LA PRODUCCION MINERA EN EL PAIS
La actividad minera plantea el desafío de sumarla a un país de un modelo agrícola-ganadero o a uno encaminado a abandonar su aparente subdesarrollo.
› Por Federico Bernal
“Lamentablemente, el país nació como agrícola-ganadero.” Con esta frase y luego de una breve introducción, el director de la revista Panorama Minero, órgano oficial de la industria minera en la República Argentina, dio por iniciado el seminario “Argentina Oro 2008”, en noviembre del año pasado. Minutos más tarde y promediando su alocución, profundizó su anterior alegato añadiendo: “Ojalá que la Argentina siga siendo agrícola-ganadero. Somos el alimento del mundo. Eso es muy lindo (sic)”. A la luz de la crisis abierta con la Resolución 125, analizar esas dos expresiones reviste especial significación.
En primer lugar, porque brindan una idea cabal de cómo la industria minera y buena parte de los funcionarios públicos del sector (nacionales y provinciales) conciben esta actividad: una minería desde y para un país granero del mundo. En segundo lugar, porque sintetizan el pensamiento de un sector de la población, que les impide aprender las leyes del desarrollo socioeconómico de cualquier nación, e hilando más fino, aquellas específicas que hacen al desarrollo de los países periféricos. Si las ignoran no las pueden demandar ni defender, y entonces las atacan. Se explica así el apoyo al sector agropecuario concentrado, alianza condensada en el enunciado “sin campo no hay país”.
Las ponencias del seminario “Argentina Oro 2008” permiten además explicar otras cuestiones ligadas a la resolución del añejo e irresuelto enfrentamiento entre modelos: la cuestión federal. No obstante haber aumentado su participación en el PBI nacional de 0,4 por ciento hace doce años a 1,5 por ciento en 2008, desde su despegue a fines de la década del noventa, la minería en la Argentina no ha desarrollado socioeconómicamente al interior, sino todo lo contrario, lo ha pauperizado. Desde entonces, las provincias productoras han aumentado su dependencia económica sobre esta actividad, primaria, finita (5 a 15 años para grandes emprendimientos), sujeta a los vaivenes internacionales, no industrializada, aislada de las labores productivas locales, de generación de empleo igualmente limitado y escaso en comparación con lo aportado por otras ramas industriales. Asimismo, la provincialización de los recursos mineros (Pacto Federal Minero de 1993) le imprimió –como ocurre con los hidrocarburos y tal como la Mesa de Enlace pretende replicar a nivel agrario– un carácter semifeudal en los manejos operativos, de negociación, gestión, control y de usufructo de dividendos. Peor aún, la provincialización ha convertido a la minería en una herramienta políticoelectoral de fortalecimiento (o debilitamiento, según el caso) de sus respectivos gobernadores. Así lo manifestó sin tapujos el vicepresidente de la Cámara Minera de San Juan, en ese seminario, al asegurar que “desde nuestra provincia aspiramos a que el gobernador sea candidato a presidente en 2011 (sic)”. Un gobernador que opinó que “la Argentina era la Pampa Húmeda, lo sigue siendo. Y nos sentimos orgullosos de que así sea, porque tiene las vacas, el trigo, la soja, nuestro complejo industrial que representa al país” (Argentina Oro, 2006).
En conclusión, la minería en la Argentina debe pensarse y practicarse bajo la modalidad de ¿un país agrícola-ganadero (o en el mejor de los casos, agroindustrial)?, o bien ¿de uno decidido y encaminado a abandonar su aparentemente eterno subdesarrollo? Y aquí es justamente donde la crisis internacional puede ayudar a una definición a favor de la segunda opción. Con la comprobación del reposicionamiento mundial del oro como activo estratégico fundamental a la hora de edificar y proteger la seguridad económica y financiera de los países, resulta irracional la profundización del perfil netamente exportador de la minería aurífera en la Argentina. Mientras tanto, las “revolucionarias” compañías mineras nucleadas en el World Gold Council –muchas de las cuales son además las principales operadoras auríferas en la Argentina– sugieren como prudente un aumento del porcentaje de la “reliquia bárbara” (parafraseando a Keynes) en las reservas del Banco Central, llegando inclusive hasta insinuar hacerlo comprando la producción doméstica.
Opinión recursos
* “La minería en la Argentina no ha desarrollado socioeconómicamente al interior.”
* “Aumentó su participación en el PBI nacional de 0,4 por ciento hace doce años a 1,5 por ciento en 2008.”
* “La provincialización de los recursos mineros (Pacto Federal Minero de 1993) le imprimió un carácter semifeudal en los manejos operativos.”
* “Resulta irracional la profundización del perfil netamente exportador de la minería aurífera en la Argentina.”
* El World Gold Council sugiere como prudente un aumento del porcentaje de la “reliquia bárbara” (parafraseando a Keynes) en las reservas del Banco Central”.
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