Dom 18.09.2005
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INFORME ESPECIAL > GANANCIAS EMPRESARIAS Y SALARIOS

Maten al cocodrilo

Un documento preparado por el Ministerio de Trabajo, al que tuvo acceso Cash, revela que las ganancias extraordinarias obtenidas por la mayoría de las empresas desde la devaluación les permitirían aumentar sueldos sin provocar inflación ni afectar la inversión y el empleo.

› Por Fernando Krakowiak

Las ganancias extraordinarias obtenidas por las empresas desde la devaluación les permitirían aumentar los salarios, sin provocar inflación ni afectar la inversión y el empleo. Esa conclusión no es del movimiento piquetero ni de dirigentes sindicales sino de un informe reciente elaborado por el Ministerio de Trabajo, al que accedió Cash. En ese documento se detalla que, pese a los incrementos salariales otorgados por el sector privado e incentivados por el Gobierno, entre 2001 y 2004 el costo laboral cayó un 17 por ciento y el excedente empresario se incrementó 8,7 puntos porcentuales del PIB. Esa mayor acumulación no sólo se logró en los sectores de bienes transables como la industria (el excedente creció 17,8 puntos del producto sectorial), la agricultura (15,4) y la minería (7,1), sino también en la mayoría de los sectores no transables como el transporte y las comunicaciones (8,8), el comercio (6,4) y la construcción (5,5 por ciento). Los datos contrastan con el discurso empresario e incluso del ministro de Economía, Roberto Lavagna, dejando en claro que hay recursos suficientes para mejorar el deteriorado salario de los trabajadores sin tener que esperar incrementos en la productividad.

Los empresarios, algunos analistas y miembros del equipo económico sostienen que los salarios deben aumentar sólo si crece la productividad, medida como la mejora en el rendimiento productivo por hora de trabajo. Si así no fuera, advierten, las empresas trasladarían la suba directamente a precios para preservar su tasa de ganancia. Ese supuesto hace imposible pensar en una recomposición acelerada del salario real porque la productividad promedio de la economía crece a un ritmo muy moderado y aún se mantiene un 3,3 por ciento por debajo de 2001 (con relación a 1998, la caída es de 7,3 por ciento). Eso se debe a que la recuperación se basó en un importante aumento del empleo formal debido a una mayor utilización de la capacidad instalada y al abaratamiento de la mano de obra en relación con los precios de producción y al resto de los factores productivos, sin que haya habido aumentos significativos de la inversión.

Pese a la baja productividad, la rentabilidad empresaria creció de manera extraordinaria, pues no dependió de la inversión en innovación productiva sino de otros factores como la modificación de los precios relativos generada por la devaluación y la suba de los precios internacionales. Por lo tanto, en el informe del Ministerio de Trabajo, titulado Productividad, costo laboral y excedente en la Argentina 2003-2004, se resalta que “las subas de salarios pueden ser compensadas no sólo por ganancias de productividad laboral o traslados a precios sino también con cargo a rentabilidades extraordinarias”. En los casos en que los niveles de rentabilidad previos a los aumentos salariales sean altos por algún evento transitorio (como la suba de precios internacionales o la devaluación) o se originan en rentas que no se volcaron a la inversión, “un aumento salarial puede producirse con cargo al excedente extraordinario heredado sin provocar necesariamente inflación”, destaca el documento.

El aumento del excedente empresario es la contracara de la reducción que se consolidó en los costos laborales respecto de 2001. Si bien a partir de 2003 y 2004 los costos comenzaron a crecer (5,9 por ciento acumulado) debido a los incrementos salariales, aún se encuentran 17 por ciento por debajo de los niveles vigentes en la convertibilidad. Los costos cayeron más que el promedio en los sectores transables como agricultura y ganadería (-53,5 por ciento), minería (-46,1) e industria (-34,9 por ciento). Aunque también se redujeron en los no transables como transporte y comunicaciones (-11,9), construcción (-10,5), intermediación financiera (-10,4) y comercio (-0,7). En todos los casos, la caída se debe a que los aumentos de precios sectoriales de la producción generados por la devaluación no se trasladaron completamente a los salarios y en algunos sectores, como por ejemplo la industria, también se deben contabilizar incrementos en la productividad laboral que tampoco fueron trasladados en su totalidad. Un informe del Instituto para el Modelo Argentino revela que de 22 sectores industriales, 18 incrementaron su productividad, pero en 20 el salario real se encuentra por debajo de 2001.

Limitar los aumentos salariales exclusivamente a la evolución de la productividad implicaría aceptar como algo dado la transferencia de recursos que implicó la devaluación, cristalizando los costos laborales en el nivel más bajo de los últimos sesenta años. Además, se debe tener en cuenta que los aumentos de productividad que se lograron hasta ahora no fueron acompañados de incrementos salariales en la misma medida, y el reparto de esos recursos también quedaría fuera de discusión. Por ejemplo, la productividad de la industria automotriz aumentó 97,7 por ciento en los últimos diez años, mientras que el salario (considerado como un costo empresario) cayó 23,1 por ciento. La propuesta de aumentar salarios por productividad no pretende incrementar los salarios en función de esos aumentos sino condicionar los futuros incrementos salariales a que siga creciendo la productividad.

Un informe elaborado por el área de Economía de Flacso y Fetia (CTA) revela que si los salarios de la industria manufacturera hubieran seguido la evolución de la productividad, habrían aumentado a una tasa anual de 4,8 por ciento entre 1991 y 2004. Sin embargo, terminaron por debajo del nivel de 1991. Para alcanzar la relación entre salarios y productividad vigente al comienzo de esa serie, el salario real debería aumentar ahora un 46,4 por ciento por encima de los incrementos otorgados desde el 2002, sin tomar en cuenta futuros aumentos en la productividad. Además, el informe destaca que la suba de la productividad por encima de los salarios significó la “apropiación” por parte del sector empresario de una masa de ganancias que les habrían correspondido a los trabajadores, si los salarios hubieran seguido el crecimiento de la productividad en la industria manufacturera.

En la actualidad, algunos especialistas sostienen que el excedente empresario acumulado está siendo destinado para financiar la inversión con capital propio debido a la escasez del crédito bancario. Por lo tanto, un aumento salarial a costa de esos recursos podría poner en riesgo el proceso de recuperación de la economía. El informe del Ministerio de Trabajo refuta ese argumento al señalar que “si se toma en cuenta como parámetro el año 1998; máximos niveles del PIB y de la inversión alcanzados en los últimos doce años, la tasa de inversión (IBIF/PIB) de ese mismo año alcanzaba un nivel del 21,1 por ciento con una participación del excedente en el producto o ingreso del 45,5 por ciento. En cambio hacia fines del año 2004, la tasa de inversión superó el 18 por ciento con un excedente mucho mayor (49,7 por ciento)”. Esto ratifica que habría espacio para aumentar salarios reales a costa del excedente sin afectar la inflación, la inversión ni la creación de empleo.

Diccionario

• Productividad laboral: relaciona los niveles de producción generados por cada unidad de trabajo utilizada en el ámbito de la firma, sector o país bajo análisis. El trabajo como insumo utilizado en el proceso productivo puede ser medido en términos de personas ocupadas, puestos de trabajo u horas de trabajo. El incremento de la productividad laboral indica el grado de ahorros de costos laborales como consecuencia de las mejoras en el rendimiento productivo de los ocupados.

• Costo laboral: refleja la evolución del peso de la masa salarial respecto del valor de los productos vendidos o producidos por la firma. Por ejemplo, el costo laboral por unidad de producto puede caer como consecuencia de una suba en los precios percibidos por los productos vendidos o por ganancias de productividad laboral.

• Excedente empresario: representa la masa de utilidades obtenidas en la producción. El monto del excedente es la diferencia entre el valor de producción (descontando el valor de los insumos intermedios) y la masa salarial pagada, además de descontar la masa de ingresos obtenidos por los no asalariados.

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