› Por Fernando Krakowiak
El miércoles pasado, el Gobierno
anunció el lanzamiento del canje de la deuda en un clima de euforia contenida.
La mayoría de los analistas coincide en que la propuesta de reestructuración
diseñada por el ministro Roberto Lavagna tiene grandes posibilidades
de lograr un elevado porcentaje de adhesión. El desgaste sufrido por
los bonistas, el superávit fiscal y las bajas tasas de intereses internacionales
conforman un escenario ideal para los intereses argentinos desde una perspectiva
financiera. Sin embargo, la reestructuración sigue siendo cuestionada
por sectores que denuncian el carácter ilegítimo e ilícito
de la deuda desde un punto de vista jurídico y político. Entre
ellos se destacan Alejandro Olmos Gaona y Daniel Marcos, dos investigadores
que presentaron una solicitud de amparo para frenar el canje hasta tanto no
se resuelvan las causas penales que cuestionan el origen de la deuda. El pedido
es patrocinado por el prestigioso abogado Salvador María Lozada, presidente
del Instituto Argentino para el Desarrollo Económico. Cash entrevistó
a Lozada y a Olmos (ver aparte) para conocer los detalles de una presentación
que denuncia las irregularidades cometidas desde 1976 y reivindica el respeto
del orden jurídico por sobre la conveniencia financiera de un acuerdo.
¿Por qué presentaron un amparo para frenar el canje de la deuda?
–Porque tenemos la convicción de que el camino elegido es errado.
El Gobierno se olvida de los innumerables ilícitos que el juez Jorge
Ballestero comprobó en materia de deuda externa desde la dictadura militar
en adelante en la sentencia del caso Olmos. Hace cuatro años, Ballestero
puso a disposición del Congreso un listado de todos los ilícitos
cometidos en la constitución de la deuda. La mayoría legislativa
ha ignorado absolutamente esa delicada situación como si la deuda hubiera
sido contraída de un modo normal y regular.
¿Pedir la interrupción del canje en este momento no es ser funcional
a los acreedores que presionan para lograr una quita menor?
–Nosotros sólo somos funcionales a la protección del patrimonio
colectivo de los argentinos. Interrumpir el canje es ayudar a la Nación,
a los contribuyentes y al Tesoro nacional porque la renegociación va
a ser muy onerosa para el país.
¿Qué cree usted que se debería haber hecho y no se hizo?
–Promover que el Congreso asuma su rol exclusivo de gestor del arreglo
de la deuda, como dice el artículo 75 de la Constitución. Todas
las mayorías legislativas desde 1983 han escondido la cabeza como un
avestruz para no hacerse cargo de esa inmensa responsabilidad.
¿El Congreso no puede delegar la negociación?
–Al hacerlo está violando la Constitución Nacional porque
ésa no es una facultad susceptible de delegación.
Esa parece una cuestión de forma, porque dada la conformación
del Congreso no se deberían esperar decisiones demasiado diferentes de
las que tomó el Ejecutivo.
–Ahora no sabemos qué pasa dentro del despacho de Guillermo Nielsen
o de Roberto Lavagna. Desconocemos qué instrucciones se le ha dado al
estudio jurídico norteamericano que supuestamente atiende los intereses
del pueblo argentino en instancias judiciales norteamericanas. Esa falta absoluta
de transparencia se evitaría sustancialmente por el carácter público
de las sesiones del Congreso.
¿No sería poco operativo encomendar la negociación de la
deuda a un órgano legislativo?
–Cuando la propia generación constituyente estaba en el Congreso,
durante la presidencia de Bartolomé Mitre, se dispuso a través
de una ley de noviembre de 1863 que la deuda la debía manejar el Congreso
a través de una comisión bicameral compuesta por un número
reducido de legisladores. Así se logra la operatividad deseada sin perder
transparencia.
¿Y qué deberían hacer los legisladores?
–Convocar a todos los que se consideran acreedores para que exhiban sus
créditos y digan cuándo compraron los bonos, a qué precio
compraron y a través de qué bancos. Eso es esencial para saber
cuál es el daño que pueden sufrir y qué correspondería
compensar. Así sabremos también qué bancos lucraron con
la colocación de la deuda, los cuales deberían contribuir al momento
de resarcir a los eventuales damnificados.
En el amparo, ustedes señalan que la deuda es ilegítima por haber
sido gestada durante la dictadura militar, pero después fue legitimada
por gobiernos democráticos y lo que hoy se está pagando es deuda
emitida en democracia.
–La deuda es una sola, como fenómeno político económico
empieza con Alfredo Martínez de Hoz y, por corrupción, abdicación,
falta de coraje y complicidad de los gobiernos post-dictadura, se ha seguido
pagando y renegociando. Nunca hubo una legitimación porque nunca el Congreso
asumió la facultad de arreglar el tema de la deuda. Ha habido una prolongación
de las responsabilidades que contrajo Martínez de Hoz. Han sido continuadores
de la dictadura en contra de los intereses colectivos del pueblo argentino.
Se manejaron con un criterio de contadores que asumen la deuda como un mero
hecho, como una relación fáctica. Lo principal es saber si esa
deuda debe o no debe ser pagada; la relación entre deudor y acreedor
es algo esencialmente jurídico.
¿Hay antecedentes internacionales que justifiquen su posición?
–Está el caso de Costa Rica, que se resolvió en términos
de deuda odiosa. Se llama el caso Tinoco porque Tinoco era un dictador de Costa
Rica que tomó un préstamo del Royal Bank of Canada y se gastó
la plata. El asunto fue llevado a la Corte Internacional de La Haya y ambas
partes convinieron en que lo resolviera un árbitro. Eligieron al presidente
de la Corte norteamericana, William Taft, quien determinó que la deuda
era odiosa y no debía pagarse porque no tuvo al público como destino.
Si el pueblo no es el destinatario de la deuda, hay deuda odiosa. En el caso
de la Argentina, una parte sustancial de la deuda es deuda privada hecha pública
por exigencia del FMI durante la propia dictadura militar. No fue una deuda
que tuviera como destino el bien público.
¿La deuda contraída con los organismos multilaterales también
es ilegítima?
–Sin duda, le estamos pagando a uno de los promotores de la desdicha colectiva
de los argentinos. En el caso del Fondo se debería aplicar el principio
del derecho romano que se llama Alterum non laedere y sostener que lo que ya
se le ha pagado al Fondo excede con mucho lo que le corresponde después
de descontar el daño hecho a los argentinos.
Una resolución como la que ustedes plantean parece poco viable.
–La Argentina tiene que explicar con mucha claridad todo el proceso de
endeudamiento. Si se hubieran hecho las cosas con cuidado, la sentencia del
caso Olmos debería haber sido invocada por el propio Poder Ejecutivo
y no haberse ocultado sistemáticamente. Ahora ha pasado más tiempo
del recomendable, pero hay quehacerlo igual. Lo importante es clarificar la
deuda y liberar al pueblo argentino de esta carga tremenda que va a pesar sobre
las generaciones futuras.
Son muchos los que consideran que la deuda es ilegítima, pero no son
tantos los que creen que se puede iniciar una revisión de todo el proceso.
–Nosotros nos sentimos acompañados por los principios generales
del derecho, por toda la buena doctrina y por sectores colectivos de la Argentina
que no están en los medios de comunicación, pero que tienen una
actitud muy clara en rechazo de la deuda. El deber ser nos indica que tenemos
que empeñarnos hasta el último momento para impedir la continuidad
de un proceso erróneo e ilegítimo.
SALVADOR MARIA LOZADA ¿Quién es? Salvador María
Lozada es un reconocido jurista y ex juez de la Nación que adquirió
notoriedad pública en 1972 cuando decretó la quiebra del
frigorífico Swift, extendiendo la responsabilidad patrimonial a
su sociedad controlante Deltec Internacional. A partir de ese histórico
fallo se elaboró en la Argentina la doctrina Swift-Deltec, confirmada
por la Corte Suprema en 1974, según la cual los conjuntos económicos
son internamente solidarios y su separación formal como personas
jurídicas no permite a una parte del conjunto desentenderse de
las obligaciones del resto de las empresas del grupo. Esa sentencia pudo
haberse convertido en un precedente jurídico capaz de obligar a
los bancos extranjeros a devolver los dólares que confiscaron sus
filiales a partir del corralito. Sin embargo, la Corte Suprema decidió
avalar la pesificación al dictaminar que el derecho de los ahorristas
se oponía al interés general, poniendo en riesgo la paz
social. |
ENTREVISTA A ALEJANDRO OLMOS GAONA
En el nombre del padre
Por F.K.
Alejandro Olmos fue el principal
impulsor de la causa penal llevada adelante para determinar el origen ilícito
de la deuda pública argentina. Hizo su primera presentación en
la Justicia el 4 de abril de 1982 y siguió aportando pruebas hasta su
muerte, el 24 de abril de 2000. Dos meses después, el juez a cargo de
la causa, Jorge Ballestero, le dio la razón en un fallo donde se afirma
que la deuda fue producto de mecanismos irregulares “que tendían
a beneficiar y sostener empresas y negocios privados en desmedro de sociedades
y empresas del Estado”. Como la acción penal había prescripto,
Ballestero remitió los antecedentes al Parlamento para que establezca
“la eventual responsabilidad política que pudiera corresponder
a cada uno de los actores en los sucesos que provocaran el fenomenal endeudamiento
externo argentino”. Sin embargo, la mayoría parlamentaria nunca
se ocupó del tema. “Al ver que el Congreso no intervenía,
me di cuenta de que la investigación hecha por mi padre iba a terminar
ahí. Entonces me puse a trabajar en el tema porque creo que es mi obligación
como ciudadano”, señaló a Cash Alejandro Olmos Gaona, uno
de los impulsores del amparo para frenar el canje y de las causas que aún
siguen abiertas sobre la deuda en la Justicia.
¿Por qué motivos considera que la deuda es ilícita?
–Todos los peritos que intervinieron en la primera causa, iniciada por
mi padre, determinaron que la deuda externa argentina no tenía justificación
administrativa, económica ni financiera, y que estaban probados los ilícitos
denunciados para el período 1976-1983. Ballestero detectó más
de 470 operaciones que fueron ilegítimas. Toda la deuda posterior es
simplemente una refinanciación de la deuda de la dictadura, y en la investigación
que impulsó sobre el proceso de endeudamiento externo producido entre
1983 a 1995 también hay pruebas que demuestran que es fraudulenta e ilícita.
El problema es que los tiempos judiciales son muy lentos y si se dicta una sentencia
dentro de cinco años, no va a servir. Por eso presentamos el amparo para
suspender el canje hasta que la Justicia criminal se expida sobre el tema.
Ustedes señalan en el amparo que si el canje se concreta, se estaría
legitimando la deuda, pero la deuda fue legitimada en las reestructuraciones
anteriores.
–Decimos que existe la intención de legitimar la deuda, pero desde
el punto de vista del derecho ningún gobierno puede legitimar un fraude.
En el amparo señalamos que la deuda es un delito de ejecución
permanente porque continúa a través del tiempo, por lo que resulta
imprescriptible como en el caso de la sustracción de menores.
¿Usted cree que el gobierno de Kirchner busca legitimar un fraude?
–Este no es un acto hostil contra el Gobierno nacional porque creo que
Kirchner está haciendo todo lo posible para solucionar el problema de
ladeuda; lo que ocurre es que la política que lleva adelante es desacertada
porque no cuestiona la lógica que impone el sistema de la deuda. No es
lo mismo proponer un porcentaje de quita que decir: “Señores, en
este momento hay dos causas abiertas ante la Justicia penal de mi país
que está investigando la deuda que ustedes me reclaman. Por lo tanto,
hasta que la Justicia se expida, yo no puedo pagarles”. Lo preocupante
es que no sólo no hizo eso sino que, además, contrató al
estudio Cleary, Gottlieb, Steen & Hamilton que, según dice el decreto,
es el que nos asesoró desde 1989. No tiene sentido designar al mismo
estudio que asesoró a la Argentina en operaciones que no sirvieron para
beneficiarnos sino para seguir endeudándonos. Además hemos perdido
el poder soberano porque en los decretos sobre el canje de deuda se declina
la inmunidad soberana del Estado en los contratos que se van a hacer y se prorroga
la jurisdicción porque así lo exigen los mercados internacionales.
Pese a eso, ¿igual considera que el Gobierno hace todo lo posible para
solucionar el problema de la deuda?
–El Presidente hace lo posible dentro de la ortodoxia económica
clásica que señala que hay que pagar. Sigue los mandatos de la
economía convencional, presionado por los organismos financieros. La
lógica de la deuda implica pagar aunque no se deba.
¿Qué opinión tiene sobre la propuesta para salir del default?
–Ninguna de las reestructuraciones logró solucionar el problema
de la deuda. Si nuestro amparo fracasa y el canje logra un 70 por ciento o más
de aceptación, la deuda va a quedar en 140 mil millones de dólares.
Eso significa que en 5 o 6 años vamos a volver a atravesar una nueva
crisis de la deuda. No obstante, en el amparo no se cuestionan decisiones de
política económica. Nosotros queremos que se respete el orden
jurídico, porque la marginación de lo jurídico es lo que
permitió que se reproduzca el endeudamiento.
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