Contraataque
El ministro Roberto Lavagna, en línea con el pedido del FMI de reducir la banca pública, envió sendas cartas a las entidades estatales reclamando un fuerte ajuste en sus estructuras y la apertura de su capital al sector privado. Cash reunió a Ricardo Gutiérrez, presidente del Banco Provincia de Buenos Aires, y a Roberto Feletti, titular del Banco Ciudad, para que explicaran sus posiciones frente a la embestida del FMI. Ambos coincidieron en el diagnóstico de que el Fondo intenta sacarlos del mercado para beneficiar a la banca extranjera. Gutiérrez señaló que, a partir de la presión del FMI, Economía congeló la negociación para compensar redescuentos con préstamos garantizados, operación que le permitiría a la banca pública comenzar a dar créditos. Feletti advirtió que así frenarán cualquier posibilidad de reactivación. Pero también disintieron: el hombre de la Ciudad culpó a la convertibilidad por el desmadre del sistema financiero; Gutiérrez, ex funcionario de Domingo Cavallo, la defendió.
¿Qué opinan de la presión del FMI para reducir la banca pública?
Ricardo Gutiérrez: –El FMI siempre incluyó entre sus condiciones ese tema. Ahora, con el mercado financiero achicado, le preocupa más. La banca extranjera perdió posicionamiento y quiere recuperarlo asfixiando a la banca pública. No hay otras razones para poner sobre el tapete este tema.
Roberto Feletti: –Argentina va a tener una restricción del financiamiento externo durante mucho tiempo. La recomposición del sistema de crédito interno con capacidad de regenerar actividad económica depende de nosotros. La banca pública tiene que tener, libre de toda cooptación política, cierta articulación con la política monetaria y crediticia. Es extraño que en el marco de esta crisis se ponga en agenda este tema. El Fondo quiere intervenir en distribuir mercados a favor de la banca extranjera.
¿Cuál sería el problema de permitir el ingreso de capital privado hasta en un 10 por ciento, para transparentar el accionar de la banca estatal?
R. G.:– El Fondo no piensa en privatizar, porque no hay mercado para eso. Ellos quieren asfixiarnos. Hoy lo que se está discutiendo es la porción de mercado que va a tener cada uno. Con respecto a la transparencia, estamos dispuestos a observar cualquier otra medida que la avale porque es indispensable.
R. F.:– El Banco Ciudad compite en la Ciudad de Buenos Aires, un mercado muy sofisticado. Y nuestra ventaja comparativa es que es público. La gente viene al banco porque hay confiabilidad y es barato en sus productos, porque es público. Hay mecanismos más viables para buscar transparencia.
¿Va a haber una reducción del sistema financiero?
R. F.: –Depende del modelo de país. Si se afirma un segmento de intermediación en pesos, basado en un patrón monetario nacional, a partir de un equilibrio sólido de la economía, no necesariamente tiene que haber un achicamiento del sistema. Es más, van a avanzar los bancos regionales. En ese modelo la banca pública va a dar servicio eficiente y va a servir de testigo de tasas y precios. Los que hablan de echar gente son los que quieren seguir teniendo una tasa de retorno del 15 por ciento.
R. G.: –Incluso todavía queda un gran espacio para seguir bancarizando la economía. Me refiero a lo transaccional. Ese es un negocio de pequeños montos y de muchas operaciones. A muchos bancos quizás no les interese. A nosotros sí.
¿Cómo se reconstruye el sistema financiero?
R. G.: –Este sacrificio sensacional que tuvo que hacer la sociedad a raíz de la macrodevaluación tiene sentido si el país lo aprovecha para generar un shock exportador y para sustituir importaciones. Y ese proceso está detenido por la falta de crédito. Y no hablo de crédito a largo plazo, sino a 180 días, para capital de trabajo y para financiar exportaciones.Ese crédito puede volver rápidamente si generamos las condiciones para que vuelvan los depósitos.
¿Cómo se logra esa confianza?
R. F.: –Ya estamos recuperando un mercado en pesos a 7 y 14 días. Si avanza la solidez fiscal y externa y si el Central mantiene un control más o menos aceptable de la oferta de divisas, un descenso en la tasa de interés y una mayor liquidez, no tiene por qué impactar en el precio del dólar. Además, hay una demanda de crédito latente y un alto grado de bancarización que genera saldos promedio en las cuentas transaccionales muy baratos. Ese esquema va generando una cantidad de dinero disponible para créditos. Entonces se está en el camino adecuado.
R. G.: –Hay cosas por hacer, pero hay otras hechas. En el pasado mucha gente no calificaba para conseguir un préstamo. Hoy, con instrumentos como la factura conformada, los cheques diferidos y otros, se puede conformar un mercado de financiamiento de capital de trabajo. Lo que necesitamos para empezar a prestar es compensar los redescuentos con los préstamos garantizados que guardamos en nuestras carteras. Al final son lo mismo.
Un redescuento es un préstamo a cortísimo plazo y los préstamos garantizados eran hasta a 30 años.
R. G.: –La realidad es que los redescuentos también los van a cobrar dentro de muchos años. Además, estamos pidiendo algo que se puede arreglar de inmediato y es calzar las tasas. No podemos pagar tanto los redescuentos y cobrar tan poco por los garantizados. Nos va a provocar una pérdida patrimonial enorme.
R. F.: –Además, los redescuentos se pidieron en medio de una crisis sistémica.
¿Qué dice el Gobierno?
R. F.: –Había avances sobre el tema y ahora con lo del FMI se frenó. Pero ojo que acá está el nudo de la cuestión. El crédito va a arrancar en el país desde los bancos públicos. Si nos paran a nosotros, asfixian la economía. Que no cometan el mismo error que cometió la Alianza, que detuvo el crecimiento económico con un ajuste fiscal.
R. G.: –No sé por qué se echaron atrás. Quizá haya habido alguna mano negra. Los bancos privados, principalmente los que no recibieron grandes redescuentos, dicen que esa ayuda a la banca pública los discrimina.
R. F.: –Durante mucho tiempo soportamos la presión que traía la creencia de que si había una crisis sistémica las casas matrices de los bancos extranjeros iban a responder. Eso traía un vuelo hacia la calidad en contra nuestra. Lo que pasa es que después de la ida del Scotiabank se les está yendo la gente y por eso aparece el FMI queriendo repartir mercados.
¿Por qué la gente tendría que volver a confiar y poner la plata en los bancos?
R. G.: –Los bancos públicos tienen activos muy superiores a los pasivos y además tienen el respaldo de las provincias y de la Nación. Yo creo que en general la gente va a volver a los bancos porque la plata abajo del colchón no da interés.
Pero los bancos tienen un 50 por ciento de los activos en bonos de un Estado en default. ¿Qué tranquilidad pueden tener los ahorristas?
R. G.: –Con el canje de préstamos garantizados por redescuentos vamos a salir de esa situación.
¿Cuánto tiempo se puede seguir pagando un 60 por ciento de interés para atraer a los ahorristas?
R. F.: –El tema es que la tasa de interés deje de compararse con el dólar.
R. G.: –El dólar tendría que bajar. Debería haber una política para bajarlo, sino los precios van a tender a converger.
R. F.: –Yo prefiero desenganchar la paridad cambiaria de los precios internos. Porque para bajar el dólar el Banco Central tendría que profundizar la actual política y eso congela el nivel de actividad dondeestá. Prefiero reconstruir un circuito local que se independice del tipo de cambio.
¿La actitud del FMI pone en peligro el veranito económico?
R. G.: –Todavía tenemos obstáculos en el camino, como el aumento de las tarifas, la renegociación de la deuda y los depósitos reprogramados. El veranito va a seguir en los próximos meses. Salvo que haya desaciertos políticos muy grandes. El año que viene hay mucho por resolver.
R. F.: –Si no se rompe el equilibrio fiscal y empezamos a apuntalar las exportaciones, no hay razón para que el veranito se interrumpa. En este esquema incluso veo un dólar estable.
R. G.: –Hay que aprovechar para bajar el dólar.
¿Hay que arreglar con el FMI pidan lo que pidan?
R. G.: –Los argentinos tenemos que hacer una tarea propia más allá del Fondo Monetario, porque, si no la hacemos, nos va a ir mal aun con el acuerdo.
¿A qué tareas se refiere?
R. G.: –Hacer cumplir los contratos, tener una Corte que no vea solamente la letra muerta de los códigos, sino la sincronización con las políticas públicas.
¿No es una contradicción pedirle a la Justicia que haga cumplir los contratos y que esté en línea con lo que decidió este gobierno?
R. G.: –Lo importante es entender que hay que recrear el valor de las instituciones.
R. F.: –El esperar un shock externo volteó a la Alianza; este gobierno, por esperar la ayuda del FMI, perdió la posibilidad de afirmarse como gobierno de transición, arreglando problemas. Hay que recrear un patrón monetario ya, que sea unidad de cuenta y reserva de valor, porque ése es el principal contrato social que un país puede tener. Y empezar a ver qué mecanismos se pueden crear para dar crédito al mercado interno. Esta sociedad necesita bajar el desempleo ya y para eso hace falta moneda y crédito. El Fondo no nos va a arreglar nuestros problemas.
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