LA INDUSTRIA LANERA, PROTECCION DE MERCADO Y DISPUTAS EN EL MERCOSUR
Las disputas en el bloque se concentran en Brasil. Pero también hay pujas con Uruguay, como la que tienen los productores de lana.
› Por Cledis Candelaresi
Cuando se piensa en los problemas del Mercosur, se piensa sólo en Brasil. Sin embargo, no faltan entredichos con los otros integrantes del bloque. Por caso, Uruguay es el desvelo de la única productora de lana integral de la Argentina: la empresa familiar Lincolan. Su vicepresidente y dueño, Aldo Linkowski, afirmó en diálogo con Cash que los subsidios estatales que favorecen a los competidores del bloque son su principal escollo.
¿Funcionan los acuerdos con Brasil?
–Las compras desde Brasil empezaron a ser un problema. En realidad, nuestro problema específico es con Uruguay, ya que es el principal origen de las importaciones de lanas, además de nuestro competidor de otros mercados externos. Argentina es el cuarto país lanero del mundo. El problema es que vendemos la materia prima antes de empezar a procesarla. Hace años existía una manufactura muy próspera. Con la política de Martínez de Hoz y con la menemista después, las industrias se fueron fundiendo.
¿Cómo consiguieron sobrevivir?
–No tengo la respuesta. Quizás fuimos más conservadores que el resto. No nos agrandamos, no crecimos en forma vertiginosa y siempre lo hicimos con capital propio. Arrancamos como tejeduría, después nos convertimos en hilandería y, finalmente, sacamos el artículo terminado.
¿Exportan?
–Poco. En los noventa era más fácil exportar. La apreciación de la moneda era sólo una parte de la historia. El problema competitivo no está sólo dado por el tipo de cambio. Uruguay también devaluó pero su principal ventaja está en el acuerdo que firmó con México que le permite venderle productos laneros sin arancel, mientras nosotros tenemos que pagar el 14 por ciento.
Ahora también enfrentan la competencia de Brasil.
–Sí. El 80 por ciento del consumo de bienes laneros es importado, y la mayor parte desde Uruguay. De productos terminados, Argentina importa cuatro veces lo que produce.
¿Por qué las empresas uruguayas y brasileñas son más competitivas?
–Uruguay tiene precios bajos por subvenciones de diverso tipo y créditos blandos que a veces ni siquiera devuelven.
¿La clave, entonces, para ser competitivo es recibir un subsidio?
–No pienso eso. Nuestra carrera industrial, justamente, tiene que ver con la no subvención. Insisto en que Uruguay es un caso tan interesante como Brasil. No hay que olvidar que las bicicletas uruguayas fundieron a los fabricantes argentinos, gracias a que recibían fuertes subvenciones. El problema es que cuando intentamos batallar contra el subsidio uruguayo nuestros clientes locales se opusieron con el argumento de que podían comprar allí productos de calidad que no les proveíamos nosotros. La clave era frenar el ingresos de los bienes que sí se fabricaban aquí. Pero no prosperó.
Hay acuerdos privados que limitan las exportaciones de un país a otro.
–Los acuerdos privados no llegan a ningún lado porque finalmente no son coercitivos. Hay monitoreo estatal pero no la obligación de cumplirlos.
¿Cómo evalúa la estrategia del Gobierno con Brasil?
–Débil. Con sesgo industrialista, pero sin herramientas. Los industriales estamos sin defensa y resolverlo es un tema político. Me indigna que los productores textiles parezcamos unos llorones que sólo queremos protección.
¿Y no lo son?
–El tipo de cambio no agota la discusión. Nunca hubiéramos imaginado los aumentos de sueldo que se dieron si el Gobierno no los hubiese dispuesto por decreto. Le aseguro que los trabajadores consiguieron así más que una paritaria del sector. Hay cosas que distorsionan la ecuación del sector. Entre otras, que la electricidad y el gas suban, mientras nuestra materia prima se ha dolarizado.
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