PEQUEÑOS PRODUCTORES Y RETENCIONES DIFERENCIALES
El discurso en apariencia progresista a favor de “pequeños productores sojeros” contiene sin querer un componente retardatario en términos del desarrollo de las fuerzas productivas materiales.
› Por Claudio Scaletta
Una de las características del desarrollo capitalista desde su surgimiento son los procesos de concentración económica. No se trata solo de la concentración de la propiedad de los medios de producción, que dependiendo de las formas societarias puede o no ser la del capital, sino también del aumento de las necesidades de escala de la producción. Esta segunda parte constituye un cambio microeconómico radical del capitalismo en relación con modos de producción anteriores y es una transformación que ocurre al interior de las fábricas o explotaciones. Cuanto más estándar es una mercancía, mayor es la necesidad técnica de producirla a gran escala y el consiguiente premio económico por hacerlo. Esto es el resultado de los procesos de estandarización productiva ya descriptos por Adam Smith cuando respondía por las causas de “la riqueza de las naciones”. Pero no se trata solo de predicciones teóricas. En la producción agraria sobran las muestras fácticas. Normalmente se acepta que 500 hectáreas de soja demandan, en el campo, un empleo directo. Actualmente se aspira a que el “aumento de la productividad del trabajo” permita llegar a las 1000 hectáreas por trabajador. Sucederá antes o después y la superficie que pueda trabajarse con un empleado y mucho capital será siempre creciente. En términos económicos, entonces, hablar de “pequeños productores sojeros” es hacerlo de una especie en extinción. Puede ocurrir que la soja sea muy rentable y entonces también pueda serlo para las pequeñas explotaciones, pero lo será siempre más para las de mayor escala. Por eso, quien no tiene superficie suficiente suele convertirse en rentista. En el capitalismo avanzado el espacio económico para los pequeños productores es el de la producción de mercancías menos estándar. Hasta aquí la perspectiva económica, que se funda en las necesidades técnicas del proceso productivo. No es la conciencia la que determina la existencia.
Desde la perspectiva social el dato económico aparece, prima facie, como un problema. Una vasta propiedad agraria es un territorio vacío con un seguro propietario, por lo general absentista, radicado en algún centro urbano en cuya suburbia se asientan quienes no consiguen trabajo en el campo. Este es el “desierto verde” de los campos sojeros. La misma extensión ocupada por un conjunto de pequeñas propiedades no sólo supone una distribución más equitativa de la propiedad, sino que da lugar a una sociedad más dinámica. Seguramente aparecerá un pequeño centro urbano de servicios y se desarrollará el germen de una sociedad democrática. Los socialistas utópicos estarían encantados imaginando las potenciales relaciones a su interior, pero lo que en realidad aparece es la sociedad de la “Familia Ingalls”, sociedad que en su devenir histórico, y en su país de origen, muestra que en la actual fase de desarrollo sólo puede subsistir en base a subsidios. El discurso en apariencia progresista a favor de los “pequeños productores” contiene sin querer, cuando se trata de la producción de commodities, un componente retardatario en términos del desarrollo de las fuerzas productivas materiales. Esto explica las contradicciones de organizaciones como la Federación Agraria Argentina, que para justificar su cerrada defensa de los intereses de las grandes explotaciones sojeras, de la que se beneficia su base social, se ve obligada a realizar congresos de economías regionales en lo que supuestamente se defienden los intereses de los pequeños productores.
Desde la perspectiva del sector público el balance debe ser cuidadoso. Las políticas económicas activas suponen transferencias. La pregunta de fondo en la economía local es si estas transferencias deben ser intra o intersectoriales; si la política agropecuaria debe pensar en transferencias hacia los pequeños productores sojeros, por ejemplo a través de retenciones diferenciales, o hacia los pequeños productores de mercancías menos estandarizadas, donde estos productores tienen razón económica de ser, como lo son por ejemplo las de muchas economías regionales de base agraria ni sojeras ni cerealeras.
Agro
* Las ventas de carne vacuna al exterior, concretadas entre enero y abril de este año, se incrementaron en volumen y divisas respecto de igual fecha del año pasado y dejaron ingresos para el país por un monto superior a los 472 millones de dólares.
* El coordinador de la Mesa Nacional de Productores de Leche, Claudio Ersinger, afirmó que el Gobierno podría elevar de 3000 a 6000 litros diarios de leche el techo de producción de los tambos que reciben subsidios.
* La Argentina podría producir 4,8 millones de toneladas de girasol en la próxima campaña, es decir 20 por ciento más que el pronóstico del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA).
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