Dom 21.01.2007
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RETROCESO DE PRECIOS Y CANTIDADES

¿Del limón a la soja?

Los magros valores recibidos por los productores en las últimas dos campañas llevaron a una importante reducción de las explotaciones. Existe sobreoferta internacional.

› Por Claudio Scaletta

La realidad de la producción citrícola tucumana, la principal zona productora del país y una de las más importantes del mundo, puede ser una muestra de las transformaciones y desequilibrios que se producen en la producción agrícola cuando el único agente planificador es “el mercado”. Y hablar de mercado es hablar de precios. Normalmente las oscilaciones fuertes en los precios son la manifestación de superficie de fenómenos más profundos que están ocurriendo en la producción.

Los productores primarios tucumanos recibieron en diciembre pasado alrededor de 7 pesos por la bandeja de 20 kilos del cítrico. En lo que va de enero, el precio bajó a 5 pesos y se teme que los valores hayan iniciado la regresión a las cotizaciones del pasado octubre, cuando por dicha bandeja se pagaba sólo 1 peso. Si el limón, en cambio se vende a la industria, se obtienen alrededor de 25 dólares la tonelada, un precio 4 veces inferior a los 100 dólares que se pagaban durante la década pasada.

El destino de las tierras que ya no producen limón es la caña de azúcar, arándano y soja.

Los dos datos están relacionados. Según explicaron desde la Asociación Tucumana del Citrus, los magros valores recibidos por los productores en las últimas dos campañas llevaron a una importante reducción de las explotaciones. El recuerdo de la temporada 2004-2005 es el más oscuro. La falta de precio al momento de la cosecha motivó que la fruta se regale, o que se pague la cosecha para luego tirar la fruta.

Lo que sucede en la producción en fresco también se sintió en la industria juguera. En un momento en el que todos los indicadores de exportaciones que difunde periódicamente el Senasa se caracterizan por su tendencia alcista, las ventas de jugo de limón fueron una excepción. Entre enero y noviembre del año pasado, el organismo sanitario fiscalizó exportaciones por 5905 toneladas y 3.878.000 dólares, un descenso del 15 por ciento en volumen y del 29 por ciento en divisas con respecto a igual período de 2005. La mayor caída en valor que en volumen es un claro reflejo de la situación del mercado mundial.

En 2006, la cifra final exportaciones de limón fue de 273.143 pallets frente a los 323.437 enviados el año pasado. No solamente perdieron los exportadores. Esto también significó menor demanda de producción interna y se tradujo en los menores precios. Como las desgracias no vienen solas, en los inicios de la primavera pasada existió un período de sequía, y en Tucumán el limón es una producción de secano.

Parece claro que los problemas no son solamente atribuibles al mercado local, pero en él se potencian las consecuencias de la “sobreoferta” internacional. Los efectos en la producción fueron muy concretos. En 2006 cayó la inversión y muchas quintas directamente se abandonaron. En el sector privado estiman que la caída del área productiva de limón fue de más de 10.000 hectáreas, lo que se traduciría este año en una baja de la producción de entre 300 mil y 400 mil toneladas. El temor es que, aun así, cuando pronto comience la exportación tucumana, la situación del mercado internacional no permita la recuperación de los valores y retroalimente la caída productiva.

La estrategia que se plantean desde la Asociación para enfrentar la crisis es reorientar la mayor cantidad de producto posible hacia el mercado interno. Pero aquí las dudas también vienen de afuera. Es posible que con un mercado mundial con exceso de oferta haya presiones importadoras. Por eso, esa entidad cree que podrán ser necesarias salvaguardas y, cámara empresaria al fin, quitas impositivas.

Otro problema surge del destino de las tierras que ya no producen limón. Según la Asociación, muchos quinteros se pasaron a caña de azúcar, también un poco a arándano, pero una buena proporción de las tierras fueron a soja y éste puede no tardar en ser el destino de muchas tierras hoy abandonadas. El efecto social en una provincia con elevado desempleo en relación con el resto del país es que se pasa de una producción intensiva a una extensiva, es decir de una con fuertes requerimientos de mano de obra en las tareas culturales, cosecha y post-cosecha, a otra que puede funcionar con un mayor grado de mecanización y que, en consecuencia, consolida la tendencia hacia una agricultura sin agricultores.

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