Dom 06.11.2005
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CRITICAS DE LA ORTODOXIA A LA POLITICA DEL BANCO CENTRAL

En el laberinto

El titular del Banco Central, Martín Redrado, recorre el mundo y responde a las críticas de diarios financieros internacionales dando fe de su ortodoxia monetaria y de su independencia. Pero no le creen.

› Por Alfredo Zaiat

Martín Redrado está en problemas. Su formación académica, su inicial trayectoria política y su posterior aceptación en los círculos del establishment financiero tienen raíz en la ortodoxia económica. Por lo tanto, la city y sus voceros esperan de él un política monetaria conservadora al frente del Banco Central. Por ese motivo, Redrado va recorriendo el mundo y respondiendo críticas de diarios financieros y banqueros que lo apuntan como blando, permisivo a las demandas políticas de la Casa Rosada y de ser uno de los responsables del repunte del índice de precios al consumidor. Redrado responde que él no dejó de ser lo que es, que mantiene las riendas de la autoridad monetaria, que tiene para mostrar números que revelan que ha implementado una estrategia monetaria restrictiva, y que la independencia del Banco Central está garantizada.

El escenario es un poco más complejo del que describió Redrado en la respuesta que brindó en la sección carta de lectores del Wall Street Journal y de su discurso institucional en una conferencia organizada por el Banco de España, en Madrid. En ambas intervenciones, el titular del BCRA señaló su fe a la ortodoxia monetaria, destacando, por ejemplo, que la base monetaria ha contabilizado una contracción de 3,5 por ciento en lo que va del año. Y que ha incrementado en 3 puntos la tasa de interés de los papeles de deuda utilizados como instrumentos de absorción para esterilizar el exceso de pesos.

Esa política monetaria –indudablemente ortodoxa– tiene su contrapeso para los interlocutores que Redrado busca convencer en los discursos de Néstor Kirchner. Este definió su línea de gobierno, en su primera declaración pública luego de las elecciones legislativas, como “keynesiana y heterodoxa”. Entonces, las personas que Redrado quiere persuadir de que está haciendo buena letra no le creen, pese a los reiterados esfuerzos que hace por mostrarse un buen alumno del monetarismo.

Hace un par de semanas, la columnista María O’Grady, del Wall Street Journal, afirmó que “el hecho de que la máxima autoridad del Banco Central sea hoy más conocido por sus transparentes ambiciones políticas que por su perspicacia económica no ayuda a construir confianza”. Otro ataque lo padeció el jueves último, en un encuentro académico realizado en Washington, en boca del economista jefe del Bank of America, Mickey Levy, quien destacó que el rebrote inflacionario se debe a lo que calificó como “una falta de independencia del Banco Central frente al Gobierno”.

En realidad, quienes lo critican saben, más allá del balance monetario y de los discursos, que Redrado no controla el directorio del Banco Central, integrado en su totalidad por hombres que responden a Kirchner y al ministro de Economía, Roberto Lavagna. Por lo tanto, su tarea no es sencilla: quiere que le crean que es ortodoxo, implementa una política en ese sentido, pero no convence porque el Gobierno impone una impronta en el discurso en otra dirección y la conducción del BCRA no le responde políticamente. En el comienzo de este artículo se había adelantado: Redrado está en problemas.

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