Dom 15.02.2009
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OPINION > LA SEGURIDAD ENERGETICA NACIONAL

“Ya es hora de independizarse”

La reciente ocurrencia de dos hechos significativos para el país en materia energética constituye la ratificación de un giro en relación con la política hidrocarburífera de los noventa. Además tiene la virtud de dejar al descubierto fuertes contradicciones del Gobierno entre los planos local, regional e internacional en esta materia. Los dos sucesos a destacar son:

1. La suscripción de los convenios de asociación estratégica entre Enarsa y las rusas Rosneft (estatal) y Lukoil (privada), 11º y 12º productoras y propietarias de petróleo del mundo, respectivamente.

2. El reingreso del Estado nacional al mar argentino a través de Enarsa.

Desde la segunda presidencia de Yrigoyen que no se avanzaba con Rusia en un acuerdo tan ambicioso desde el punto de vista energético. Aquella vez, para sortear los monopolios de la comercialización de productos agropecuarios y paralelamente acompañar la cruzada de Mosconi destinada a controlar los precios internos de los combustibles. Hoy día para eludir la ineficiencia y el desinterés de las operadoras privadas (más Petrobras) en materia de reposición de reservas de petróleo y gas natural, aunque también para remediar la paupérrima política exploratoria y de producción de Repsol-YPF (inalterable a pesar del ingreso de Eskenazi). Asimismo, los acuerdos suscriptos con Rusia contribuirán a la recuperación y consolidación energética del país.

Si bien resta mucho por hacer, Enarsa camina en sentido inverso a la inactividad de Repsol-YPF, recuperando la eficiencia y el protagonismo exploratorio que históricamente tuvo la acción estatal por encima de la privada. En efecto, casi treinta años después de que la Plataforma Enrique Mosconi concluyera sus operaciones en el mar Argentino (y con ella YPF Sociedad del Estado), la puesta en actividad del área E-2 propiedad de Enarsa reinaugurará la presencia del Estado en el off-shore. La acertada decisión de recrear una empresa nacional de energía y la de aumentar gradual y sutilmente su participación en el sector rinden sus frutos. En la ceremonia de iniciación de la E-2, la presidenta de la Nación tendrá el honor de lucir sobre su cabeza un casco de la empresa energética de todos los argentinos, excluida de su propio mar durante tres décadas. Un acontecimiento trascendental en lo político pero también en lo técnico, dado el fracaso del pozo Aurora de Repsol-YPF. Además del área E-2, las expectativas están puestas ahora en las E-1 y E-3, también propiedad de Enarsa, y cuya participación promedio del 35 por ciento permite incrementar la del Estado a un 60 por ciento aproximadamente.

Pero las acertadas decisiones en política hidrocarburífera regional e internacional se contradicen con la continuidad de ciertas políticas en el plano interno, incompatibles a su vez con un modelo de reindustrialización. Ya es hora de que la seguridad energética nacional se independice del humor de la realeza española, de un cúmulo de atemorizados accionistas privados y de un puñado de ex gerentes de la Pdvsa (expulsados por Chávez durante los golpes petroleros de 2002-2003 luego contratados por Repsol-YPF en la Argentina). La intensificación de la crisis internacional, la tremenda recesión en España y la negativa de Repsol-YPF de priorizar el interés argentino por sobre el de sus accionistas hacen inevitable la reestatización de YPF en 2009 y su absorción por Enarsa. Sólo así habrán de superarse las contradicciones que al día de hoy mantienen en vilo la seguridad energética de la Nación.

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