Por Guillermo Gallo Mendoza y Jorge Eduardo Rulli
Grupo de Reflexión Rura
La producción de vegetales genéticamente modificados está hoy bajo diversos grados de cuestionamientos y de alertas científicos. En Argentina, en cambio, sólo se asiste a debates aislados entre miembros del Grupo de Reflexión Rural y algunas otras ONG versus representantes de empresas, técnicos del INTA, legisladores y periodistas al servicio de la “globalización y la modernización en el agro”. Polémicas donde los primeros esgrimimos fundamentos desde el conocimiento agrario y llamando la atención sobre las consecuencias de la aplicación del modelo biotecnológico, y los segundos presentan informaciones que consideran estrictamente científicas pero que se hallan cada vez más cuestionadas en el ámbito internacional.
Por supuesto que entre las partes no hay posibilidad de arribar ni siquiera a un empate. Nosotros sostenemos la necesidad de la aplicación del principio de precaución estableciendo una moratoria a la liberación de las semillas genéticamente modificadas (GM), hasta que se demuestre la inocuidad de esos productos con respecto a la salud humana, el impacto sobre los suelos, las aguas. Y consideramos que su uso conlleva paquetes tecnológicos que además de fortísima dependencia a insumos, incluyen principios activos y patrones agrotóxicos causantes de impactos de mayor o menor gravedad.
Mientras se tiende a debatir sólo si la soja transgénica nos afecta o no, se tiende a olvidar que la Argentina sojera de inmensos monocultivos y exportadora de aceites y residuos es producto del modo más idiota y argentino de entrar en la globalización. Y que esa economía global de la soja necesariamente implicaba una agricultura sin agricultores, con despoblamiento del campo y hambre en las ciudades.
La confrontación se da entre quienes observan la realidad de todos los días versus los que sostienen falsos mitos. Entre ello, que con la producción de cultivos GM podría aumentarse exponencialmente los rendimientos unitarios del agro como contribución a la superación del hambre en el mundo. Cuando queda claro que pobreza hubo en nuestro país muchas veces y quizás aún más que ahora, pero hambre como la que existe ahora jamás. Para repetir hasta el hartazgo ciertas tonteras publicitarias las empresas cuentan con la colaboración de políticos, con ciertos medios de comunicación masiva y con otros instrumentos que no están al alcance de quienes luchan para evitar males mayores a la sociedad. Es conocido, a pesar de ello, el peligro que entraña el suministro de soja a los menores de 5 años, a mujeres embarazadas, y en general a población en situación de riesgo alimentario e indigencia. Sin embargo ello se oculta con pertinacia y el negocio de la soja avanza, ahora no sólo con la conducción evidente de las empresas interesadas. Muchos, demasiados, sufren de la ceguera “científica” que ayuda al negocio de la soja.
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