CRECIMIENTO SOSTENIDO DEL COMERCIO CON CHINA
Las inversiones millonarias anunciadas en 2004 no vinieron. Apenas se concretaron unos pocos negocios. En cambio, creció fuerte el intercambio comercial.
› Por Por Diego Rubinzal
La visita del presidente chino Hu Jintao, en el 2004, estuvo rodeada de múltiples expectativas estimuladas desde despachos oficiales. Se anunciaron inversiones por 20.000 millones de dólares y hasta la posible recompra de deuda con fondos aportados por el gigante asiático. La potencialidad del mercado chino con 1300 millones de habitantes y el explosivo crecimiento económico excitaron al Gobierno y sectores empresarios. Entre los acuerdos eventuales se mencionaban convenios tecnológicos, inversiones en servicios urbanos e interurbanos de ferrocarriles de pasajeros, la electrificación de las líneas Belgrano Norte y General San Martín, la extensión del Aeropuerto de Ezeiza, la construcción de 300.000 viviendas y la inversión –en asociación con Enarsa– en prospección, exploración, explotación y producción de áreas marítimas nacionales, costa afuera.
Sin embargo, desde entonces sólo hubo unas pocas operaciones concretadas: acuerdo de una empresa china para manejar con socios locales el ferrocarril Belgrano Cargas, el aporte de 21 millones de dólares para reactivar la mina de Sierra Grande y la compra de vagones y locomotoras chinas para el Ferrocarril San Martín. La realidad se divorció de las expectativas.
De todos modos, a pesar de que las inversiones chinas no arribaron en la medida de lo informado, se produjo un importante aumento del intercambio comercial. Desde la salida del 1 a 1 las exportaciones a China crecieron cerca del 200 por ciento, convirtiendo a ese país en el cuarto destino de las exportaciones argentinas. La causa principal de ese aumento explosivo fue el incremento de los volúmenes exportados de poroto de soja. Según datos del Centro de Estudios de la Producción, el 78 por ciento del total de ventas a China corresponde al complejo oleaginoso. El desarrollo del comercio con China también se verifica en la cantidad de empresas que exportan a ese destino. Mientras que en el 2001 había 248 compañías, hoy son el doble. Ese salto exportador permitió revertir el saldo comercial bilateral deficitario que tuvo la Argentina durante toda la década del ‘90.
Sin embargo, el incremento de las importaciones provenientes de China en los últimos dos años (principalmente máquinas, productos textiles, calzados y manufacturas de cueros) han puesto en duda que el superávit alcanzado pueda continuar. Un reciente documento ¿Angel o demonio? Los efectos del comercio chino en los países de América Latina, de Blázquez–Lidoy, Rodríguez y Santiso (Revista Cepal 90-diciembre/06), afirma que “existe una percepción un tanto contradictoria sobre el impacto generado en América latina por el surgimiento de China. Por una parte, los bajos costos de la mano de obra y la consiguiente competitividad de China pueden amargar a otras economías; por la otra, su enorme mercado interno significa una oportunidad”.
Consultados por Cash, funcionarios del Ministerio de Economía prefieren la segunda opción. En este sentido, esperan una demanda sostenida de soja para alimentar un stock creciente de ganado porcino y para abastecer un consumo per cápita de aceite en aumento, que no puede ser satisfecho por las aceiteras chinas. También pronostican un incremento de la demanda de carne vacuna, frutas, pescados y vinos. Además, señalan las oportunidades que se les presentan a los empresarios argentinos al existir una elevada complementariedad en productos utilizados por la industria china. Entre ellos se destacan los desechos de cobre, laminados de hierro y acero, plásticos, cueros bovinos o equinos y lana.
Sobre la potencialidad exportadora de los países sudamericanos, en el documento mencionado de la Revista de la Cepal se sostiene que “aunque el intercambio se concentra en un número reducido de productos básicos, la vigorosa demanda china de materias primas es auspiciosa para América latina. En términos económicos, se trata de un shock de demanda positiva”. Sin embargo, los autores advierten que “cabría esperar una mayor especialización, ya que de lo contrario aumentará la dependencia de América latina de los productos básicos y los países de la región seguirán expuestos a los vaivenes de la relación de los términos del intercambio”. Lejos de los grandes anuncios, aprovechar las oportunidades que brinda el mercado chino y tratar de neutralizar sus amenazas es el desafío que se les presenta al Gobierno y a los empresarios.
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