LA DEBACLE ECONóMICA DE ESTADOS UNIDOS Y EUROPA
› Por Natalia Aruguete
La última semana los mercados financieros de las potencias económicas oscilaron entre rebotes alcistas, posteriores a los multimillonarios rescates de bancos, y bajas generalizadas frente a lo que se presenta como una inminente recesión con impacto en países periféricos. En ese dramático escenario, el presidente George W. Bush, con cada vez menos poder político, avanza en medidas de nacionalización parcial de bancos, pero renegando de esa estrategia, lo que agudiza la crisis. Mientras, en Europa los gobiernos lograron una mínima coincidencia para encarar la debacle bancaria luego de una sucesión de improvisaciones que profundizaron el derrumbe. En ese contexto de elevada incertidumbre se empieza a plantear la necesidad de dar respuestas globales a una crisis global que excedió al sector financiero. Además, la posibilidad de diseñar una nueva estructura financiera internacional. Para analizar los efectos que la debacle en distintos países y regiones, el tipo de estrategias impulsadas para enfrentarla y sus consecuencias, Cash consultó a cinco economistas extranjeros sobre la crisis más devastadora que se ha vivido desde el crac de 1929.
–Esa propuesta significa, dentro del contexto estadounidense, un acto de absoluta desesperación como complemento de una serie de acciones cada vez más desesperadas. Es el indicador de que la crisis está fuera de control. El procedimiento operativo estándar cuando hay una crisis crediticia mayúscula es activar el rol de prestamista de última instancia y que el Banco Central inunde la economía con liquidez, mientras rescata a una gran cantidad de instituciones que amenazan con hundir el barco. A pesar de esta crisis financiera masiva, hoy –14 meses después– el gobierno de Estados Unidos sigue asistiendo frenéticamente con montos cada vez más grandes, intentando absolutamente todo lo que está a su alcance.
–Para combatir una crisis de este tipo y magnitud que apenas pudo haberse imaginado existen diversas herramientas. Hace unos días, los bancos centrales del mundo redujeron las tasas de interés. Nada ha funcionado. Las caídas de los mercados continúan. El contagio financiero se esparció globalmente, con toda Europa y ahora Japón arrastrados en la caída. En los Estados Unidos, donde la propiedad privada probablemente sea más sacrosanta que en cualquier otra parte del mundo, se habla de algún tipo de nacionalización de los bancos. En los círculos financieros lo llaman “cambio de régimen”.
–Significa el fin del neoliberalismo y el incremento de agresivas intervenciones del gobierno en la economía. Es un claro reconocimiento de que no se trata de una crisis de liquidez que puede ser resuelta inyectando más dinero en el mercado financiero o bajando las tasas de interés. Es una crisis de solvencia, donde la situación patrimonial de las instituciones financieras de los Estados Unidos y del Reino Unido fue aniquilada por el valor decreciente de los préstamos que poseen.
–Lo dudo. Probablemente sea muy tarde para estabilizar. Se ha llegado demasiado lejos. La raíz de la cuestión es que toda la economía “atlántica” está en problemas. El consumo está colapsando en los Estados Unidos, que representa más de dos tercios de la demanda total y una buena parte de la demanda mundial.
–Nos enfrentamos a una de las mayores crisis de la historia del capitalismo. A lo largo de décadas, la economía de los Estados Unidos ha debilitado drásticamente las condiciones de la mayor parte de la población, que es la raíz de todo el problema. La meta debe ser clara: poner primero el empleo, la alimentación, la vivienda, la salud, la educación y las condiciones ambientales de aquellos que son la base de la sociedad.
–En el gobierno de Lula se reforzaron estructuras de producción y patrones de inserción internacional retrógrados, lo que aumentó la vulnerabilidad externa estructural de Brasil. La crisis de los años ’90 se focalizó en los flujos financieros para algunos mercados. Actualmente la crisis también deriva de problemas en la esfera real, con repercusiones en las esferas comercial y tecnológica.
–No creo que sea posible una coordinación porque hay muchas diferencias de política macroeconómica en la región. Uno de los problemas esenciales de Brasil es la fluctuación cambiaria. Brasil estaba con un problema grave por la sobrevaluación del real, que la Argentina no tiene. Fue un error grave del gobierno de Lula, que Paraguay también cometió. La depreciación del real es resultado de esta crisis. El problema es que Brasil sigue siendo muy dependiente de Estados Unidos. Su vulnerabilidad comercial, productiva y financiera es aún muy alta.
–Sin dudas la Argentina tendrá problemas por la reducción de la tasa de crecimiento de Brasil. En términos reales, América latina será la región que más sufrirá los efectos de la crisis, es decir, donde más bajará la tasa de crecimiento en razón de su vulnerabilidad externa. Los estadounidenses tienen una crisis con la cuestión financiera y real, nosotros la tenemos en las esferas financiera, real, comercial y cambiaria. Pero en Brasil, el efecto será mucho más importante que en otros países que lograron mantener la tasa de cambio efectiva real más o menos estable.
–Estamos en presencia de una crisis no sólo financiera sino económica, social, política y cultural. El sobreendeudamiento del sector inmobiliario de Estados Unidos fue un catalizador, pero el problema hoy es profundamente económico. La economía en su conjunto llegó a un grado máximo de distorsión estructural. La economía americana, y toda la economía mundial, están esencialmente enfermas.
–Porque no está basada en la producción sino en la deuda. Es ficticia y está sobreendeudada. Vivimos hace tres décadas en una economía que no tiene existencia real.
–No hay coordinación. Las respuestas, en su mayoría, son nacionales. Hay repuestas europeas, pero las respuestas nacionales son más importantes que las europeas.
–Las medidas que están tomando los diferentes países tienen como efecto un agravamiento de la desconfianza. Todo el mundo habla de crisis de confianza intrabancos, pero no es sólo entre bancos. Si la crisis se sigue profundizando, a pesar de las medidas que se tomen, es porque la crisis de confianza toca a los gobiernos, a los partidos opositores y al sistema político en su conjunto. El modelo de intervención del Estado que presentaron el presidente Bush y el Departamento del Tesoro es para salvar principalmente a los bancos. Es la primera vez en la historia que durante una crisis de endeudamiento los gobiernos intervienen para fortalecer a la parte más fuerte del problema; no sólo en Estados Unidos, también en Europa. Entonces, la orientación de los gobiernos no genera confianza en los ciudadanos.
–Las instituciones más fuertes. Los Estados son una mediación: intervienen para nacionalizar las instituciones más débiles, pero en poco tiempo es posible que éstas pasen nuevamente a instituciones privadas. Es un momento de concentración máxima a través de la crisis, que la aprovechan los más fuertes.
–Tiene un efecto contradictorio. Las cinco “estrellas” de Wall Street desaparecieron igual que las Torres Gemelas. Otras grandes fortunas se están reduciendo porque parte de la riqueza acumulada son activos financieros. Puede ser que al final de este cataclismo pueda haber una economía menos concentrada.
–La crisis financiera no ha terminado y vemos efectos contradictorios. Por un lado, un efecto de concentración y, por otro, un efecto de descentralización. Es importante para nuestros países porque hay mayor peso de las entidades financieras de los países en desarrollo, de China, India, bancos latinoamericanos. Un factor en contra de la centralización. El fundamentalismo de mercado está en una crisis severa y eso va a hacer que los proyectos de integración regional puedan tener un mayor impulso. Puede haber una fuerza centrípeta y también una fuerza centrífuga. A lo mejor esta última es la más importante. Wall Street ya no seguirá teniendo el papel preeminente que tuvo antes de la debacle.
–Néstor Kirchner dijo hace años que los organismos debían volver al papel que les asignó Bretton Woods. Y ahora están regresando: el FMI llama a mantener la demanda agregada global. A eso se agrega la decisión del FMI y el BM de dejar abierta una cartera de más de 200 mil millones de dólares para poder ayudar a los países desarrollados, pero no para salvar banqueros sino para mantener la demanda agregada. El presidente del BM llama a tener fondos disponibles para sostener la demanda agregada mundial en los países en desarrollo, si éstos no pudieran con sus propios recursos. Es un cambio que han tenido los organismos financieros en todo el curso del año. Otro aspecto muy importante es que el partido Demócrata regresa al gobierno y a América latina le ha ido bien con los demócratas en el pasado. Tienen una visión de mayor cooperación con América latina.
–La crisis golpeó fuertemente a los países asiáticos en contraposición a la “tesis de desacoplamiento”. Este año la bolsa asiática se derrumbó con mayor dureza que la de los Estados Unidos. Los capitales financieros del Norte ya habían tomado enorme cantidad de dólares de Asia para financiar su crédito exhausto, originando un colapso simultáneo de las monedas asiáticas y del mercado de valores.
–En el período anterior a la crisis de 1997 las divisas asiáticas estaban unidas al dólar estadounidense. Hoy se sacrificó el valor de las monedas asiáticas para mantener el dólar. Luego de 1997, se adoptó un estándar global, en especial en la apertura del mercado de capitales, que privó a la mayoría de los países asiáticos de un medio político para controlar los movimientos volátiles de capitales financieros del Norte. Además, las dependencias financiera y de la exportación aumentaron sustancialmente en la mayoría de los países asiáticos, volviendo más vulnerables sus economías a la crisis actual.
–Desde 1997, los principios fundamentales de las economías asiáticas se debilitaron en vez de fortalecerse, como lo muestran su inferior rentabilidad, inversión y crecimiento. Así cada vez resulta más probable una “segunda recurrencia” de la crisis asiática de 1997. Cualquier rescate desde los países desarrollados parecido al de la crisis de 1997 no será potable para los países asiáticos, porque aquéllos son el epicentro de la actual crisis. Los países avanzados tomarán y forzarán a las economías asiáticas a pagar el precio por la crisis económica global actual sencillamente porque son los seguidores más fieles del estándar global.
–Resulta desafortunado que algunos países asiáticos, en especial el gobierno ultra liberal de Lee Myung-bak de Corea del Sur, busquen desregulaciones financieras anacrónicas con políticas que permiten a los conglomerados ser dueños de bancos, cuando la mayoría de los países del Norte se desvían del mercado capitalista neoliberal y adoptan políticas de regulación estatal y nacionalización. China difícilmente sea una salida para los países asiáticos u otros países involucrados en la crisis económica global actual, dado que desde los ‘90 adoptó estrategias de crecimiento neoliberal y dependientes de la exportación. Por cierto, jugó un papel crucial en el desequilibrio global al acumular excedentes comerciales enormes y bonos del Tesoro norteamericano. Sólo será necesario una pequeña desaceleración del crecimiento de China para disparar la crisis económica en otras economías asiáticas.
–Si la crisis asiática de 1997 resultó de la crisis del estatismo, la actual y la “segunda recurrencia” de la crisis de 1997 implican la quiebra del neoliberalismo. Lo que se necesita ahora no es seguir las recientes medidas estatistas del Norte sino trascender la oposición binaria del estatismo y el neoliberalismo y avanzar hacia un anti y post capitalismo.
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