CRECEN LAS PYMES REGIONALES
Pequeños y medianos productores de frutas lograron escalar posiciones en los últimos años, recuperando espacios perdidos en la Convertibilidad y con la crisis de 2001.
› Por Claudio Scaletta
Algunas economías regionales se desconcentran. El dato no deja de sorprender porque se trata de la primera señal clara del cambio de las condiciones estructurales generadas en la década pasada y que, además, permiten entender mejor el auge de algunas regiones y su impacto en el nivel de empleo global. Seguramente no se trata de un cambio estructural en el sistema capitalista. En el largo plazo las tendencias a la concentración y centralización del capital no se detendrán. La experiencia es secular, global y difícilmente se revertirá desde las regiones o la periferia. Sin embargo, la mirada sobre el mediano plazo muestra cómo la recomposición de la rentabilidad de las empresas tiene importantes efectos multiplicadores en la economía.
Una manera de medir el grado de concentración de un determinado mercado es recurrir al Indice de Herfindhal-Hirschman (IHH), el cual a pesar de su largo nombre sólo consiste en la sumatoria de los cuadrados de las participaciones de mercado de las primeras 50 empresas (o menos, si no se llega a ese número). De esta manera si sólo existe una única empresa en un mercado, es decir si existe un monopolio absoluto, el IHH es 10.000 (100 al cuadrado) 4 empresas, 2500. Si el mercado se reparte en 10 empresas, el índice es 1000. Un mercado con un resultado de menos de 1000 es considerado competitivo; un resultado de entre 1000 y 1800 es un mercado moderadamente concentrado; y un resultado de 1800 o más, indica un mercado altamente concentrado. Esta metodología es utilizada por la Federal Trade Commission estadounidense para evaluar el impacto en las fusiones. También por la OCDE. Un segundo indicador, aún más sencillo, es el C4, que consiste en sumar de manera directa las participaciones de mercado de las 4 empresas más grandes y ver si superan o no el 60 por ciento del mercado bajo análisis.
El especialista en economías frutícolas Miguel Angel Giacinti, sobre la base de los datos de Aduana, calculó este coeficiente tomando la participación de las empresas en el mercado de exportación de frutas argentinas y sobre series de los últimos 15 años. El primer resultado fue previsible, el segundo no.
Tomando como ejemplo las exportaciones de frutas de pepita, en 1996 el IHH se ubicaba en 686 para manzanas y 561 para peras, con un C4 de 42,3 y 37,8 por ciento, respectivamente. En 2001 el IHH se encontraba en 1038 en manzanas y en 938 en peras, con un C4 de 48,8 y 51,6 por ciento respectivamente. El primer resultado de la investigación, entonces, es el significativo aumento de la concentración durante la Convertibilidad, que si bien no alcanzó los niveles considerados críticos por la metodología, se dio en un lapso menor a una década.
Cuando se analizan los números de 2006 se encuentra que el IHH había retrocedido a 798 en manzanas y 708 en peras y el C4 bajado a 45,1 y 43,0 por ciento, respectivamente. La situación en frutas de pepita no regresó a los niveles de 1996, es decir, no altera las tendencias de largo plazo del sistema, pero muestra una desconcentración luego del 2001. En particular, a partir de 2003.
Cuando el análisis se extiende a todas las frutas, las tendencias ejemplificadas con peras y manzanas se reproducen. El IHH promedio para todas las frutas pasa de 1426 en 2001 a 952 en 2006, una caída del 33,2 por ciento. El C4, en tanto, pasa de 61,01 por ciento, a 49,49 por ciento. Saliendo del promedio en 2006 sólo se registraban mercados concentrados en las exportaciones de uvas y pomelos. En 2005, todavía aparecían concentrados los arándanos.
Estos números no son abstracciones. Explican la nueva dinámica en los complejos de los cítricos en Tucumán y el NEA, del circuito de las frutas de carozo en Mendoza o del de pepitas en Río Negro y Neuquén, entre otros. Muchas de las nuevas exportadoras son pymes dinámicas que lograron aprovechar las nuevas condiciones de rentabilidad post convertibilidad. Un ejemplo de esta evolución se encuentra en la diversificación de los mercados de destino, con aumento del número de países a los que llegan las frutas. Las nuevas empresas pudieron acceder a capital de trabajo y a la prefinanciación de exportaciones, incluso por parte de los propios importadores; una realidad impensable hace una década.
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