DEBATE SOBRE EL INCIERTO FUTURO DE LA HUMANIDAD
En una reciente obra, el economista Roberto Kozulj plantea la problemática, desafíos y escenarios futuros de un mundo globalizado.
› Por Daniel Azpiazu
¿Por qué pensadores de la talla de Eric Hobsbawm y André Malraux vaticinaban que el siglo XXI sería un siglo de grandes rupturas respecto de los cinco siglos precedentes de historia occidental y en particular respecto del siglo XX? ¿Qué razones pueden explicar el fin de los años dorados y la constante declinación del dinamismo de la economía mundial desde los años setenta? ¿Por qué la inequidad distributiva, la creciente marginalidad y pobreza a escala internacional pasan a ser considerados como mecanismos naturales de la dinámica evolutiva del sistema? ¿Cómo es que se va consolidando un discurso que cada vez con mayor frecuencia justifica el fin de ciertos derechos universales en medio de la exacerbación de tales derechos nacidos de la ideología de la ilustración? Estas son sólo algunas de las tantas cuestiones –no menores ni intrascendentes– sobre las que Roberto Kozulj, economista de la Fundación Bariloche, indaga y busca responder en su reciente obra ¿Choque de civilizaciones o crisis de la sociedad global? Problemática, desafíos y escenarios futuros (Miño y Dávila editores).
Con toda certeza, Kozulj afirma que “el mito del crecimiento como única forma de resolver la problemática de la pobreza debe ser desechado porque es falso, tanto como la noción de que la innovación tecnológica continua es la única forma de resolver la cuestión del progreso material”. En ese sentido, las claves no deben buscarse tan sólo en el vertiginoso cambio de las ideas, ni en el proyecto imperial de los Estados Unidos. El énfasis, por el contrario, radicaría en un fenómeno poco explorado: la progresiva saturación de los mercados como consecuencia directa del paulatino agotamiento del proceso de urbanización en el plano internacional y de la total despreocupación por la equidad distributiva. Sobre la base de estas ideas, que Kozulj desarrolla y explica, tanto desde su fundamentación teórica como a través de una abundante evidencia empírica, se analiza exhaustivamente el complejo cuadro geopolítico en los inicios del siglo XXI, la emergencia de China e India como grandes oportunidades de mercado que, al tiempo que son indispensables para la supervivencia económica de Occidente, van configurando un nuevo escenario internacional, donde se conjuga la disputa por los recursos y por los mercados (al tiempo que se ve potencialmente amenazado el poder hegemónico de Occidente). Es a partir de estas transformaciones que interpreta hechos como los del 11 de septiembre y las inquietantes amenazas que se ciernen sobre el naciente siglo XXI.
En ese contexto, Kozulj sostiene: “La transición de un sistema basado en la motivación del lucro a otro basado en conceptos de amplia inclusión social implica la necesidad de renunciar a aspirar a más y renovados bienes durables por parte de los sectores favorecidos por la modernización. Si dicha renuncia fuera voluntaria, los problemas serían resolubles, de ser compulsiva, el panorama conducirá a un crudo enfrentamiento, tal como se registró en la historia del siglo XX”. Ciertos hechos recientes parecen darle bastante razón: The Brookings Institution organiza un debate para dilucidar entre médicos y psiquiatras si las prácticas de interrogación de los Estados Unidos están comprometiendo o no la ética médica y violando las leyes internacionales. Los Estados Unidos pretenden legitimar ataques preventivos con armas nucleares a aquellas naciones que son percibidas como potenciales adversarios para sus intereses o el de sus corporaciones. La CIA secuestra personas en territorio europeo y las conduce a prisiones clandestinas, que son una reedición de los abominables campos de concentración. A su vez en Europa los inmigrantes son golpeados por cabezas rapadas y en París son motivo de la declaración del “toque de queda”; cuando no son asesinados “preventivamente”, como en los subterráneos londinenses, por ser “morocho”. Periodistas son encarcelados por no revelar las fuentes de información. ¿Es un choque de civilizaciones como lo predijo Huntington o es una profecía autocumplida, producto del hijo predilecto de la epistemología natural de Occidente: el pragmatismo y un desarrollo económico evolutivo sin rumbo alguno?
En suma, el riguroso y polémico ensayo que acaba de publicar Roberto Kozulj no sólo invita sino, esencialmente, incita a la reflexión y el debate en torno de, nada más ni nada menos, que el incierto futuro de la humanidad.
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