INTERVENCION ESTATAL EN EL COMPLEJO MERCADO LACTEO
Comercio Interior exigió a las usinas que paguen unos 10 centavos menos la leche fluida que compran a los tamberos. Pero igual los precios siguen elevados.
› Por Claudio Scaletta
Frente a la persistencia de las subas de precios, el Gobierno decidió seguir interviniendo en el mercado lácteo. Esta vez les tocó a los precios primarios. La Secretaría de Comercio Interior exigió a las usinas que paguen unos 10 centavos menos por la materia prima, la leche fluida que compran a los tamberos, con lo que los valores primarios deberían bajar de más de 80 a 73 centavos. El instrumento de presión es el bloqueo de las exportaciones, una posibilidad habilitada recientemente por el Ministerio de Economía a través de la resolución 370, que permite vía la Oncca autorizar o no los embarques. Nada más eficiente, pues en la exportación está la crema del negocio a pesar de que el grueso de la producción se comercialice en el mercado interno.
En principio, la decisión de bajar precios primarios parece extraña. En la cadena láctea, los tamberos son el eslabón más débil y tradicionalmente padecieron el oligopsonio de las usinas, que desde siempre tuvieron la capacidad de fijar precios. Pero esta vez, literalmente, el clima no acompañó. Se proyecta que en 2007, la producción lechera caerá un 6 por ciento, lo que supone un déficit de oferta en un contexto de demanda local y global creciente. La explicación principal, según los especialistas, no es precisamente el desincentivo económico, sino los problemas climáticos (inundaciones) padecidos en muchas de las principales cuencas lecheras. Frente a la menor oferta de materia prima las usinas aceptaron los mayores precios de los tamberos y la diferencia no tardó en llegar a las góndolas. Comercio Interior lo advirtió, analizó la cadena y decidió intervenir. Una intervención que parece “al revés”, pero a la que vale la pena acercar la lupa.
En 2006 se elaboraron casi 1700 millones de litros de leche fluida superando por primera vez el pico de 1624 millones alcanzado en 2000. El piso productivo se había tocado en 2003, con algo menos de 1400 millones de litros. El promedio del último lustro de los ‘90 fue de 1500 millones de litros. El consumo anual per cápita pasó de un máximo de 43,5 en 2000 a un piso de 37,45 litros en 2003 para estabilizarse en 43 litros en 2006. En los últimos tres años la población creció en algo más de un millón de habitantes, de 37,87 a 38,97 millones. También aumentaron las exportaciones. En 2003, medido a los subvaluados valores FOB, se exportaron 123,6 millones de dólares y en 2006, 792 millones, bastante más del doble que el promedio de lo registrado en los ‘90.
Mantener el consumo interno creciente de una población creciente y con caída (interanual) de la oferta primaria tuvo su costo: las exportaciones de los 10 primeros meses de 2007 frente a igual período de 2006 registraron una caída del 11 por ciento. No obstante, si se deja la coyuntura y se observa la evolución estructural se detecta un crecimiento significativo en el mediano plazo.
En cuanto a los precios agropecuarios, de acuerdo con la publicación Márgenes Agropecuarios, en abril de 2002 se pagaba a los tamberos 7 centavos de dólar por litro de leche; en 2003, 15 centavos; en 2005, 16 centavos; en 2006, 16,5 y en el mismo mes de 2007, 24 centavos de dólar. Los 83 centavos de peso que llegaron a pagarse en noviembre equivalen a 26,6 centavos de dólar. Los 73 centavos de peso que pretende Comercio Interior son unos 23 centavos de dólar, bastante más que lo que se pagaba en abril y, además, el valor que los tamberos establecieron como el necesario para obtener rentabilidad antes de las compensaciones. A ello se debe agregar que, en el contexto de la actual estructura de subsidios para contener precios, los tamberos fueron compensados con 76,5 millones de pesos. Las usinas también tuvieron lo suyo: 102,7 millones de pesos.
Más allá de las modas comunicacionales y los gustos de estilo, en una economía con mercados oligopólicos y con tendencias inflacionarias, si el secretario de Comercio Interior resultase simpático a determinadas empresas y sectores muy probablemente debería ser despedido. Quizá una virtud de la actual administración haya sido concentrar los descontentos por algunas intervenciones en un solo funcionario. No obstante, la intervención no debería dejar de incorporar el dato de una producción estancada.
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