POLEMICA POR EL DESARROLLO DE BIOCOMBUSTIBLES
Una posición crítica a los biocombustibles sostiene que disminuirá la fertilidad de los suelos y que no solucionará el problema energético mundial.
› Por Victor Bronstein
Cuando se mira al mundo, su desarrollo, crecimiento, avances tecnológicos, procesos de integración y conflictos, se observa que reconocer que esa dinámica está sustentada en la energía barata y versátil proveniente del petróleo. Hoy, la energía que alimenta los dispositivos tecnológicos es derivada de los hidrocarburos. La energía que ilumina casas, que mueve el transporte y que genera la electricidad es principalmente proveniente de los hidrocarburos. Todos los plásticos de miles de objetos cotidianos derivan de los hidrocarburos. La producción mundial de alimentos que permite alimentar a más de 6400 millones de personas se basa en fertilizantes hechos a base de hidrocarburos y fumigados con pesticidas fabricados también a base de hidrocarburos. ¿Se puede imaginar un mundo sin petróleo? ¿Sobrevivirá la civilización cuando el petróleo comience a escasear? ¿Existen formas alternativas de energía?
La reciente gira de George Bush por Latinoamérica instaló la discusión sobre los biocombustibles como solución al inevitable agotamiento del petróleo. El acuerdo entre Brasil y Estados Unidos sobre el tema generó muchas expectativas, apoyadas con desmesurado entusiasmo por los lobbistas del sector agropecuario, sobre la viabilidad de esta fuente energética como la solución milagrosa para resolver los problemas ambientales y de desarrollo mundial.
El sistema político y económico mundial está sustentado sobre las expectativas de una economía en permanente crecimiento, por lo que necesita proclamar soluciones alternativas a los hidrocarburos que no impliquen una disminución del consumo. Una situación similar ocurrió después de la primera crisis petrolera de 1973. En aquella época, el programa que alentaba la ilusión de un futuro sin problemas energéticos y sin dependencia fue el Programa de Hidrógeno desarrollado por el Department of Energy (DOE) de los Estados Unidos. En 1974, el presidente Nixon lo anunció como el Proyecto Independencia afirmando: “Asumamos nuestro objetivo nacional, en el espíritu del Proyecto Apolo y con la determinación del Proyecto Manhattan, que para el fin de esta época (1990) nosotros habremos desarrollado nuevas formas de energía para no depender de ninguna fuente energética extranjera”. Hoy, treinta años después, el hidrógeno sigue siendo sólo un proyecto. En 1979, en el marco de otra crisis petrolera, el presidente Carter hizo un llamado a un “acuerdo nacional para la energía solar”, con el objetivo de que para el año 2000 el 20 por ciento de la energía de Estados Unidos fuera generada por algún tipo de energía solar. Hoy, la energía solar representa menos del 0,5 por ciento de la energía total generada.
Hoy se plantea una nueva ilusión: la utilización de los biocombustibles como la solución “verde” para salir de la dependencia energética del petróleo. Los promotores de los biocombustibles dicen que es una fuente energética renovable, no contaminante, que libera de la dependencia del petróleo y que disminuye las emisiones de dióxido de carbono.
No es cierto que los biocombustibles sean una fuente de energía renovable y eterna. Los biocombustibles son una forma de aprovechamiento de la energía solar a través del proceso de fotosíntesis; esto hace suponer que es una fuente inagotable de energía. Sin embargo, el factor limitante en el crecimiento de las plantas no es la energía solar, sino la disponibilidad de agua y las condiciones apropiadas del suelo. Si no fuera así, se produciría maíz o caña de azúcar en el desierto de Sahara. Los efectos sobre la agricultura de los programas a gran escala de los biocombustibles van a ser devastadores.
No es cierto que no contaminan. Si bien el etanol produce menos emisiones de carbono, el proceso de obtención del bioetanol es altamente contaminante. Contamina la superficie y el agua con nitratos, herbicidas, pesticidas y desechos, y el aire con aldehídos y alcoholes que son cancerígenos.
No es cierto que se libera de la dependencia de los combustibles fósiles. La producción de etanol sólo puede reemplazar un pequeño porcentaje del consumo mundial. En Brasil, el presidente Bush habló de generar un mercado mundial para el bioetanol, pero toda la producción de Brasil sólo representa menos del 3 por ciento de los 680 mil millones de litros por año de nafta y gasoil que consume Estados Unidos.
Más allá de los análisis económicos sobre la rentabilidad del bioetanol, desde el punto de vista energético, la energía neta que se obtiene es apenas positiva o incluso negativa. Una de las razones por las cuales el mundo usa cada vez más cantidades de petróleo es precisamente porque el petróleo tiene comparativamente una alta tasa de retorno energético. No hay otra fuente de energía que contenga tanta energía por unidad de volumen y de peso.
En las condiciones actuales, la producción de biocombustibles a gran escala es una nueva falacia que provocará aumento en los precios de los alimentos, disminuirá la fertilidad de los suelos y no solucionará el problema energético mundial que se avecina provocado por el alto consumo energético de los países desarrollados y la incorporación de China e India a la civilización industrial.
El autor de la nota es profesor titular e investigador, UBA.
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