NOTA DE TAPA
› Por Fernando Krakowiak
El capital extranjero se está quedando con la crema del negocio de la carne. En apenas tres años, las empresas brasileñas JBS-Friboi y Marfrig compraron siete frigoríficos exportadores, a los que sumarán Quickfood y Best Beef. Las estadounidenses Cargill y Tyson Foods desembarcaron en otras tres plantas. En conjunto concentran el 15 por ciento de la faena y el 40 por ciento de la Cuota Hilton, que representa los mayores ingresos por tonelada exportada. En un sector altamente atomizado esos porcentajes son suficientes para dominar el mercado. Además, están negociando la compra de Gorina, Rioplatense y Arre Beef. Si las operaciones se concretan, los inversores extranjeros sumarán más del 20 por ciento de la faena y el 55 por ciento de la Hilton, y quedarán sólo el Grupo Mattievich y Coto como jugadores nacionales con peso propio. La puja para ganar posiciones demuestra que, más allá de los reiterados lamentos de los empresarios de la cadena, la carne sigue siendo un excelente negocio.
Ni las restricciones a las exportaciones ni el control de precios desalentaron a las firmas brasileñas y estadounidenses. La aparición del “mal de la vaca loca” en Canadá y Estados Unidos, los límites en la capacidad productiva de Australia y Nueva Zelanda y la baja producción de la Unión Europea, que a partir de 2004 comenzó a ser importadora neta de carne, posicionaron al Mercosur como una de las regiones con mayores posibilidades de desarrollo para abastecer una demanda internacional creciente.
Las empresas brasileñas JBS-Friboi y Marfrig supieron ver la oportunidad y empezaron a crecer con créditos blandos del Banco Nacional de Desarrollo (Bndes) y la venta de acciones en el mercado de capitales. Hace diez años, Brasil tenía 120 millones de cabezas y ahora suma 200 millones, que le sirvieron para convertirse en el principal exportador mundial de carne. El desembarco en la Argentina es parte de esa estrategia tendiente a consolidar al Mercosur como plataforma de lanzamiento, a la que también se suman multinacionales de origen estadounidense, como Cargill y Tyson Foods.
Diez frigoríficos pertenecientes a las cuatro firmas extranjeras que operan en el sector tienen asignadas 9830 toneladas de carne correspondiente a la Cuota Hilton, que se venden a la Unión Europea a 13 mil dólares cada una, lo que representa un ingreso superior a los 125 millones de dólares anuales. El año próximo habrá que sumar las toneladas que se les asignen a Pontevedra y Venado Tuerto, dos plantas de JBS que en 2007 no recibieron cuota. Además, estas firmas exportan productos termoprocesados destinados a la industria alimentaria de decenas de países, comercializan carne congelada a mercados de fuerte demanda como Rusia e Israel y abastecen un mercado interno que consume casi 70 kilos per capita por año. El negocio podría ser mayor si las exportaciones se liberaran completamente, pero igual ganan fortunas.
JBS-Friboi. Es la nave insignia de la industria frigorífica brasileña. Fue fundada en 1953 por José Batista Sobrino. Hace siete años, tenía sólo tres plantas en su país y hoy tiene cerca de veinte. En septiembre de 2005 adquirió Swift Argentina con un crédito del Bndes. En marzo de este año, sus acciones comenzaron a cotizar en la Bolsa de Comercio de San Pablo y en julio sorprendió al comprar la compañía estadounidense Swift Foods. Así se convirtió en la multinacional con mayor capacidad de faena del mundo (47.100 cabezas por día). En Argentina controla las dos plantas de Swift, ubicadas en Villa Gobernador Gálvez y San José, el frigorífico Consignaciones Rurales de Berazategui, una planta más en la localidad bonaerense de Pontevedra y otra en Venado Tuerto. También se lo menciona como uno de los interesados en adquirir el frigorífico Rioplatense, debido a la estrecha vinculación comercial y familiar entre Rodolfo Constantini, titular de la firma, y Carlos Oliva Funes, presidente de Swift. De hecho, Consignaciones Rurales pertenecía a Constantini antes de ser adquirida por los brasileños, en noviembre de 2006. Swift es el principal frigorífico del país. Exporta a 70 países carnes cocidas congeladas, corned beef y cortes enfriados de primera calidad como cuadril, lomo y bife ancho.
Marfrig. El flamante comprador de Quickfood es el otro jugador brasileño con peso regional. Al igual que en JBS, el nombre de la empresa responde a su fundador: Marcos Antonio Molina Dos Santos, conocido como Marquiños. Un hombre rápido para los negocios que comenzó vendiendo chinchulines en San Pablo y actualmente es el tercer productor de carnes de Brasil y el primero de Uruguay. En Argentina se está expandiendo rápidamente. En octubre del año pasado compró Argentine Breeders & Packers, un frigorífico exportador ubicado en la localidad santafesina de Hughes. También tiene un acuerdo operativo con la planta cordobesa Estancias del Sur, por el cual se apropia del 70 por ciento de su faena y hace diez días informó que está negociando la adquisición de la totalidad de la firma, a la que también está vinculada la planta Rexcel. Su ingreso en Quickfood lo posiciona en un lugar de liderazgo a nivel local, pues la compañía fundada por la familia Bameule se especializa en hamburguesas, salchichas, fiambres y tienen el mayor porcentaje de Cuota Hilton. También están avanzadas las negociaciones para quedarse con la empresa Best Beef, una planta cercana a Mar del Plata, propiedad del ex corredor de TC Pedro “Tolo” Doumic, que provee de carne a todo el Municipio de la Costa y también exporta. Fuentes del sector informaron a Cash que en la lista de los brasileños siguen los frigoríficos Gorina, Arre Beef y Ecocarnes, propiedad de Carlos Riusech, Hugo Borrel y Omar Solazi, respectivamente.
Tyson Foods. Es una firma estadounidense líder en el mercado mundial de carnes, que factura 25.000 millones de dólares por año. Comenzó vendiendo pollos en Arkansas durante la década del ‘30 hasta convertirse en el dominador absoluto del sector. En febrero de 2001 compró IBP (Iowa Beef Packers), el mayor procesador de carne vacuna y cerdo de Estados Unidos. Desde entonces, encabeza la venta de carne a los supermercados y restaurantes de comida rápida de Estados Unidos, como McDonald’s y Burger King. Hasta el momento, en Argentina sólo posee Exportaciones Agroindustriales Argentinas (ex Carnes Pampeanas), pero un jugador de su magnitud no se conformará sólo con un frigorífico mediano. Fuentes del mercado señalaron a Cash que Tyson también está interesado en Gorina, una planta exportadora que tiene asignadas 1536 toneladas correspondientes a la Cuota Hilton.
Cargill. Es la cuarta multinacional que está pisando fuerte en el mercado de la carne. En Argentina se la vincula casi exclusivamente a la venta de cereales, pero en Estados Unidos controla Excel Corporation, la número dos de la industria frigorífica, detrás de Tyson y por delante de Swift. También posee la procesadora Emmpak Foods y la comercializadora de pavos Plantation, otras dos compañías líderes de la industria de la carne mundial. En su último balance, Cargill facturó la friolera de 88.300 millones de dólares. En marzo de 2004 adquirió el 50 por ciento del frigorífico local Finexcor, una de las principales exportadoras de carnes enfriadas y congeladas del país, con plantas en la localidad bonaerense de Bernal y Nelson, provincia de Santa Fe. En junio de 2005 se quedó con la totalidad de la empresa y este año ingresó como socio de Vicentín en el frigorífico Friar.
Los productores y los frigoríficos nacionales que se resisten a vender están preocupados por el avance de los inversores extranjeros. Los primeros temen que la industria intente comprar de manera cartelizada para imponer precios más bajos y los segundos saben que será difícil competir con empresas con capacidad financiera para aplicar prácticas predatorias y así ampliar su participación en los mercados de los cortes más relevantes. “Si el proceso de extranjerización continúa el pato de la boda lo pagarán los ganaderos, a quienes le pagarán lo que quieran por su producción”, advirtió Marcelo Rossi, ex titular de la Oncca. Los antecedentes de los inversores alientan esa especulación. En Brasil, los frigoríficos están siendo investigados por operar de manera cartelizada. Tyson Foods tiene denuncias similares en Estados Unidos y además la firma fue acusada a mediados de los ‘90 por hacerle regalos y financiar viajes del entonces secretario de Agricultura, Mike Espy, para retrasar la implementación de normas que la perjudicaban. La conducta cartelizada de Cargill en el mercado de los cereales alienta esa perspectiva.
Más allá de las especulaciones, lo cierto es que los capitales extranjeros están ganando participación rápidamente en un mercado que ofrece ganancias millonarias, aunque los protagonistas públicos de la cadena de la carne no dejan de quejarse.
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