RETENCIONES Y COMUNICACION
Las entidades “que representan al campo” siguieron expresando el descontento por el alza de las retenciones por la vía ideológica, lo que beneficia la argumentación del Gobierno.
› Por Claudio Scaletta
Una corriente de pensamiento en materia tributaria sostiene que, en el interior de cualquier sociedad, los impuestos expresan las relaciones de poder entre los distintos actores. Si esta afirmación se aproxima a la verdad, la información sobre el aumento de las retenciones conocida esta semana puede ser vista como una de las formas de expresión de esta relación.
Con el nada sorpresivo aumento postelectoral del tributo de entre 5 y 10 puntos porcentuales a las exportaciones de trigo, maíz, girasol, soja y algunos derivados –entre ellos el aceite y la harina de soja–, los principales productos de exportación de la economía local volvieron al escenario comunicacional, con distintos niveles de militancia, la sumatoria de argumentos a favor y en contra.
El periodismo sectorial, que muchas veces confunde informar “sobre” el sector con informar “para” el sector –una distinción de grado que va más allá de lo adverbial–, reprodujo el previsible desagrado del “campo”, aunque esta vez cuidándose en enfatizar en los argumentos más potables: en particular en la apropiación por parte del Estado nacional de recursos de las economías regionales. Más potables no necesariamente por verdaderos, sino porque se superponen al hecho relevante de que la discusión no es solo de política económica, sino también por mucho dinero: cerca de 20 mil millones de pesos anuales.
En lo que respecta a las entidades “que representan al campo”, la mayoría, para festejo del Gobierno, siguió expresando su descontento por la vía ideológica. Según esta visión, que prescinde del comportamiento real de los mercados internacionales, la decisión de aumentar retenciones solo tendría un objetivo fiscalista, en busca de recuperar equilibrios tras un dispendioso año electoral. Por cierto, aun los argumentos no verdaderos necesitan de un contenido de verdad para ser creíbles. Cualquiera sea el caso, las señales conciliadoras construidas en el inmediato escenario postelectoral, esas que decían que a pesar de las retenciones los hombres de campo habían hecho de tripas corazón y apoyado a la candidata oficial, parecen no haber caído en tierra fértil.
Desde el Gobierno volvió a insistirse en que la medida es macroeconómica “pura”. Con aumentos en los precios internacionales de las materias primas y derivados de primera elaboración de entre el 40 y el 100 por ciento en lo que va del año, más un contexto interno inflacionario, la opción de más retenciones, aunque con límites y variedad, es “de manual”. No el Gobierno sino las consultoras económicas –esas que expresan las visiones del establishment de “los economistas”– distribuyeron en las últimas semanas papers sobre la inflación, en que reconocen que al menos la mitad del aumento de precios de 2007 en relación a 2006 responde a los mayores precios internacionales.
Volviendo al Gobierno, también se agregó el argumento de la redistribución del ingreso, atendible en materia de transferencias intersectoriales, pero que deja un resquicio señalado por Federación Agraria: la medida podría afectar más a los productores de menor escala, aunque si se ajusta la mirada se verá que allí el problema no son necesariamente las retenciones sino las asimetrías de poder en los circuitos comerciales.
Finalmente, entre la multitud de argumentos conocidos hubo algunos olvidos. El principal, también “de manual” –pero no de Macro, sino de Desarrollo– es que resulta positivo desalentar las exportaciones de menor valor agregado en favor de las de mayor agregación de valor. Y no hace falta pensar en las Manufacturas de Origen Industrial; dentro de las mismas cadenas agroindustriales la noticia es buena, por ejemplo, para los productores de leche o de carne, que recibirán el impacto de menores costos en sus insumos, como el maíz. Volviendo al principio, aun bajo un impuro escenario fiscalista, quizá sea un muy buen dato en materia de relaciones de poder en el interior de la sociedad que resulten gravados los sectores que menos valor agregan en la producción.
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