Dom 14.06.2009
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LA SUPUESTA CRISIS DE LA LECHERíA

El pastorcito mentiroso

Más allá de la lucha política que deriva en declaraciones alarmistas de dirigentes de la Mesa de Enlace, la producción y las exportaciones lácteas están en aumento.

› Por Claudio Scaletta

La economía mundial está en crisis. Los mercados más afectados son los de commodities. El piso de las cotizaciones comienza lentamente a quedar atrás. Lo que queda para el observador son las grandes variaciones en los precios y sus efectos locales. Los mercados de materias primas siempre fueron bastante transparentes en sentido neoclásico. La información quizá no sea “completa”, pero existen muchísimos datos sobre las situaciones de la oferta y la demanda en todo el mundo. A veces esa información no es gratuita debido a las falencias del sector público en proporcionarla, pero los actores que intervienen en estos mercados y construyen precios acceden a ella. Sin embargo los precios, ahora en sentido clásico, sufren increíbles oscilaciones respecto de los valores. Desde la oferta y la demanda es difícil encontrar razones que expliquen por qué lo que un día vale 100, tres meses después cotiza a 30 y en medio año regresa a 60. La explicación para estas variaciones fueron dadas en muchas oportunidades ya antes de la crisis, cuando los precios se disparaban, y reside en el componente de especulación financiera en la demanda.

En el sector agropecuario, estas grandes oscilaciones, que en un extremo encuentran a operadores financieros haciendo negocios con precios en alza o en baja, tienen efectos potentes en la otra punta, la de la producción. Puede ocurrir que lo que se esperaba vender a 6000 dólares la tonelada, como es el caso del valor alcanzado por la leche en polvo, principal producto lácteo de exportación de la Argentina, hoy deba venderse a menos de 3000, como es en la actualidad. En una economía “ideal” completamente abierta y con nula intervención estatal, lo que se espera que suceda frente a estos cambios es un ajuste a lo largo de la cadena. Las usinas lácteas que fabrican la leche en polvo y la exportan deberán pagar menos por la materia prima, como seguramente habrán aumentado pagos cuando el proceso fue el inverso. Si el precio internacional cae a la mitad, también debería caer, aunque en proporción algo menor, el precio pagado por el consumidor. El precio de venta debería reducirse. Toda la cadena productiva perdería y el consumidor, sólo en este rol, gana. Por supuesto, el mismo proceso debería producirse, a la inversa, cuando los precios crecen.

Pero esta economía ideal no existe. En los países desarrollados existen Estados que intervienen para evitar el impacto de estas oscilaciones, que habitualmente no son tan grandes como en ocasión de una crisis global, en la producción y en los consumidores. Siendo la leche un producto básico, la actual administración decidió separar mercado interno de externo a través de retenciones cuando los precios se disparaban; luego, cuando las condiciones cambiaron, bajó primero las retenciones y después las eliminó.

Adicionalmente, cuando los precios externos se derrumbaron, anunció compensaciones de 10 centavos por litro de leche para los tambos que producen hasta 3000 litros (75% del total), límite que luego subió a 6000 (85% del total). Si bien la medida favorece al sector en su conjunto, funciona también como subsidio al precio de compra de las industrias, aunque parezca subsidio al tambo.

A esto deben sumarse los resultados productivos. De acuerdo con la información de la Secretaría de Agricultura, en el período enero-mayo de 2009 las exportaciones registraron, en toneladas, una suba del 11,5 por ciento. Las ventas fueron de 119,5 mil toneladas, casi el doble de las 61,2 mil que se vendieron en el piso de 2003. También, 2009 vs. 2008, cayeron el 35 por ciento en dólares, pero era lo esperado frente al derrumbe de precios. La producción en tanto se encontraba en marzo (último dato oficial disponible) 6,2 por ciento por encima de igual mes de 2008 y 8,5 por ciento más alta que dos años antes.

Los números muestran dos cosas. En primer lugar que quienes hablan de “crisis terminal de la lechería” deberían explicar, más allá de la lucha política, por qué lo dicen, ya que tanto la producción como las exportaciones aumentan. No vaya a ser cosa que les pase como al pastorcito mentiroso, que cuando pataleen con justa causa nadie les crea. En segundo lugar, vuelve a hacerse evidente que, si existe algún problema con los precios recibidos por los productores primarios, sus causas deben buscarse al interior de la cadena productiva y, sobre todo, en la comercial.

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