Domingo, 25 de octubre de 2009 | Hoy
EL BAúL DE MANUEL
Por Manuel Fernández López
La celebración del Bicentenario de la Revolución de Mayo deberá ajustarse a lo que fue, y desechar lo que no fue. Por tanto, debería resolver antes varios enigmas. Uno es el de la publicación creada por Belgrano. El Correo de Comercio fue la primera revista argentina de economía. Como tal, participó de varios rasgos contradictorios: su publicación fue requerida por la autoridad colonial, pero se publicó durante el gran despertar anticolonial; su fundador, Manuel Belgrano, pasó de funcionario servidor de la Corona a miembro de la Primera Junta de gobierno patrio y a enfrentar a la Corona con las armas. Más aún: el editor inicial debió ausentarse de Buenos Aires en septiembre de 1810, al frente de una expedición con destino al Paraguay, en tanto el Correo siguió apareciendo durante todo 1810. Que la ausencia de Belgrano no hubiera impedido la continuidad del semanario se explica por un segundo hombre, que suplió al prócer en la tarea editorial. Y había un solo hombre con experiencia editorial en el Buenos Aires de 1810: Juan Hipólito Vieytes, que además era publicista. Sin educación superior como Belgrano, Vieytes era “lector” de obras de economía, y sus autores preferidos eran Valentín de Foronda y Adam Smith, de quien poseía numerosas ediciones. Belgrano, cabe suponer, tenía escritos previos de economía, acaso inéditos, que fue publicando o hizo publicar por Vieytes en el Correo (“en él salieron mis papeles”, escribió Belgrano), como la serie de entregas tituladas “Comercio”, que aparecieron en cada número hasta el último. Belgrano se había iniciado en el estudio de economía en Salamanca, en un seminario dirigido por Ramón de Salas, basado sobre las Lecciones de Comercio, en traducción del propio Salas, y Belgrano se remitió con frecuencia al napolitano, tanto en su actuación en el Consulado como en los papeles que publicó en el Correo. Por ejemplo, la iniciativa de una escuela de dibujo (1795) o las “Nueve máximas del comercio beneficioso al país” (1810). Estos escritos eran de un mercantilismo matizado. En tanto, los aportes de Vieytes eran simples traducciones de Smith, o glosas de las Cartas de Valentín de Foronda, como el artículo “Economía política”, donde criticaba el intervencionismo en los mercados. Estos son los caminos por donde deberá transitar la solución del problema de la paternidad de los artículos del Correo de Comercio.
Otro enigma para el festejo del Bicentenario, y de calibre nada menor, es el “Plan de las operaciones que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad é independendencia”, documento fechado 30 de agosto de 1810, firmado “Doctor Mariano Moreno”, reproducido por Norberto Piñero en Escritos de Mariano Moreno (Buenos Aires, 1896, pp. 446-565), conocido también como Plan Secreto de Operaciones. No era un proyecto de política económica, sino algo más amplio: una estrategia para establecer un proyecto político distinto, aunque lo económico no estaba ausente. Según el mismo N. Piñero, era un “extenso proyecto sobre los arbitrios que juzgaba propios para adquirir fondos con que atender las necesidades públicas, propender a la creación de fábricas, ingenios e industrias y fomentar la agricultura y las artes útiles. Los puntos esenciales de este proyecto eran el monopolio, por el Estado, durante diez años más o menos, de las minas y de la minería; la expropiación o allanamiento, en beneficio de la comunidad, de los bienes pertenecientes a los mineros; la prohibición absoluta a los particulares, bajo la amenaza de infligirles severas penas, de trabajar minas de oro o plata; la prohibición también, especialmente hacia los europeos, de extraer del país, en cualquier forma, sus caudales o su fortuna; las restricciones respecto de los mismos, en punto al giro de su capital; el establecimiento de casas de ingenio y la acuñación de moneda, la que debería ser mezclada y rebajada en un 15 o 20 por ciento de su ley”. El origen de este documento se cifra en el memorándum en el que se solicita a la Junta designe una comisión secreta, “para que presente un plan de proposiciones especulativas, que dirijan en parte, con arreglo a sus instrucciones políticas, las operaciones de su conato y deseos”. Firmaba Belgrano el 15 de julio de 1810. El Plan, firmado por Moreno un mes y medio después, parece evidenciar la participación de Manuel Belgrano, al incluir citas extensas, casi literales, de Genovesi, lectura casi exclusiva del creador de la bandera. De tal modo, aún tenemos sin respuesta dos interrogantes: ¿existió tal documento?, ¿quién o quiénes lo redactaron? Y hasta podría plantearse algún paralelismo entre las estrategias del gobierno y las del plan secreto de operaciones.
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