Dom 30.07.2006
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DEVALUACION Y ECONOMIA REGIONAL

Boom para unos pocos

El incremento de la renta en producciones regionales queda en grandes compañías. El caso de manzanas, peras, uva y algodón.

› Por Alejandro B. Rofman *

La economía avanzará este año alrededor del 8 por ciento. Es el cuarto año consecutivo con crecimiento a tasas chinas. Sin embargo, el incremento se repartirá en forma diferenciada entre las diversas regiones del país. Sea por las aptitudes naturales de una región o porque los procesos productivos instalados en ella tienen mejor demanda interna y/o externa, la capacidad de captar los beneficios del crecimiento difieren espacialmente. A ello se suma el contexto macroeconómico nacional, donde las decisiones de política económica impactan de modo heterogéneo en las variadas áreas que integran el territorio. ¿Quien ganó y quién perdió con los importantes cambios en la política económica?

Hemos tenido la oportunidad de estudiar los resultados de la puja por el reparto de los excedentes generados por la devaluación. Así, abordamos el proceso de la actividad frutícola del Valle del Río Negro, la evolución de la vitivinicultura en Cuyo y el caso del Algodón en el Nordeste.

En la fruticultura de la pera y la manzana, en la región patagónica, durante los ‘90 imperaron serias dificultades para lograr rentabilidad si no se mejoraba el perfil técnico de la producción agrícola. Además, el fuerte control por pocas y muy concentradas empresas del proceso exportador captó gran parte de los excedentes de los productores primarios. El crédito bancario fue insuficiente y muy caro. Sólo sobrevivieron aquellos agricultores medianos capitalizados previamente que fueron capaces de reconvertir sus fincas. La devaluación pareció constituirse como la tabla de salvación, pero el panorama apenas mejoró para la mayoría de la masa de productores independientes tradicionales, mejoría insuficiente para capitalizarse y tornarse eficientes. Mientras, el sector empacador-exportador liderado por una gran multinacional de reciente implantación fue el que aprovechó al máximo los beneficios del cambio de precios relativos. Los productores frutícolas pequeños –mayoritarios en el espectro regional– hoy nuevamente tienen dificultades para permanecer en el mercado por el aumento de los costos y de los precios de los bienes de consumo para la subsistencia.

La región cuyana, basada esencialmente en la producción vitivinícola, experimentó un fenomenal proceso de modernización tanto en la oferta de uvas de creciente calidad como en la cada vez más intensa vocación exportadora en la comercialización del vino fino. Pero este proceso se ha hecho, en lo principal, a través de una elevada intervención de grandes capitales, con alta incidencia de aporte externo, que ha desplazado al pequeño viñatero tradicional. La devaluación favoreció al primer segmento y no permitió al productor pequeño reconvertirse por la carencia de recursos.

En el norte, el algodón fue hasta 1996 la estrella. Los precios internacionales subían y, pese al retraso cambiario, las grandes empresas elaboradoras de fibra podían exportar. Pero la bonanza global no se distribuyó hacia abajo. El pequeño productor algodonero no obtenía buenos precios ni disponía de créditos a tasas accesibles, y no pudo tornar más eficiente su producción y reducir costos. Cuando al final de los ’90 y primeros años de la década actual los precios internacionales se derrumban, la situación se vuelve desesperante. La actividad exportadora se interrumpe, los grandes desmotadores cierran o trabajan con alta capacidad ociosa, la emigración hacia las ciudades crece por expulsión de los pequeños productores y los cosecheros manuales, desplazados por la mecanización agraria, se quedan sin trabajo. La devaluación de 2002 no mejoró la situación general pues no compensó la caída de los precios y el algodón dejó de ser una opción para los productores mayoritarios. Se aprobó una ley para defender los precios de la materia prima, pero aún no se aplicó. En las explotaciones medianas y grandes la soja ha reemplazado el algodón.

En síntesis, a causa de la devaluación, los datos agregados indican la presencia de regiones cada vez más prósperas pero más desiguales en relación a la distribución de la riqueza y el ingreso. Para superar esta realidad, es preciso delinear una estrategia de Desarrollo Regional de modo tal que los mayoritarios sectores que en cada región producen en una posición de debilidad y permanente sujeción a los manejos de los grandes conglomerados superen esa condición subordinada. De lo contrario, ninguna variación de precios, ingresos globales o modificaciones en la dinámica de los mercados permitirá superar, en cada espacio, las graves falencias sociales hoy prevalecientes expresadas en la caída de los ingresos reales de los productores pequeños, que son mayoría en el campo y en la ciudad.

* Investigador principal del Conicet en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales. Coordinador general de la Comisión de Economías Regionales del Plan Fénix.

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