NOTA DE TAPA
› Por Roberto Navarro
La crisis financiera internacional precipitada tras la debacle de los préstamos hipotecarios de baja calidad en Estados Unidos encontró a Argentina mejor preparada respecto de los temblores financieros de los últimos años. El Banco Central controló el precio del dólar y la tasa de interés interbancaria, mientras que los ahorristas no corrieron a retirar sus depósitos de los bancos. Sin embargo, varias de las más importantes entidades financieras aprovecharon la oportunidad para incrementar las tasas de interés de sus préstamos. Los créditos hipotecarios subieron, en promedio, dos puntos porcentuales; los prendarios, tres puntos; y los personales, hasta siete puntos. El Banco Santander Río fue el que más ajustó al alza sus tasas, pero también lo hicieron fuerte el Hipotecario, el Francés y el Supervielle. Resulta evidente que los bancos aprovecharon la crisis para ampliar sus márgenes de ganancia. La banca pública, en cambio, mantuvo sus tasas. Un informe del Banco Central revela que en los últimos meses aumentaron medio punto el spread, que es la diferencia entre lo que cobran y lo que pagan por tomar dinero.
Durante agosto y septiembre, los dos meses en que más se hicieron sentir las turbulencias financieras con epicentro en los mercados maduros (Estados Unidos y Europa), el Banco Central salió a recomprar Lebac y Nobac (papeles de deuda emitidos por la autoridad monetaria) en el mercado secundario para inyectar liquidez en la plaza. A la vez, ofreció 1000 millones de pesos al 10 por ciento anual, fondos que los bancos sólo demandaron 13 millones, demostrando que no tenían problemas de liquidez. A pesar de esa situación de holgura monetaria, los bancos sobreactuaron la crisis, aprovechando para generar ganancias fáciles. Aún hoy los préstamos a empresas a un día, que desde hace un año estaban en el 12 por ciento, no bajan del 18 por ciento.
En los últimos dos meses los depósitos se incrementaron en 4000 millones de pesos, manteniendo el ritmo de crecimiento de los últimos dos años. Pero el sistema financiero redujo el rubro de préstamos a empresas en 1000 millones de pesos, argumentando que temía una corrida. Es decir que, como en otras oportunidades, y a pesar de una economía con avance del PBI y cierto orden de las cuentas públicas, los bancos volvieron a jugar en contra de un contexto de estabilidad, olvidando las traumáticas secuelas del corralito. Los bancos que aplicaron una mayor restricción a sus líneas de crédito fueron los extranjeros, que dispusieron sus excedentes para girarlos a sus casas matrices
Los bancos Francés, Río e Hipotecario subieron dos puntos porcentuales sus tasas para créditos hipotecarios. En un préstamo a 30 años por un monto de 30.000 dólares este aumento significa un incremento en las primeras cuotas de 200 pesos y una suba en el pago final del crédito de 25 mil pesos. En el caso del Banco Río aumentó la tasa de préstamos personales del 26,5 al 33,7 por ciento: poquito más de siete puntos. En un crédito a cinco años por 50 mil pesos, la cuota sube 150 pesos y el valor total a desembolsar, casi 8 mil pesos.
En el caso de los préstamos prendarios para la compra de vehículos se dio un caso similar. En ese mercado, los dos bancos que más incrementaron sus tasas fueron el Supervielle, al ajustarlo en cinco puntos porcentuales, y el HSBC Bank, en cuatro. Así, en un crédito para la compra de un vehículo de 20 mil pesos a 5 años, el cliente terminó pagando, en el Supervielle, 2000 pesos más y en el HSBC 1800 pesos más.
Los bancos sostienen que la principal razón por la que subieron las tasas de sus préstamos fue que tuvieron que pagar más por los depósitos a plazo fijo. Pidiendo reserva de su nombre, el director de un banco de primera línea se justificó ante Cash: “Hace tres meses pagábamos 7,5 por ciento de promedio entre plazos fijos pequeños, grandes, privados y públicos; hoy pagamos 9 por ciento. Ese es el motivo de la suba de tasas activas (créditos)”. Sin embargo, Cash tuvo acceso a un estudio realizado por el Banco Central que revela que el sistema financiero privado sigue aumentando el spread (diferencia entre lo que paga y lo que cobra) desde 2005. En ese año el promedio de spread entre las entidades privadas era de 8,6 puntos porcentuales; en diciembre de 2006 había subido a 9,8. En la actualidad es de 10,3 puntos. En cambio, los bancos públicos bajaron desde diciembre de 2006 y hoy se ubica en 6,8, cuando antes era 7,9 puntos. Ese documento oficial colabora para que los funcionarios concluyan que los bancos privados aprovecharon la crisis para generar mayores ganancias.
En Europa y Estados Unidos la diferencia entre lo que un banco le cobra a un cliente y lo que le paga promedia tres puntos porcentuales. En Argentina ya llega a 10,5. A medida que el sistema se va consolidando –tanto por el crecimiento de depósitos y préstamos como por la fuerte caída de la morosidad–, los bancos privados aumentan el spread. Es decir que no sólo no trasladan su mayor productividad a su clientela, sino que le sacan aún más.
Este comportamiento ha redundado en un constante crecimiento de las utilidades de los últimos años. El Santander Río ganó 230 millones de pesos en 2006 y ya lleva ganados otros 146 millones en los primeros siete meses de 2007. El Francés consiguió utilidades por 180 millones de pesos el año pasado y otros 141 millones a julio de este año. El Hipotecario ganó 344 millones en 2006 y otros 144 millones hasta julio. El Citi, que había ganado 102 millones de pesos el año pasado, ya ganó 112 en los primeros siete meses de este año. Muchas de estas utilidades llegan hasta un 15 por ciento sobre el patrimonio, una ganancia inimaginable para esos mismos bancos teniendo en cuenta que el sistema había quebrado con el corralito.
A principios de los ’90 había más de 400 entidades financieras y hoy no llegan a 100. Las primeras 20 manejan el 80 por ciento del mercado. Las crisis financieras, pero fundamentalmente la política llevada a cabo por el ex presidente del Banco Central Pedro Pou, que con sus excesivas exigencias dejó afuera a las entidades más pequeñas, concentraron el mercado. Por otra parte, la Ley de Entidades Financieras que rige es la legislada por el ex ministro de la última dictadura militar José Alfredo Martínez de Hoz, en 1977 (ver nota aparte). Norma que aún regula un sistema financiero que prueba una vez más que los banqueros son incorregibles.
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