Dom 30.03.2008
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AGRO > LOCKOUT PATRONAL, CUESTION DE CLASES Y DEMOCRACIA

El tiempo de la política

La pelea no es por las retenciones móviles, sino que empiezan a estar en consideración las reglas de juego democráticas.

› Por Claudio Scaletta

Cuando solamente se habla de economía, cuando se explica cómo funcionan determinados mecanismos de política económica y sus efectos estructurales y sectoriales, no se ponen los pies en el barro de la política. Pero, como enseña el Eclesiastés, hay un tiempo para cada cosa. Tiempo para la teoría y tiempo para la praxis. Los lectores de Cash no necesitan a esta altura que se les cuente cómo funcionan las retenciones móviles y cuál es su razón de ser en el contexto de la actual política macroeconómica. Los acontecimientos de esta semana superaron estas cuestiones. Buena parte de la sociedad asistió atónita al resurgir de lo peor de la Argentina. Muchos cayeron en la cuenta de que el monstruo nunca dejó de estar en casa. Sigue allí, agazapado. Por eso éste es el tiempo de la política. Un tiempo en el que es más urgente explicar la democracia que las retenciones.

Quizá la definición más acabada de democracia es la que dice que se trata del gobierno de las mayorías sobre las minorías. Mayorías y minorías son integradas también por clases, las propietarias y las no propietarias, las hegemónicas, las subordinadas y las auxiliares de las hegemónicas.

Esta semana se observó cómo las clases hegemónicas del campo vieron, por una televisión particularmente activa, cómo sus clases auxiliares hacían el trabajo sucio en pos de sus reivindicaciones. También se vio la capacidad de coordinación de la clase con más conciencia de clase de la sociedad argentina; cómo los sectores más acomodados de la sociedad se apropiaron sin ruborizarse de dos instrumentos de protesta emblemáticos de la historia reciente, el piquete y el cacerolazo, y los vaciaron de legitimidad.

¿Hace falta recordar que esos propietarios rurales que cortaron las rutas en las provincias litoraleñas y en la zona núcleo no son desesperados, que sus ingresos no se redujeron con las nuevas medidas, que su verba encendida era para pedir ganar todavía más de lo mucho que ya ganan? Resultó indignante ver por los medios de comunicación a supuestos expertos explicando de manera amañada las retenciones móviles, concentrándose en la parte que se queda el Estado a partir de determinado precio, dejando en el oyente no iniciado la sensación mentirosa de que el Estado se lleva todo. ¿Hace falta recordar que a quienes cortan las rutas, a quienes actúan como fuerza de choque de los dos mil grandes productores sojeros de la Argentina, no les importa el efecto que algunos dólares extra en sus bolsillos pueden provocar para el conjunto de la sociedad? ¿Qué habrá sentido ese antiguo militante del PC, hoy dirigente de una de las entidades del agro supuestamente progresistas, cuando vio la plaza fashion con los mismos integrantes que la plaza del sí convocada por un periodista de triste memoria, con los mismos integrantes de la plaza de la mano dura de Blumberg? Algo le debe haber hecho ruido. No hizo más que repetir en cada micrófono que no era “ni gorila ni golpista”.

Por todo esto hoy es necesario hablar de democracia, de gobierno de las mayorías respecto de las minorías. Decirles a las minorías que no ganaron elecciones que no tienen el derecho institucional de imponer por la fuerza la política económica. Decirles a las minorías acomodadas que no tienen el derecho moral de hacer un lockout contra la sociedad para asegurar un diferencial de ganancia. Si quieren otra política económica, el camino democrático es presentarse a elecciones y ganarlas.

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