ECONOMíA SOLIDARIA Y DESARROLLO LOCAL
Con estrategias socioproductivas que despliegan sectores populares y organizaciones de la sociedad civil se da respuesta a problemas de empleo, pobreza y/o exclusión social. La experiencia Fazenda-Espinillo.
› Por Patricia Arpe *
En El Espinillo, una localidad de 4000 habitantes, que se sitúa a 200 kilómetros de la capital formoseña y a unos 1800 de Buenos Aires, se ha puesto en marcha un proyecto que se inscribe en lo que se denomina Economía Solidaria. Esta se refiere a un conjunto de estrategias socio–productivas que despliegan sectores populares y organizaciones de la sociedad civil (apoyados en muchos casos por los gobiernos locales y las políticas públicas nacionales), para dar respuesta a problemas de empleo, pobreza y/o exclusión social. En este caso nos referimos al Programa Fazenda, que ha comenzado a producir en esta localidad del norte formoseño papines y otras hortalizas “bajo condiciones controladas”.
Los orígenes de este emprendimiento se sitúan en la provincia de Buenos Aires y se remontan a la década del ‘90. Pero la crisis del 2001 marcó un punto de inflexión en su historia. Buscando una salida a la grave situación que vivía el país, un grupo de profesionales con vocación social, liderados por Marcelo Teiblum, junto a una docena de familias y jóvenes estudiantes de bajos recursos económicos del partido de Cañuelas, conformaron el Programa Agroeducativo Fazenda. Los objetivos eran múltiples: sociales, educativos, productivos, solidarios. Se dedicaron a mejorar y aumentar la producción hortícola que ya venían encarando, alentaron a los jóvenes a terminar estudios terciarios y/o superiores. Con esfuerzo propio y con una adecuada articulación con distintos y múltiples actores públicos y privados (el Municipio y el Colegio Agrotécnico Don Bosco de Cañuelas, la Facultad de Agronomía (UBA); otras organizaciones de la sociedad civil como la Fundación del Banco Credicoop y el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos y programas nacionales del Ministerio de Desarrollo Social y de la Secretaría de Agricultura Nación, entre otros), obtuvieron materiales para la producción de semillas de papín de alto valor genético y los conocimientos especializados para optimizar la producción y la comercialización. Hoy la demanda de papines ha crecido notablemente, tienen gran cantidad de pedidos dentro del mercado interno (tanto en el Mercado Central como en restaurantes de la franja ABC1, servicios de catering) y posibilidades de exportación.
¿Pero dónde se junta esta historia con Formosa? Fazenda trascendió las fronteras del partido de Cañuelas cuando César, uno de los jóvenes que integran el Programa, oriundo del Espinillo, emigrado a Buenos Aires por falta de trabajo y oportunidades, propuso replicar esta experiencia en sus pagos. Se realizaron varios intercambios, viajes de los jóvenes –a esta altura, expertos– y de Marcelo para hacer pruebas pilotos y contactos. Y en julio pasado se sembraron allí las primeras parcelas con las semillas de papines producidas en Cañuelas bajo estrictas condiciones de calidad y control: riego por goteo, protegidas por invernáculos y agronutrientes. Este flamante objetivo del grupo tiene un gran sentido social. Los menores costos de producción, las bondades del clima cálido formoseño (ausencia de heladas, amplitud térmica: calor durante el día, frío por la noche) permite que el producto esté en Buenos Aires dos o tres meses antes de lo usual. Un escollo a zanjar era la sequía que padece el país: en El Espinillo se registran dos meses sin lluvias con temperaturas de 35º promedio. Y aquí se evidencia la importancia y la ventaja diferencial que significa para el pequeño productor contar con un sistema de riego. La alianza estratégica que estableció Fazenda –desde sus inicios– con el área de Promoción de la Comercialización del Ministerio de Desarrollo Social les permitió obtener un subsidio que financió un moderno sistema de riego por goteo. El flamante equipo es de avanzada tecnología. La empresa que lo fabricó –Netafim–, de origen israelí, es pionera en el sector.
Una vez más Fazenda logró articular con el Municipio de El Espinillo, que los ayudó con la provisión de un tractor y facilitándoles la logística, también aprovecharon las mejoras del sistema hídrico que ha realizado el gobierno provincial ya que se proveen agua del riacho El Porteño, recientemente canalizado, obtuvieron fondos nacionales para financiar una parte del proyecto y contaron con la ayuda de productores locales. Marcelo comenta que también han logrado resolver un “cuello de botella” que es el flete al Mercado Central, apelando a la compañía Magan, que por su bien entendida responsabilidad social empresaria accedió a ayudar a Fazenda y a otros productores formoseños con el transporte.
Sin proponérselo, estos emprendedores han provocado una pequeña revolución en El Espinillo, ya que diferentes funcionarios provinciales han visitado el emprendimiento, y muchos pequeños productores de la zona se quieren integrar al Programa, en especial algunos jóvenes. Esta experiencia muestra cómo articulando e intercambiando adecuadamente con los distintos actores de la Economía Social se logran desarrollos locales impensados con posibilidades de replicarse exitosamente
* Economista, Directora Departamento Proyectos del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).
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