Las principales empresas de tecnología del mundo están concentradas en solucionar el problema de la brecha digital, con el objetivo de incluir a la mayor cantidad de población en el uso de las llamadas TICs (tecnologías de la información y las comunicaciones). La Unión Internacional de Telecomunicaciones y la Conferencia de la ONU para el Comercio y el Desarrollo publicaron recientemente el Indice de Oportunidad Digital, que mide el acceso de los ciudadanos a las TICs. El promedio alcanza 0,37 puntos. El informe marca que existen en el mundo 772 millones de PCs (12,26 máquinas por cada 100 habitantes). Sin embargo, en Africa sólo existen 1,57 cada cien personas y en Asia 6,02. En Europa la cifra aumenta a 28,09 y en América a 33,62. “La brecha digital es un concepto bastante estrecho si es entendido sólo como la incorporación de equipos. Mientras unos produzcan y otros consuman, no habrá reducción de la brecha digital”, afirmó a Cash el especialista en comunicación Guillermo Mastrini. Lo que se presenta como un discurso democratizador no es más que la intención de los países desarrollados de vender equipamiento a los países en desarrollo.

Esta visión sobre la brecha digital obedece a una discusión internacional que se viene dando desde la década del ’80 y en Argentina más fuertemente desde los ’90. No sólo por el hecho de ser el inicio del período menemista sino porque en 1994, el país recibió la visita de Al Gore, entonces vicepresidente de Estados Unidos, para lanzar el proyecto Infraestructura Global de la Información (GII por sus siglas en inglés). Decía Gore: “Las privatizaciones, la competencia y la liberalización de los mercados deben ser la piedra fundamental de nuestra política. No sólo reconocemos el potencial de las nuevas tecnologías como Internet, sino que nos hemos apropiado de su poder en pos del progreso y la prosperidad” (Al Gore en el Prefacio del Tercer informe del US Government Working Group on Electronic Commerce, 2000). Mastrini apunta que ésas fueron algunas de las primeras formulaciones que dieron paso a un proceso sostenido de fetichización de la ciencia, el conocimiento y las nuevas tecnologías, enmarcado en lo que mundialmente se llama Sociedad de la Información.

En el país existen distintas iniciativas que son enmarcadas bajo el concepto “reducción de la brecha digital”. Una de ellas es el Plan Mi PC. La otra, la compra por parte del Ministerio de Educación de un millón de laptops a 130 dólares aproximadamente, como parte del Programa “Una Laptop por Chico”, impulsado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Con el primer plan, se vendieron el año pasado 110.000 PCs, de las cuales sólo el 25 por ciento fueron financiadas por los bancos participantes del proyecto. El ex ministro de esa cartera, Roberto Lavagna, había vaticinado que se venderían a través del plan 2 millones de máquinas por año, llegando a los 10 millones de unidades en cinco años. Con el relanzamiento del plan, desde la cartera económica estiman vender en esta oportunidad 150.000 equipos hasta el 10 de enero, cuyas configuraciones costarán entre 1200 y 1900 pesos y podrán financiarse de 12 a 40 cuotas. “Las PCs siguen siendo caras”, afirma Olga Cavalli, docente universitaria y asesora de la Cancillería.

Por otro lado, con el plan impulsado por el Ministerio de Educación, se plantea distribuir laptops bajo un modelo de saturación. Es decir, que todos los chicos de un aula, de un colegio, de un municipio, tengan su equipo. “Este proyecto desmitificó el hecho de que las PCs tienen que ser caras. La iniciativa del MIT generó que otras empresas lanzasen sus dispositivos baratos. ¿Por qué el celular es tan masivo? Porque pueden comprarse por 200 pesos y en cuotas. De esta manera se pone en la mesa de discusión algo que a nadie se le había ocurrido: hacer computadoras baratas. El proyecto del MIT puso a las grandes empresas a pensar en algo nuevo”, indicó Cavalli.

En el país hay un parque de PCs de aproximadamente 6 millones de equipos, según la consulta Carrier y Asociados, y 2,3 millones de accesos a Internet, de los cuales 1,4 millones correspondieron a cuentas de abono y el resto a usuarios gratuitos, según el Indec. De todas maneras, la brecha original continúa siendo socioeconómica. A partir de ahí se abren otras brechas, entre ellas las relacionadas con lo digital. “En la Argentina falta un programa coherente de política en comunicación. Pensar esto como una política de Estado equivaldría a salir del esquema inclusión-apropiación tecnológica. Por ahora hay medidas sueltas y no políticas de acción”, concluyó Mastrini.