LA BANCA CORTO LINEAS DE ASISTENCIA A LAS EMPRESAS
Pese a registrar utilidades crecientes, indicadores de solvencia mejores a los de los ’90 y al auxilio dado por el Banco Central, las entidades castigan cortando el crédito.
› Por Claudio Zlotnik
Los bancos privados atraviesan por su mejor momento en una década. Su rentabilidad es la más alta de los últimos diez años, y los indicadores de solvencia, ingresos y cartera irregular también se encuentran en niveles óptimos si se los compara con la historia reciente. La paradoja es que, a pesar de este escenario, es muy probable que el próximo gobierno deba disputar una dura pelea con el sector financiero. En medio de las turbulencias internacionales, los banqueros se resisten a prestar al sector productivo.
Un ejemplo de este comportamiento se verificó en las últimas jornadas. Hubo empresas líderes, algunas de ellas exportadoras, que no pudieron acceder a créditos porque los bancos prefirieron volcar recursos a la bicicleta financiera. Hasta el auxilio vía liquidez brindada por el Banco Central fue utilizado para alimentar ese circuito especulativo. Los banqueros utilizaron esos fondos brindados por Martín Redrado para realizar una ganancia fácil: obtenían dinero de la autoridad monetaria al 13 por ciento anual, a través de pases activos, y los prestaban al 20 por ciento. Lo mismo sucedió con los fondos que algunos bancos recibían del Banco Nación mediante operaciones de call, a una tasa de entre 12,5 y 14,0 por ciento anual, dinero que prestaban a sus clientes entre seis y siete puntos más caro.
Además, para sumar más fuego al incendio, varios bancos, en particular los extranjeros, prefirieron apurarse a cumplir con la exigencia mensual de encajes en la primera semana de septiembre, movida que secó de pesos a la plaza financiera. El apuro puso en evidencia el temor de los operadores a una escasez de liquidez en el futuro. Por una orden directa de sus casas matrices, un grupo de bancos extranjeros incrementó la dolarización de sus carteras y se muestra muy reticente a atender a sus clientes del sector privado.
Hasta ahora, las entidades venían haciendo un muy buen negocio con el otorgamiento de créditos. Durante el primer semestre del año embolsaron 1731 millones de pesos por la diferencia entre las tasas pasivas y las activas. Ese resultado fue nada menos que un 30 por ciento superior a lo obtenido durante el mismo período de 2006. Semejante salto en las utilidades sólo fue alcanzado por lo cobrado en concepto de servicios: durante enero y junio, los bancos ganaron 2713 millones de pesos, un 34 por ciento más que durante el mismo lapso del año pasado.
La expansión del crédito fue un excelente negocio para el sistema financiero, con un riesgo acotado. De acuerdo con los últimos datos divulgados por el Central, la cartera irregular alcanza al 2,7 por ciento. No sólo se trata del nivel más bajo de la última década sino uno de los mejores de América latina. Estos datos dan lugar a una paradoja. Los banqueros, que resistieron la implementación del actual modelo económico, se convirtieron en uno de los principales ganadores.
La coyuntura actual, con las entidades tentadas exclusivamente a dar préstamos para el consumo (son las líneas que les dejan una rentabilidad más importante), obligará a las autoridades a tomar medidas. Ya no para darles una mano a los banqueros para mejorarles los balances, ante la caída de los títulos públicos, sino para asegurar el financiamiento del sector productivo, necesario para mantener el crecimiento de la economía. La ofensiva de la banca pública, en forma masiva y con líneas accesibles, podría convertirse en una salida favorable. Sería un camino inexplorado hasta el momento. Por ahora, los bancos estatales tuvieron un comportamiento tan conservador como el de sus colegas privados.
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