LA VENTA DE ENTEL, LAS PRIVATIZADAS Y LA RELACION CON LOS TRABAJADORES
El 9 de noviembre pasado se cumplieron 15 años de la privatización de ENTel. Investigación sobre la política laboral de Telefónica y Telecom.
› Por Natalia Aruguete
Hace quince años, la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTel) era vendida a dos conglomerados extranjeros –Telefónica y Telecom– para operar el mercado en forma monopólica. En ese lapso, la cantidad de trabajadores que tenía la empresa se redujo a la mitad, mientras que casi el 80 por ciento de los tradicionales empleados de la firma estatal fueron expulsados bajo diversas formas: retiros voluntarios e “involuntarios”, jubilaciones anticipadas y despidos. En diálogo con Cash, Damián Pierbattisti, doctor en Sociología de la Université de Paris (Panthéon-Sorbonne), analiza –en el marco de la privatización de ENTel– los mecanismos de poder utilizados para “volver productivos cuerpos que habían sido juzgados como improductivos, teniendo como horizonte la maximización de las utilidades de la empresa”.
¿Cuál fue el principal efecto de la privatización de ENTel sobre la fuerza de trabajo?
–En mi investigación analizo las transformaciones del campo jurídico que regulaba el ingreso al mercado de trabajo, el crecimiento del desempleo y otras modificaciones que desde la privatización produce la empresa para volver productivos a estos cuerpos que habían sido juzgados como improductivos.
¿A través de qué mecanismos?
–Hubo un dispositivo discursivo que atribuía una identidad negativa a los ex ENTel: lentos, perezosos, vagos. Así se imponían atributos de una identidad por construir vinculados a la productividad, la empleabilidad. Los dispositivos discursivos intentaban enfrentar hasta el paroxismo dos poblaciones, los ex ENTel y los nuevos. Cobró particular importancia el Departamento de Recursos Humanos, que impuso la nueva identidad y los nuevos valores de una cultura privada.
¿Como cuáles?
–Flexibilidad laboral, polivalencia, conocimiento de idiomas, informática. Siempre teniendo como horizonte la maximización de las utilidades de la empresa. Mi objetivo era investigar la micromecánica del poder desde el encuentro de los trabajadores en el ámbito del trabajo para comprender las utilidades extraordinarias que realizaron estas dos empresas. Al momento de la privatización, había más de 45 mil trabajadores en ENTel, la mitad correspondía a Telefónica y la otra mitad a Telecom. Hoy hay poco más de 20 mil. Y la cantidad actual de ex ENTel no supera el 20 por ciento.
¿Cuál fue la actitud de la empresa hacia los ex ENTel?
–Hasta el 1994/95, la empresa convocaba a retiros voluntarios. A partir de 1995, se produjeron retiros voluntarios inducidos, donde la fuerza de trabajo fue ampliamente presionada para dejar la empresa. Había un mecanismo de castigo a los rebeldes que resistían la imposición de las nuevas condiciones de trabajo. La empresa expropió la figura del trabajador, que pasó a ser un colaborador de la organización. Los mecanismos tendieron no sólo a disolver el poder colectivo sino a docilizar al extremo la fuerza de trabajo para que presentara la menor resistencia posible a los cambios. El objetivo fue domesticar. Los trabajadores vivieron una permanente puesta en examen de sus cualidades y competencias. Lo que se desvalorizaba eran las competencias adquiridas bajo la égida del Estado de bienestar.
¿Cómo tipificaba la empresa a la fuerza de trabajo?
–Cuando comenzó la privatización, se pasó de la noción de usuario a cliente, de empleo de por vida a empleabilidad y de compañero de trabajo a cliente-interno. A partir de la liberalización del mercado de las telecomunicaciones, existió una nueva tipificación que tenía que ver con el discurso religioso: el discurso de la fidelización. Hay cuatro grandes caracterizaciones: el terrorista es el que conspira contra los intereses de la empresa; el mercenario no está atado emocionalmente al proyecto de la empresa y va al mejor postor; el rehén es el que está en la empresa porque no tiene otra inserción en el mercado de trabajo y el apóstol es quien presenta la mayor satisfacción y motivación al interior de la organización.
¿Cuán efectivos fueron los mecanismos de la empresa hacia los trabajadores?
–En los sectores administrativos, la empresa adquirió una importante adhesión y logró imponer la nueva identidad sin resistencias. Pero en los sectores operativos, donde existía un saber obrero, no tuvo la misma efectividad y en algunos casos fracasó abiertamente.
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