INTERNACIONAL > LA ECONOMíA DEL PAíS MáS POBRE DE LATINOAMéRICA
La escasez de agua, alimentos y energía, la degradación del suelo, el crecimiento demográfico acelerado y la fragilidad del Estado son algunas de las características que distinguen a Haití.
› Por Fernando Krakowiak
La escasez de agua, alimentos y energía, la degradación del suelo, el crecimiento demográfico acelerado y la fragilidad de un Estado incapaz de responder a las demandas ciudadanas son algunas de las características que distinguen a Haití. En este contexto, la inestabilidad política y social ha sido habitual, siendo sólo atemperada por la ayuda económica internacional, las remesas de los emigrados y la presencia, desde hace ya más de cinco años, de tropas de la ONU. Esta combinación de factores llevó a algunos analistas a calificar a la isla caribeña como un país “inviable”, en un listado que también incluye a Somalia, Sierra Leona, Liberia, Camboya, Ruanda y Burundi. Sin embargo, la crisis que atraviesa Haití no es sólo una consecuencia de sus escasas ventajas naturales sino también de la adhesión a políticas neoliberales. Un estudio de Flacso, abocado a identificar sectores productivos capaces de contribuir al desarrollo haitiano, revela cómo queda expuesta esa situación en el caso de la agricultura.
La dificultad para alcanzar la soberanía alimentaria es un problema estructural de Haití que se agudizó desde mediados de los ’80, cuando dejó de ser un objetivo político. Por entonces, se apostó a la importación de alimentos con el convencimiento de que el mercado internacional era el mejor asignador de recursos. Se eliminaron o redujeron drásticamente los aranceles de importación y se justificó el impacto que la medida provocó sobre las actividades agrícolas con el argumento de que no eran lo suficientemente productivas. También conspiró contra el sector la deforestación. Se estima que la superficie boscosa, que contribuye al mantenimiento del suelo, representa sólo entre el 2,0 y 3,5 por ciento del país. Eso se debe a la tala indiscriminada de árboles para producir carbón, aunque históricamente también influyó la personalidad paranoica del dictador François Duvalier, que buscó terminar con los bosques que pudieran servir de refugio para una hipotética guerrilla que quisiera derrocarlo.
El informe de Flacso, elaborado por los investigadores Alejandro López Accotto y Federico Villalpando, detalla el deterioro brutal que padecieron la agricultura y la ganadería haitiana entre 1970 y 2000. En ese período, la producción de maíz cayó de 240 mil a 182 mil toneladas, la de sorgo de 210 mil a 91 mil, las leguminosas de 83 mil a 75 mil toneladas, el azúcar de 4,2 millones a 800 mil y la producción de cerdos de 1,5 a 1,0 millón de cabezas. En cambio, la producción de raíces y tubérculos subió de 592 mil a 770 mil, las bananas de 395 mil a 612 mil y el arroz de 53 mil a 76 mil toneladas. En lo que refiere específicamente a la exportación, en 1970 las ventas de alimentos al exterior reportaron 24 millones de dólares, cifra equivalente al 58 por ciento de las exportaciones totales, mientras que en 2000 seguían en 24 millones, pero su participación había caído al 7,0 por ciento. La contracara fueron las importaciones, que treparon de 10,4 millones a 265 millones en el mismo período.
Esta transformación llevó a que Haití no esté actualmente en condiciones de producir suficientes alimentos para su población. Ni siquiera alcanza la escala necesaria como para constituirse en un actor de mercado capaz de incidir sobre los precios locales, situación que lo deja expuesto a la suba del precio internacional de los commodities, tal como ocurrió el año pasado. En este contexto, el 23,8 por ciento de la población padece malnutrición de forma crónica y el 9,1 por ciento, de manera aguda. Otro dato preocupante es que el 61 por ciento de los chicos menores de cinco años y el 46 por ciento de las mujeres sufren anemia.
López Accotto y Villalpando detallan que para revertir la situación actual es necesario desarrollar el sector agrícola, pero aclaran que concentrar los esfuerzos en la promoción de exportaciones no sería la mejor opción debido a la presencia de competidores importantes. La propuesta que surge del diagnóstico es poner como objetivo el abastecimiento del mercado interno en nichos tradicionales o productos nuevos, donde la presencia de bienes importados aún es escasa o el potencial competitivo es superior al de la oferta externa. De hecho, se observan ventajas comparativas en la oferta de productos frescos (tubérculos, legumbres, frutas, leche) y en frutos ricos en calorías, cuya presencia en la dieta popular ha aumentado (mangos, paltas, bananas). Al mismo tiempo advierten que faltan medidas de promoción para apuntalar ese modelo, tanto en organización de mercados cuanto en mejoramiento de los circuitos distributivos e infraestructura. De hecho, según datos oficiales del gobierno haitiano, las inversiones productivas en el sector agrícola son extremadamente débiles. Entre 2003 y 2005 se destinaron apenas 700 mil dólares a la importación de máquinas y otros insumos para el agro
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