LA RECUPERACIóN DE LA INDUSTRIA VISTA EN PERSPECTIVA HISTORICA
El director del Centro de Estudios para la Producción analiza si la reactivación industrial encontró un techo o continúa a paso firme.
Por Ricardo Rozemberg (*)
Las condiciones macroeconómicas alcanzadas a partir del abandono del régimen de convertibilidad abrieron nuevos horizontes para las actividades industriales. En efecto, la vigencia simultánea de superávit fiscal y de cuenta corriente, en un entorno monetario ajustado, con un tipo de cambio real estable y relativamente alto, no ha sido una característica habitual en la economía argentina de las últimas décadas. Es en este marco más propicio para el desarrollo del sector manufacturero donde se observa una fuerte recuperación de la industria, la cual desde inicios de 2002 acumula un incremento del orden del 44 por ciento, habiendo ya superado en casi 3 por ciento el pico pre-recesivo.
Promediando ya tres años desde el inicio de este proceso, vale la pena hacer un breve balance y formular algunas preguntas, tanto acerca de lo que pasó como sobre lo que podrá pasar de cara al futuro. En este sentido, vale hacerse algunas preguntas: ¿el avance de la industria registrado hasta el momento resultó más vigoroso que el de las salidas de recesiones previas?, ¿se distinguen algunos aspectos novedosos en el nuevo ciclo ascendente de la actividad manufacturera?, ¿el nuevo régimen genera o puede generar una estructura industrial más “densa”, con mayor diferenciación de productos, dotados de más diseño y valor agregado? En definitiva, ¿es posible un salto productivo manufacturero sustentable, generalizado, y cualitativamente diferente?
Dónde estamos. Repasando lo sucedido en los últimos 25 años, el presente aumento de la actividad manufacturera resulta más pronunciado que el registrado en la salida de las cuatro recesiones precedentes, teniendo en cuenta la velocidad a la que avanzó en los primeros once trimestres de mejora. Asimismo, actualmente el producto industrial logró recuperar todo el terreno perdido durante la fase contractiva del ciclo, mientras que a esta altura en la salida de otras recesiones largas –como la que siguió al abandono de la “tablita cambiaria” de fines de los ‘70 o la hiperinflación de fines de los ‘80– ello no había podido conseguirse.
Por otro lado, si bien a lo largo de los últimos años se observa que todas las ramas manufactureras motorizan el avance industrial, no se debe pasar por alto que este fenómeno no fue usual en recuperaciones anteriores, ya que nunca antes todos los grandes bloques crecieron de manera conjunta y sostenida.
Otra de las características salientes del actual patrón de crecimiento manufacturero está vinculada a la creación de empleo. La experiencia muestra que no siempre las fases expansivas de la actividad industrial estuvieron acompañadas por una generación de puestos de trabajo del sector. En efecto, la elasticidad empleo-producto industrial fue negativa en la salida de la “híper” y en la recuperación post-crisis del Tequila, en función de que la mayor producción tuvo lugar junto con una destrucción de puestos de trabajo. Asimismo, en las recuperaciones que siguieron a la recesión “post-tablita” y a la de 1985, la elasticidad empleo-producto industrial, si bien positiva, resultó notoriamente menor a la verificada entre inicios de 2002 y comienzos de 2005.
De cara al futuro. Tanto los rasgos estructurales del actual régimen económico como el desempeño reciente del sector industrial aparecen “desafiando” en cierta medida los desarrollos de la historia económica de nuestro país. Esto no implica que la actual configuración productiva de la industria sea ya muy diferente a la observada décadas atrás. Más bien significa la consolidación de una Argentina altamente competitiva en la producción de insumos industriales básicos y alimentos, a los cuales se han sumado una variada gama de productos manufactureros que avanzan en la cadena de valor.
Los cambios estructurales en el aparato productivo no se dan de la noche a la mañana. Avanzar hacia una industria más integrada y con mayor valor agregado aparece como un objetivo complejo, donde la inversión juega un rol principal. Es por ello que la consolidación en el tiempo del actual régimen de política macroeconómica, junto con el sostenimiento y profundización de las herramientas de política productiva de “sintonía fina”, surgen como condición necesaria para que el entramado productivo de los próximos cinco o diez años sea cuantitativa y cualitativamente diferente.
(*) Economista. Director del Centro de Estudios para la Producción CEP.
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