Dom 31.01.2010
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LOS CAMBIOS EN EL CENTRAL Y EL DESAFIO DE AUMENTAR EL CREDITO

Otras capacidades

La política que llevó adelante Martín Redrado como presidente del BCRA convalidó un sistema bancario volcado a negocios fáciles y escaso aporte a la economía. Las operaciones con Lebacs y Nobacs son sólo un ejemplo.

› Por Tomás Lukin

El cambio de autoridades en el Banco Central y el incipiente debate sobre el entramado legal del sistema financiero abren la posibilidad de discutir la capacidad de la autoridad monetaria para impulsar el crédito productivo en un sistema bancario liquido y solvente. Más allá de las reducidas capacidades con las que cuenta en su Carta Orgánica, como la posibilidad de diferenciar los requerimientos de encajes por región y tamaño de empresas, algunos especialistas advierten que la política de Lebacs y Nobacs utilizada por el organismo limitó los incentivos de la banca privada para prestar en otros segmentos además del consumo y el financiamiento de tarjetas de crédito. Sin embargo, las restricciones para el surgimiento de un mercado de crédito destinado a la producción también se encuentran del lado de la demanda y los elevados requerimientos que se exigen a las compañías. Por su parte, los bancos sostienen que no prestan porque nadie quiere tomar.

Desde el segundo semestre de 2002 la autoridad monetaria intervino en el mercado cambiario para evitar la apreciación de la moneda local dando como resultado un importante proceso de acumulación de reservas. Para neutralizar el impacto expansivo de ese mecanismo sobre la oferta monetaria ofreció letras de corto plazo (Lebacs y Nobacs). Cuando el proceso se caracterizó por la salida de capitales la operatoria de la entidad fue al revés. Desde fines de 2008 los bancos contrajeron todavía más la concesión de crédito e incrementaron sus niveles de liquidez. En los últimos trimestres, si bien mantuvieron un nivel considerable de Lebacs, incrementaron su liquidez al colocar sus excedentes en forma de pases pasivos.

Durante ese período las tasas ofrecidas por el Central en las licitaciones de Lebacs y Nobacs marcaron un elevado piso para las tasas de interés que ofrecían los bancos al público. El instrumento desestimuló el crédito al ofrecerle a las entidades una negocio asegurado a tasas elevadas, una combinación más atractiva que cualquier proyecto de inversión.

Si decidían correr el riesgo lo hacían en el segmento de mayor rentabilidad. Según datos del Cefidar, el 99 por ciento de los créditos otorgados no superan los 200 mil pesos. La mayoría de esos préstamos son personales –consumo y tarjetas de crédito– a tasas elevadas. Las transacciones de entre 1 a 50 millones, destinadas principalmente a financiar operaciones comercio exterior, están concentradas en unas pocas empresas.

En la conferencia de prensa que brindó el viernes para “renunciar” a un cargo que ya no tenía, el desplazado Martín Redrado advirtió que “el mercado argentino de crédito es muy pequeño, sólo representa el 12 por ciento del PIB”. Precisamente, la política que llevó adelante el Banco Central durante su gestión convalidó un mercado de crédito reducido concentrado al consumo y desincentivó una política bancaria más activa con las altas tasas de las Lebacs y Nobacs.

Sin embargo, la ausencia de crédito es un fenómeno más complejo. En el actual escenario local e internacional, una menor tasa de interés en las operaciones con letras que ofrece el Central no asegura el impulso al crédito a plazos más largos y con fines productivos. En la última licitación la tasa alcanzó al 14 por ciento para las Letras con vencimientos más lejanos, “un piso razonable”, para algunos economistas. En las últimas semanas la autoridad monetaria había recortado las tasas, pero los incentivos del sector privado se traducen en más crédito al consumo.

Para algunos economistas heterodoxos que critican la política del Central, la reducción de estas tasas no es por si sola la solución a la ausencia de crédito. Advierten que también es necesario atacar el problema desde el lado de la demanda incentivando y facilitando desde el Estado la existencia de tasas de largo plazo más accesibles. A su vez, resaltan las potencialidades que ofrecen las Sociedades de Garantías Recíprocas como herramienta para enfrentar los elevados requerimientos que exigen los bancos para prestar fondos.

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