado argentino contrapartes con proyección transnacional en muchos sectores.
Del otro lado de la frontera, el desafío empresario consistió
en crecer lentamente para luego transnacionalizarse con la ayuda del Estado
brasileño, quien no sólo participa de la expansión en su
rol de empresario con Petrobras, sino que también apoya al capital con
créditos a tasa blanda a través del Banco Nacional de Desarrollo
(Bnds) y los subsidios estaduales. Bernardo Kosacoff, director de la Cepal,
afirmó a Cash que en la década del 90 Brasil decidió
que estratégicamente era importante impulsar ese proceso, a tal punto
que aparecieron líneas de crédito específicas del Bnds
para apoyar la radicación de inversiones en el exterior. Los brasileños
avanzaron sobre Argentina con el objetivo de invertir en sectores con fuerte
inserción exportadora (petróleo, siderurgia, petroquímica
y, en menor medida, textiles) y crecer regionalmente en sectores orientados
al mercado interno (bebidas e industria de la construcción) para enfrentar
las inversiones provenientes de países desarrollados.
Un ejemplo de previsión lo constituye el grupo Camargo Correa. En 2002
lanzaron el Proyecto Camargo 2012 donde se destaca el objetivo de internacionalizar
el grupo y dejarlo entre los cinco mayores holdings privados no financieros
de capital brasileño en los primeros años de la próxima
década. En junio de 2003 tomó el control de Santista Textil,
principal proveedora y exportadora de denin en la región, y desde hace
varios meses negocia la compra de Loma Negra luego de haber explicitado entre
sus objetivos que su división cemento debía aprovechar las
oportunidades surgidas con el crecimiento de Brasil en 2004 e intensificar su
actuación en el exterior. La cervecera Ambev es otro ejemplo de
proyección. En 2000 surgió de la fusión de Brahma y la
compañía Antarctica Paulista para traspasar las fronteras
del país y difundir las principales marcas brasileñas en todo
el mundo. La mayoría de los grandes empresariosargentinos, en cambio,
prefirió vender sus activos físicos, decisión que pudo
haber sido racional desde el punto de vista económico, sobre todo de
corto plazo, aunque dejó el camino libre para que el capital brasileño
se consolide como único líder regional.
¿POR
QUE INVIERTEN EN ARGENTINA LOS CAPITALES BRASILEÑOS?
|
RICARDO ROZEMBERG, director del Centro de Estudios de la Producción Aprovechan
las ventajas |
FERNANDO PORTA, investigador Centro Redes Posicionamiento
global |
MARTIN SCHORR, investigador Flacso Diferencias
históricas |
JORGE SCHVARZER, economista UBA Crecen para
competir |
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