Dom 03.12.2006
cash

EL CRECIMIENTO DEL INTA Y EL DESARROLLO AGROPECUARIO

Carlos Cheppi, presidente del INTA: “Invertimos en tecnología”

El INTA cumple 50 años en un panorama donde el campo argentino vive una revolución. Impulsa investigación genética compitiendo con multis.

› Por Cledis Candelaresi

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria celebra sus cincuenta años en una situación optimista: sobrevivió al drástico achique que sufrió en la década anterior y tuvo una importante recuperación presupuestaria que le permite reequiparse, incorporar mano de obra y exportar servicios a variados destinos como Venezuela, Bolivia o a la rusa Kajaztan. En diálogo con Cash, su presidente, Carlos Cheppi, reconoce también que asiste al campo “más competitivo del mundo” y admite la facilidad de comandar una entidad que “tiene prestigio social”.

“El INTA sufrió en los ’90 como casi todas las organizaciones del Estado. Fue racionalizado: de 6000 personas perdió entre 1500 y 1800. Hasta el 2002 no hubo renovación de vacantes, lo que hizo perder otros 1500 más. También sufrió ataques para sacarnos el servicio de extensión.”

¿Ataques de quién y por qué?

–De la política neoliberal que afectó a toda América latina. El único país que sostuvo un instituto de investigación y extensión agropecuaria fue la Argentina.

¿A qué interés hubiera servido una privatización?

–El INTA es un filtro fuerte a introducir cualquier tecnología importada. Hubo una onda orientada a los servicios y a no desarrollar investigación local. Además, se asumió que la extensión estatal debía limitarse a zonas marginales y no a la rica pampa húmeda.

¿El INTA discrimina a productores pudientes de los más chicos?

–No. Tradicionalmente trabajó para medianos productores y recién empieza para los chicos en 1986. Hoy tratamos de darle otra lógica. El sector agropecuario creció en producción, aunque muchos productores chicos quedaron en el camino y migraron a grandes ciudades. Las grandes trasnacionales vieron un terreno libre para sus negocios, sin filtro del Estado.

¿Cuál es hoy ese filtro estatal a las transnacionales?

–La cuestión es si el Estado importa toda la tecnología o la produce. El INTA fue muy importante en todos los cultivos y la producción animal del país. En los ’70 y ’80, el 65 por ciento de la producción de trigo eran variedades del INTA, generadas genéticamente y producidas por el INTA. Las líneas del maíz híbrido también. Pero en los ’90 tuvimos que regalar esa investigación porque se liberalizó la actividad. La ley de semilla habilitó esa entrega. Hemos vuelto a producir investigación en genética.

¿El INTA compite, por ejemplo, con Monsanto?

–Debemos competir. Ellos tienen un departamento de biotecnología muy importante. Nosotros logramos mantener mucha gente con buena capacitación en tecnología y no necesitamos mandarlos afuera a capacitar. Pero hasta ahora no hubo un proyecto serio para desarrollarla. Ahora sí existe la convicción de que la biotecnología va a atravesar todos los sistemas de producción y por eso estamos invirtiendo en equipos de última generación para desarrollar proyectos y patentar resultados.

¿Hay escasez de recursos para esos desarrollos?

–No. Trabajo hace 25 años en el INTA y nunca hubo el presupuesto de estos tres últimos años. Elaboramos un plan estratégico discutido con los productores, universidades y empresas de agroindustria.

¿En qué consiste el plan?

–El primer punto fue incorporar gente joven. Tomamos más de mil profesionales, en pleno proceso de doctorados y maestrías. Invertimos en equipos importados, que acá dejaron de producirse, nuevos laboratorios, vehículos, radares.

Usted sostuvo hace poco que el INTA ayudó a la transnacionalización de empresas argentinas.

–Cuando se firma el acuerdo para comprar fuel oil a Venezuela, Argentina se comprometió a proveerle tecnología agropecuaria y este año capacitamos a más de 450 técnicos venezolanos. Pero también fuimos con empresarios a identificar la demanda de maquinaria agrícola y se cerró un contrato por el cual el otro día se entregaron las primeras de un contrato de 114 millones de dólares.

¿El productor argentino tiene vocación de invertir en tecnología?

–Hoy el sector agropecuario argentino es el más competitivo del mundo y, en gran medida, porque aprovechó el 1 a 1 para invertir en tecnología. Se concentró más, pero fue más competitivo. El boom agropecuario argentino es visto en el mundo con mucho asombro.

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