Dom 16.08.2009
cash

LA EXPERIENCIA DE MUHAMMAD YUNUS, FUNDADOR DEL BANCO GRAMEEN EN BANGLADESH

Microbanquero bangladesí

Yunus, laureado con el Premio Nobel de la Paz, es el referente mundial del mercado de microcréditos para los sectores más pobres.

› Por Sam Daley-Harris *

Cuando el presidente Obama entregó la Medalla de Libertad a 16 distinguidos “agentes del cambio” estadounidenses e internacionales en una ceremonia en la Casa Blanca el 12 de agosto, uno de los honrados vinculará a Obama tanto con su pasado como con el futuro que tanto busca crear. Entre los 16 líderes que recibieron el honor civil más alto de los Estados Unidos estuvo el profesor Muhammad Yunus, fundador del Banco Grameen en Bangladesh, el cual otorga pequeños créditos para autoempleo a la gente más pobre de su país. Hace décadas, este profesor de Economía laureado con el Premio Nobel de la Paz inició su búsqueda de nuevos clientes bancarios mediante un proceso que él describe como “buscar a los más tímidos”. No buscaba a los primeros que salían a pedir un micropréstamo de 10 dólares o menos, sino a los últimos que salían a pedirlo y quienes tenían menos confianza en sus propias habilidades. A aquellos aldeanos él y su personal dirían: “Sí puedes”.

Treinta y tres años después, casi ocho millones de miembros del Banco Grameen (un total de 40 millones cuando uno cuenta los miembros de sus familias) dicen “Sí se puede” al mundo entero. Desde su inicio el Banco Grameen ha prestado más de ocho mil millones de dólares a los pobres de Bangladesh. ¿Cómo es que uno logra iniciar una empresa que alcanza a casi 40 millones de personas en su propio país y toca las vidas de decenas de millones más a través de réplicas alrededor del mundo? Yunus tuvo su propio momento de descubrimiento del “Sí se puede” cuando era un joven profesor de Economía y presenció una hambruna atroz en su país que lo dejó dudando de su valor como profesor y como ser humano. Ver a personas muriendo de hambre lo impactó tanto que cuando entró a Jobra, el pueblo adyacente a su universidad, lo único que deseaba era ver si podría ayudar a una persona por un día –no a 40 millones– sólo una. Fue en aquel pueblo que conoció a una fabricante de taburetes que lo horrorizó al explicarle que sólo ganaba dos centavos al día por su hermosa artesanía. Como ella carecía de dinero para comprar el bambú requerido para producir los taburetes, Sufia Khatun se veía obligada a tomar préstamos de un usurero que exigía que ella le vendiera sus taburetes terminados solamente a él a un precio que él fijaba –un precio tan bajo que a ella le quedaban solamente dos centavos de ganancia al día–. Cuando Yunus le preguntó si ella podría ganar más si fuera liberada del usurero, ella contestó, “Sí puedo”. El profesor Yunus encargó a uno de sus estudiantes que buscara a otros aldeanos que estuvieran enfrentando el mismo dilema. El estudiante encontró a 42 personas que necesitaban un gran total de 27 dólares para reembolsar al usurero, comprar sus materias primas y vender sus artículos al mejor postor. Así es: todo lo que ellos necesitaban era un promedio de 68 centavos cada uno. Con su préstamo de menos de un dólar, las ganancias de la fabricante de taburetes crecieron de dos centavos de dólar al día a 1,25 dólares al día.

Ahora el profesor Yunus ha puesto su mira en los titanes de los sectores del comercio y la industria con su concepto del “comercio social” y los presidentes de Danone, Intel, y BASF están abriéndose al camino del “sí se puede” con Yunus para crear nuevos negocios sin fines lucro pero autosustentables, que tienen como único objetivo mejorar las vidas de la gente. Las corporaciones pueden recuperar sus inversiones iniciales en esos negocios sociales, pero luego todas las ganancias son reinvertidas en esas nuevas compañías. Estos acuerdos incluyen una empresa conjunta con Danone que produce el yogur nutritivamente fortificado para los aldeanos desnutridos; otra con BASF que produce mosquiteros tratados químicamente para proteger a la gente de mosquitos transportadores de malaria; y otra con Intel que trae soluciones a los pueblos rurales por medio de la tecnología de la información.

Cuando el presidente estadounidense estrechó la mano del microbanquero bangladesí durante la ceremonia en la Casa Blanca esta semana, Obama se conectó con su propio pasado y el trabajo en microfinanzas que hizo su madre en Indonesia

* Fundador de la Campaña de la Cumbre del Microcrédito que busca llevar el microcrédito a 175 millones de las familias más pobres del mundo: www.microcreditsummit.org

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