Dom 08.07.2007
cash

LA PROPUESTA DE CREAR EL BANCO DEL SUR

Oportunidad regional

En una era de mercados globalizados, crear condiciones y alternativas financieras para América latina no es una tarea simple. El debate por el Banco del Sur.

› Por Jorge Marchini

La situación de la deuda de los países periféricos ha perdido el lugar prioritario de preocupación que se observó hace muy poco tiempo. Aun las conmovedoras consecuencias en la sociedad parecen olvidarse con facilidad y prevalece en sectores económicos y financieros, al menos por el momento, la idea que los problemas han quedado atrás y que existe una suma de condiciones favorables que lleva a interpretar que la “crisis de la deuda” ha sido superada.

Debe reconocerse que la región ha vivido en forma repetida desde la década del ’70 ciclos de auge y fervor especulativo que derivaron en catástrofes financieras y ajustes económicos y sociales severísimos, en paralelo con la mayor internacionalización, privatización y apertura de los mercados de capitales nacionales. Cada período de exposición creciente al mercado financiero internacional fue interpretado por organismos multilaterales y analistas del establishment como muestra de modernización, competencia, internacionalización y de condiciones favorables inéditas –en la actualidad, se hace referencia a los cambios virtuosos provocados por la creciente incidencia de China e India– para recrear bases para superar el subdesarrollo y el atraso.

Por cierto, más allá del renacido optimismo actual, las lecciones del pasado reciente están bien presentes. El final reiterado de cada ciclo expansivo ha sido no sólo el deslinde de responsabilidades por el vaciamiento, sino la demanda de socialización de sus consecuencias con más ajustes: los mayores saltos de crecimiento del endeudamiento público han reflejado cada desmadre.

El creciente rechazo de los pueblos contra las consecuencias de las políticas de apertura y desnacionalización financiera se asienta entonces en una dura y repetida experiencia común. Sin duda, la muy oportuna iniciativa de Venezuela del Banco del Sur puede llegar a abrir para América latina “una nueva lógica financiera de la región, enfocada a la cooperación y al desarrollo y a la integración de una gran nación”. La simple formulación de la necesidad de una institución alternativa, aunque resulte muy importante, no alcanza. En tal perspectiva, el debate sobre la formulación institucional, recursos, políticas, condiciones operativas y de gestión de una banca alternativa “sur-sur” tiene importancia central.

Por lo pronto, hay preguntas que deben ser claramente planteadas: ¿se apunta sólo a la creación de una institución complementaria y/o en competencia con entidades multilaterales internacionales, regionales o privadas y un esquema de mercados financieros abiertos, desregulados y altamente expuestos a rápidos e inciertos movimientos globales de capitales e inestabilidad cambiaria? ¿Se aspira a la simple repetición del esquema de los bancos de desarrollo y fomento en auge en las décadas del ’60 y ’70 que, debe reconocerse, acarreó también una repetida dinámica perversa de vaciamiento, transferencia regresiva de capitales e ingresos, corrupción y un gigantesco endeudamiento público? ¿Es factible y realista proponerse avanzar en este momento en la creación de un sistema financiero público “sur-sur” alternativo que apuntale la autonomía y la complementación regional económica, incluyendo la perspectiva de una moneda común?

El impulso inicial del Banco del Sur ha pasado de ser una mera y sencilla idea-fuerza general a una iniciativa que ha ido ganando en los últimos meses fuerza, interés y hasta pasos concretos para su concreción. Generar una nueva arquitectura financiera alternativa es un desafío enorme. El debate en torno del Banco del Sur no es en relación con una expresión utópica o irrealizable de ideas, sino que avanza y sintetiza el entrelazamiento de movilización, tomas de posición y reacciones en desarrollo hoy en América latina con las duras lecciones de la historia en las últimas décadas.

Una nueva estructura financiera intrarregional debe partir de una clara diferenciación de objetivos, organización, normativa, operatoria y control democrático publico respecto a las entidades financieras multilaterales cuestionadas como el FMI, el Banco Mundial y el BID. Son aspectos claves a contemplar: a) su exclusivo carácter público, b) la participación igualitaria de países de mayor y menor envergadura económica, c) el objetivo central de canalizar la captación, el ahorro regional para financiar proyectos clave de desarrollo y sociales y no competir en desigualdad de condiciones en el mercado financiero internacional, y d) establecer una gestión eficiente y cuidadosa de recursos, con transparencia informativa y el control democrático permanente.

En una era de mercados globalizados, crear condiciones y alternativas financieras para América latina no es una tarea simple. Además, el camino del Banco del Sur no puede estar desvinculado de una perspectiva insoslayable de complementación financiera que apunte a una moneda común.

Jorge Marchini: Profesor Titular de Economía, Universidad de Buenos Aires-CBC. [email protected]

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