Dom 05.05.2002
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COYUNTURA Y ESTRUCTURA AGRARIA PAMPEANA

Las retenciones no son el problema

Más que el impuesto a las exportaciones, la cuestión clave del sector reside en que sin una banca pública para auxiliar a pequeños productores, la consecuencia será un incremento en la concentración.

Por Javier Balsa *

En estas semanas, la aplicación de retenciones a las exportaciones ha suscitado la oposición de numerosos productores que, lógicamente, defienden sus intereses inmediatos. Pero por detrás del fenómeno más visible, otros peligros acechan al pequeño y mediano productor pampeano. La compleja situación coyuntural puede devenir en una transformación estructural drástica.
En las últimas tres décadas hubo un aumento notorio de la productividad del sector, pero su contracara fue el sostenido incremento en los costos de producción, que incluyeron cada vez más insumos importados. Esta situación, junto con el aumento de las economías de tamaño y el desmantelamiento de las instituciones estatales de regulación, entre otros factores, condujo a la desaparición de la mitad de las explotaciones que había en 1970.
Si ésta ha sido la tendencia histórica, la situación actual amenaza con dar un golpe fatal a los pequeños y medianos productores que hasta ahora lograron mantenerse. El costo de los insumos claves para la mayor productividad se elevó marcadamente, al tiempo que el colapso del sistema bancario los ha dejado sin financiamiento institucional. Es más, actualmente está suspendido el canje de insumos por granos a futuro. Para enfrentar este escenario, algunos están evaluando regresar a tecnologías de costos más bajos pero de menor productividad, o incluso reducir el área sembrada.
De este modo, quienes podrán aprovechar el incremento en los márgenes de ganancia serán principalmente los agentes con alta capacidad financiera propia. Las estimaciones del IICA demuestran que la devaluación ha elevado estos márgenes sustancialmente, a pesar de las retenciones. Y esto sucede justo cuando, ante la debacle económica nacional, la inversión en la producción agropecuaria se presenta como la mejor opción para los capitales que no han salido del país.
Entonces, el primer punto de confrontación será el mercado de tierras en alquiler. El problema es que la gran mayoría de los productores sólo alcanza alguna escala agregando a su propiedad el arriendo de otros lotes. En las próximas campañas, es muy difícil que puedan retener estos campos, frente a las ofertas realizadas a los dueños por los grandes contratistas y los “pools de siembra”, que cultivan, cada uno, varias decenas de miles de hectáreas. Ya hay algunos indicios de que ha comenzado una fuerte puja por los campos en las zonas agrícolas.
Sin una banca oficial que financie las inversiones productivas de los pequeños y medianos productores –tal vez destinando parte del producto de las retenciones–, es muy probable que nos deslicemos, en un par de años, hacia un agro mucho más concentrado que el actual, que, por cierto, ya presenta explotaciones agrícolas de tamaños enormes en términos internacionales. Quisiera recalcar que éste no es un problema de rentabilidades, sino de fuertes diferenciales en las oportunidades reales para acceder a los beneficios extraordinarios producidos por la devaluación. Tampoco es un problema meramente sectorial. Como hemos visto en nuestra historia, el modelo de desarrollo agrario posee importantes consecuencias sobre el resto de la sociedad. En este caso, un proceso de mayor concentración tendrá, seguramente, efectos devastadores sobre las economías locales, aquellas que aseguran la sobrevivencia de localidades y ciudades intermedias a lo largo de toda la región pampeana.

* Investigador del Conicet-UNLP.
e-mail: [email protected]

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