PRECARIEDAD DEL EMPLEO Y DISCIPLINA SOCIAL
Los cambios sociales y de producción han alterado las condiciones de desarrollo del trabajo.
› Por Natalia Aruguete
John Holloway es un investigador irlandés que vive desde hace veinte años en México. Se dedicó a estudiar los movimientos sociales, en particular el zapatismo. Es un reconocido teórico marxista y desarrolló líneas de pensamiento como el cambio social “sin tomar el poder” y la “crisis del trabajo abstracto”. Cash dialogó con Holloway, quien estuvo en Buenos Aires invitado por la revista Herramienta y el IADE.
¿Qué factores inciden en lo que usted llama “la crisis del trabajo abstracto”?
–Entiendo la crisis del trabajo abstracto como la prolongación de la crisis del fordismo. Hay diferentes explicaciones. Una es que, entonces, había más resistencia a la alienación del trabajo. Esto produjo la crisis de la fábrica masiva y el intento del capital de estructurar el proceso de producción. Por eso se habla de posfordismo. Yo creo que la crisis no está resuelta, sigue prologándose y se expresa, por ejemplo, con la expansión del crédito y la deuda y con la inestabilidad que esto genera. Es una resolución ficticia de la crisis, porque la reproduce de otra manera. Otro aspecto es el auge del desempleo masivo. La precariedad del empleo implica problemas para los directamente afectados pero también un debilitamiento de la disciplina social.
¿Qué posibilidades brinda ese “debilitamiento”?
–Resistir el proceso mismo del trabajo abstracto. Un ejemplo de eso es el movimiento piquetero en Argentina. Muchos de ellos dicen “nosotros no queremos regresar al empleo, queremos dedicarnos a una actividad que tenga significado para nosotros. No queremos aceptar la alienación del trabajo, sino hacer una actividad digna, útil, creativa”.
¿Cree que se pudo producir algún cambio hasta ahora?
–Es un cambio efectivo e importante, ya que condujo a una respuesta por parte del capital. La política del peronismo con el surgimiento de Kirchner se tiene que entender como una respuesta al desafío planteado al capital por estos grupos. Esto condujo a cambios significativos pero al mismo tiempo no se logró transformar la sociedad, que sigue igual de capitalista, igual de espantosa.
¿Qué diferencia encuentra en las formas que adquirieron los movimientos sociales en América latina para impulsar el cambio?
–No tuvieron la misma lógica de funcionamiento pero hay mucho en común, mucha interacción. El movimiento aquí, en México y en Bolivia.
¿Cómo se manifiesta la crisis del trabajo abstracto en países ricos y en países pobres?
–El desempleo y la precariedad laboral son un problema común a todos los países. En Europa, las condiciones del desempleo son diferentes porque existe el seguro de desempleo y la asistencia social, pero la realidad del desempleo y la inseguridad laboral es de todos. Eso implica una crisis de la relación tradicional con el trabajo y la oportunidad de plantear otro tipo de sociedad. Lo que se está manifestando en el movimiento altermundista es precisamente eso: la precariedad relacionada con la crisis del trabajo abstracto.
¿Cree que la diferencia entre países ricos y pobres se reduce a la existencia de un seguro de desempleo o hay otras particularidades?
–Obviamente que cada país tiene sus propias características. En el Norte, en Europa, hay una disciplina social mucho más arraigada en la sociedad. Es como una libertad dentro de un marco de represión que uno siente más fuerte que aquí.
Usted planteaba dos escenarios: la crisis de la disciplina impuesta por el trabajo y una reabsorción de dicha crisis por parte del capitalismo. ¿Qué función le cabe al Estado en esa dinámica?
–Lo entiendo como un proceso de recuperación de las luchas, porque lo que hace el Estado –en algunos casos, por medio de la represión abierta– es canalizar las luchas dentro de ciertos ámbitos y de ciertas formas que facilitan la reconciliación de las luchas con la reproducción del capital.
Un caso particular es el de Bolivia, donde llegaron al poder líderes de varios movimientos sociales. ¿Cómo evalúa el hecho de que los dirigentes sociales estén en lugares de decisión de la política boliviana?
–El caso boliviano es muy importante, precisamente porque la llegada de Evo Morales al poder fue el resultado directo de la lucha de los movimientos. Supone encauzar las luchas dentro de ciertas formas de comportamiento y de organización. No digo que la llegada de Morales no fue un avance, por supuesto que sí. Pero, al mismo tiempo, se está dando una burocratización del proceso de reconciliación de las luchas sociales con la reproducción del capital. Eso se puede ver en la nacionalización del gas. Obviamente no se puede rechazar esa demanda social fundamental, pero se está implementando de una forma que no asuste demasiado al capital.
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