CONSENSO DE WASHINGTON, INVERSION EXTRANJERA Y ESTADO DESARROLLISTA
El modelo de los noventa fracasó pero todavía no emergió con claridad uno nuevo. Aparece el Estado como actor relevante de esta etapa.
Por Veronica Gago
El economista estadounidense James Cypher visitó Buenos Aires invitado por el IADE. Durante su estadía, Cypher planteó en sus intervenciones públicas cuál es el papel que le toca jugar al Estado en un contexto de internacionalización de la economía. Especialmente para desmitificar la idea que el Estado desarrollista se trate de una cuestión del pasado. “Sólo en Asia oriental –aclara el economista– podemos ver naciones que han experimentado un rápido desarrollo durante la era neoliberal y es porque han utilizado la política del Estado desarrollista para construir sistemas de producción nacional altamente intensivos y dinámicos.”
¿Por qué considera que hay espacio para un nuevo modelo económico?
–Hoy muchos de los jefes del Banco Mundial dicen que la táctica del Consenso de Washington no es un modelo de desarrollo y que cuando un país es más fiel a sus dictados peor resulta en términos de crecimiento de PIB o índices de pobreza. Esos análisis no son hechos por personas de izquierda, sino por quienes estuvieron de acuerdo con esas recetas. Creo que hay una apertura en términos de modelos tras un fracaso. Tomemos México: el neoliberalismo no ha funcionado y esto lo dicen incluso sus funcionarios de derecha. Otra cosa que hay que diferenciar es entre el mito de Chile, por un lado, y su realidad, por otro. Los elementos del sistema productivo chileno que están funcionando bien son los que han tenido mucho apoyo del Estado: salmoneras, frutas y cobre. Detrás de esos pilares de la economía chilena no está el mercado, sino políticas sectoriales estatales. La economía es ciencia más ideología. Y lo peor es que hay quienes en América latina que son más neoliberales que los del Banco Mundial y el FMI.
¿Aceptar el fin del Consenso de Washington daría lugar a proyectos de tipo desarrollista en América latina?
–No hay que plantearlo en términos de volver al pasado. Creo que la idea –compartida por la izquierda y la derecha– de que la política de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) fracasó, es un mito. El intento neoliberal de demonizar al Estado carece de validez empírica. Sin embargo, para repensar el Estado desarrollista tiene que plantearse otra relación entre el Estado y el sector privado, distinta a la del pasado, donde el Estado trataba de ser líder sobre el sector privado.
¿Cómo sería otra relación posible?
–Estoy investigando la relación entre sector público y privado en casos como Corea, Taiwán y Malasia. Aquí aparece una relación bien diferente respecto de la relación de subordinación-dominación-captura que existió durante la época de ISI. Cuando han aceptado empresas trasnacionales en su territorio no se han mostrado pasivos. Hoy tiene que tratarse de una relación horizontal y el Estado debe tener cierta autonomía y, al mismo tiempo, estar asentado dentro del sector privado. La gran lección de estos nuevos modelos para pensar un Estado desarrollista es que debe haber una reciprocidad entre lo que da el Estado y lo que hace el sector privado.
¿De qué forma el Estado construye la fuerza para imponer esa reciprocidad?
–Eso es muy complicado en un país como Argentina donde no se accede a los puestos políticos por méritos, sino por conexiones políticas o personales. Lo mismo en México, donde tener un diploma de Chicago alcanza para entrar al Ministerio de Economía aun si se trata de gente incompetente. Si Argentina trata de crecer por la exportación de soja y de carne, ya conocemos cómo se dieron desde 1918 en adelante los términos de ese intercambio. A mí me cuesta entender la pasividad argentina. Creo que no se piensa en una política industrial porque se supone que implica el regreso al pasado. Sin embargo, el corazón del desarrollo tiene que estar en la industria manufacturera.
¿Cómo articula el desarrollismo con la Inversión Extranjera Directa?
–Según algunos economistas, la IED atrae todo lo demás –capacitación, conocimiento, nuevos empresarios– por efecto de derrame. Pero cuando se ven los datos se observa que eso no es estrictamente lo que pasa o no pasa tanto como se supone. Menos aun, ese efecto de derrame se va a concretar si hay una actitud pasiva por parte de los países que reciben IED. Por ejemplo, Asia siempre ejerció una táctica de selección sobre las inversiones. Si la inversión consiste en comprar tierras, eso no tendrá derrame; si es una inversión en comercio, tampoco. El efecto derrame aparece cuando las inversiones se realizan en el sector manufacturero.
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